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Dos horas de viaje hasta llegar a casa les esperan a los enfermos cerebrales tras salir del centro. Jesús Signes
«Mi marido pasa horas de infierno»

«Mi marido pasa horas de infierno»

Pacientes con daño cerebral, sin medios. Sólo cinco centros de día para 56.000 enfermos obligan a los afectados a jornadas maratonianas en vehículos y a viajes a decenas de kilómetros de sus casas

Francisco Ricós

Valencia

Miércoles, 12 de febrero 2020, 14:23

Dos horas de ida en furgoneta desde sus casas hasta el centro de día donde los tratan de severas secuelas que les ha dejado un ictus, un tumor o un infarto cerebral. Y otras dos horas en el trayecto de vuelta. Cuatro en total. Un viacrucis para aquellas personas que sufren daño cerebral adquirido y acuden día a día a una entidad en busca de mejorar su estado. Al menos medio centenar de personas padece esta situación y en Nueva Opción, con dos centros de día especializados en estos tratamientos, están desesperados porque no encuentran a la vista una solución. Y con ellos, las familias de los pacientes.

«Mi marido sufre daños cerebrales. Lo recogen a las 7.30 horas y llega al centro a las diez menos cuarto. Se pasa dos horas y cuarto en una furgoneta para ir y otras para volver a casa. Allí va con gente que sufre problemas serios. Vuelve destrozado, agotado», asegura Ángela.

El esposo de Ángela, Aníbal, tiene 71 años. Además de la afección cerebral sufre un problema de próstata y le viene muy cuesta arriba aguantar la vejiga durante tanto tiempo. «Mi marido aún tiene algo de movilidad, pero ahí sentado con gente que se pone nerviosa por lo que dura el trayecto... Es una locura. Se hacen pis encima. Es un infierno el que viven cada día», lamenta.

«La única solución es tener más subvención de la Conselleria de Igualdad para tener una furgoneta más y poder pagar a otro chófer y que los trayectos no sean tan larguísimos, pero nos dicen que no tienen dinero. Todos los años acabamos con deudas», cuenta Ángela.

Los enfermos que acuden a estos centros de día son personas que como consecuencia de una dolencia cerebral grave o de un traumatismo craneoencefálico padecen una discapacidad múltiple de por vida. Gran parte de ellas, además, tienen que moverlas en silla de ruedas. Solamente hay cinco centros especializados en Castellón, Alicante y Valencia en el tratamiento de Daño Cerebral Adquirido (DCA) «para atender a más de 56.000 personas afectadas en la Comunitat Valenciana de la primera causa de discapacidad permanente en España», asegura Pablo Álvarez, presidente de Nueva Opción. Dos de ellos están en la provincia de Valencia, en el barrio de Benimaclet y ambos pertenecen a la misma asociación de familiares.

En uno atienden a 20 personas y a 30 en el otro. Dispone de dos furgonetas para trasladar a 14 usuarios desde su domicilio hasta su centro de día de la calle Masquefa, en Valencia. El otros se encuentra en la calle Greses.

Entre los viajes de ida y vuelta, las cuatro rutas suman 420 kilómetros y alrededor de 12 horas de desplazamientos al día. Un intinerario recoge a la primera pasajera a las 7.30 horas en Puerto de Sagunto. Va hasta Paterna y suben más pacientes en Manises, Mislata y la Malvarrosa. Llega al centro de día sobre las 9.30 horas. Esa misma furgoneta sale a las 9.45 para recoger a otras dos personas en Llíria y Benagéber y llegan al centro sobre las 11 de la mañana.

Otra ruta comienza a las 7.20 horas en Meliana y hace paradas en Moncada, Silla, Alcàsser y el Pont de Fusta, en Valencia, para llegar al centro de día sobre las 9.30 horas. El mismo vehículo se dirige de nuevo a Meliana para recoger a otro usuario que no dispone de plaza en la ruta anterior porque va en silla de ruedas y no cabe en la furgoneta. Llega al centro de día sobre las 10.40 horas.

La Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas de la que se responsabiliza la vicepresidenta Mónica Oltra recomienda un horario de atención para estas personas, de 9 a 17 horas, pero los usuarios de Nueva Opción llegan entre las 9.30 y las 11 h, y comienzan a salir de vuelta a partir de las 15 horas para no agravar sus problemas de salud. «Llegan mucho más tarde de lo que deberían y no pueden hacer las actividades. Pero es que tal y como está es imposible que pueden hacerlas. Lo de los viajes nos están agobiando mucho a los familiares», cuenta la esposa de Aníbal.

«Hay personas que se levantan a las seis y media de la mañana para poder venir a nuestro centro. Si salieran a las cinco de la tarde acabarían llegando a las siete a sus casas tras una jornada de 13 horas, con los problemas físicos y cognitivos que acarrean», lamenta Pablo Álvarez, presidente de Nueva Opción.

La discapacidad de los usuarios de las furgonetas dificulta la organización del transporte, indican desde Nueva Opción. Por ejemplo, señalan que 11 de los 14 pasajeros van en silla de ruedas, aunque las furgonetas tiene capacidad para tres o cuatro sillas de ruedas. El conductor debe ayudar a sentarse a los viajeros, anclarlas para que no vuelquen y realizar paradas para que algún pasajero con independencia motriz pueda ir al baño. «La situación es desquiciante tanto para el conductor como para los usuarios que llegan al centro y a sus casa nerviosas, desorientadas, con cansancio físico, mental y con dolor postural», dice Álvarez.

Los dos centros de Nueva Opción son los únicos que hay en la provincia especializados en tratar la DCA. Están concertados y eso les obliga a ofrecer sus servicios a las personas con esta dolencia de toda la provincia. Hasta el punto de que estarían forzados a ir a por un paciente al Rincón de Ademuz si así se lo requirieran.

De momento no es el caso, pero algunas personas que atienden viven a 50 kilómetros y eso afecta al proyecto terapéutico. «No queremos quedarnos en ser un centro asistencial. Somos un centro de atención terapéutica», afirma Paco Quiles, director del centro que Nueva Opción tiene en la calle Masquefa.

Quiles se refiere a que los usuarios llegan al centro entre las 9.30 y las 11 horas, les tiene que cambiar la ropa interior, asearlos y darles de comer a la una. Por eso les queda poco tiempo para la acción terapéutica. Pero tenerlos hasta las cinco de la tarde, en lugar de hasta las tres, considera que sería agotarlos todavía más.

«Hemos intentado en muchas reuniones que nos dieran una solución. Lo mejor es que hubiera centros más cercanos a los afectados. A final de año está previsto que salga la orden que regule la distancia a la que atender a estas personas que son familiares nuestros. Ahora es inhumano y la conselleria no tiene intención de implementar más gastos», reflexiona Quiles.

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