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«Habéis encendido la mecha en la ciudad de la pólvora», rezaba una de las pancartas de la manifestación contra la gestión política de la DANA en Valencia. Y la pólvora ardió. Porque hay momentos en que la rabia solidifica, en que el enfado es tal que cualquier cortapisa que la civilización pueda ponerle cede. No lo justifica, por supuesto, pero sí explica lo que ha ocurrido este sábado en Valencia. Una organización mejorable de la manifestación, que hizo que miles de personas esperaran durante más de una hora en la plaza del Ayuntamiento, provocó también que un grupo reducido decidiera que era una buena idea vandalizar la sede del Consistorio, Consistorio, por cierto, de una ciudad afectada por la DANA del día 29 y que tiene 13 vecinos fallecidos. La ira solidificó en vandalismo contra la Casa Gran, que sufrió incluso un intento de asalto y un incendio, y contra el Palau de la Generalitat. A última hora de la noche quedaron los de siempre, embozados e iracundos, que lanzaron piedras, botellas y contenedores en llamas contra la Policía Nacional. La jornada se cerró con cuatro detenciones.
La rabia, el enfado y la tristeza crean un caldo de cultivo peligroso, fácil de inflamar. Aunque el ambiente en la manifestación no parecía violento, pronto se convirtió en otra cosa. A la cola de la marcha, mientras la cabecera luchaba por abrirse paso en un centro colapsadísimo, como hacía años que no se veía, un grupo de personas decidió intentar asaltar el Ayuntamiento, según fuentes policiales. Provocaron un incendio en la puerta principal, bajo el balcón, mientras cientos de manifestantes dejaban sus manos manchadas de barro o de rojo, simulando sangre, en el edificio. Además, la práctica totalidad del Ayuntamiento sufrió pintadas con insultos al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, que no trabaja ahí.
El Consistorio tendrá que valorar los daños en próximas horas. La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, condenó el vandalismo en un mensaje en la red social X. «Es tiempo de trabajar juntos para sacar adelante pedanías y municipios afectados por esta terrible tragedia, como ya estamos haciendo. Con absoluto respeto a todos, considero que la confrontación y el vandalismo jamás será la solución», ha dicho.
En el Ayuntamiento se han dado las primeras cargas, cuando se ha intentado el asalto. Además, se han lanzado bengalas sobre el balcón, presidido por tres enormes banderas de tela que podrían haber ardido. Agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) custodiaban, a última hora de la noche, el balcón para evitar un nuevo ataque, aunque la situación se ha calmado en torno a las 21 horas. Ha dejado detrás un suelo repleto de basura, barro y naranjas bordes, arrancadas de los árboles para ser usadas como proyectil.
La tensión se ha trasladado entonces al entorno de la plaza de la Virgen, donde dos grupos de radicales han intentado acercarse a Les Corts, primero, y han rodeado a varios agentes, después. Fue entonces cuando la integridad de esos agentes ha estado en peligro y se han dado las primeras cargas en el entorno de la Catedral. Han volado las sillas de las terrazas y un grupo ha intentado colarse por Navellós para entrar hacia la sede de parlamento valenciano, pero un amplísimo despliegue policial lo ha impedido.
Insisto, el vandalismo no es la solución.
— María José Catalá (@mjosecatala) November 9, 2024
Somos municipio afectado, y estamos destinando muchísimos recursos y medios para ayudar a las pedanías y municipios que siguen sufriendo los efectos de esta tragedia. pic.twitter.com/nb8xwk7JV0
El enfrentamiento más grave se ha vivido en la calle Micalet, donde los radicales han lanzado incluso contenedores en llamas contra los policías. Han volado piedras del tamaño de puños, latas de cerveza, botellas y vallas, que se colocaban en el suelo a modo de barricada. «¡A la puta carrera!», ha gritado uno de los agentes, y a eso de las 21.45 horas una última carga, tras varios minutos de tenso enfrentamiento en el que un policía ha quedado herido al golpearle en el pie una piedra, ha limpiado toda la calle.
Los agentes han perseguido a los violentos hacia la plaza de la Reina, ya sin terrazas en su lado oeste, pero sí en el este, donde todavía había quien se tomaba una cerveza como si nada. Las carreras han seguido después hacia la plaza del Ayuntamiento y más tarde hacia la estación del Norte, en el intento de los agentes de alejar a los violentos y radicales del centro de la ciudad, repleto todavía de miles de curiosos que se han acercado al Ayuntamiento y al Palau de la Generalitat para ver los destrozos provocados por el vandalismo a la sede del gobierno de la ciudad y del gobierno autonómico. Las pintadas, como el barro, se pueden limpiar, pero la muestra de rabia y frustración ha provocado una noche complicada en una ciudad que todavía se limpia las heridas del día 29.
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