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Turismo tranquilo. El interior de la Marina Baixa ofrece a los turistas un modelo más tranquilo que la costa. LP

La comarca de la Comunitat que ha ganado población después de la pandemia

Los pequeños pueblos del territorio se benefician del cambio de paradigma turístico surgido en la pospandemia

NICOLÁS VAN LOOY

Lunes, 11 de abril 2022, 00:45

La España vaciada, como ocurre con el desierto, avanza a paso lento pero firme dejando yermas regiones que antaño, cuando la vida y la ... economía estaba más apegada a la tierra y sus ciclos, fueron no sólo lugares prósperos sino, en muchos casos, cabezas de partido que han visto como su población e influencia se ha trasladado poco a poco hacia las grandes urbes y el litoral.

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Ese fenómeno, que sigue estando muy ligado en el imaginario colectivo al interior peninsular y unido a topónimos como Teruel, afecta también a poblaciones situadas a sólo unos pocos kilómetros de la orilla del Mediterráneo y a no tanta distancia de poderosas ciudades del interior como Alcoy. La Marina Baixa vaciada existe y, en su empeño por sobrevivir, ha encontrado en las lecciones de la pandemia un clavo ardiendo al que agarrarse para buscar nuevas fórmulas de viabilidad.

Así, tomando como referencia la evolución de la población a lo largo de la última década, se aprecia que ocho de los nueve municipios de menos de mil habitantes de la Marina Baixa han perdido población en ese decenio, una circunstancia que también afecta a Relleu, que suma en la actualidad 1.173 vecinos y completa la lista de localidades con menos de 5.000 habitantes de la comarca.

Tras años perdiendo población, la última variación interanual marca un vuelco en la tendencia

Con una pérdida media de población del 16%, con Benifato encabezando esa estadística con un retroceso de casi un 50% en los últimos diez años, el interior de la Marina Baixa busca la forma de seguir la estela de sus vecinos costeros y dejar atrás su pasado tradicionalmente agrícola para abrazar, ya de forma definitiva y sin opción de vuelta atrás, el progreso turístico al que, de forma más o menos tímida, ya se han asomado en los últimos años.

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De hecho, el caso de éxito y 'rara avis' de esta situación la encontramos en El Castell de Guadalest, el único de todos esos pequeños pueblos que, aunque muy tímidamente, ha aumentado su padrón municipal. Incluido en la lista de los pueblos más bonitos de España desde hace años, sus vecinos han sabido aprovechar las oportunidades de desarrollo que ofrece a algunos sectores como el comercio o la hostelería y convertirse, así, en ejemplo a seguir por sus localidades más próximas.

Paradójicamente, la pandemia y las lecciones aprendidas de este durísimo periodo podrían acabar suponiendo la gran esperanza de todos estos enclaves del interior comarcal. De hecho, y aunque la tendencia tendrá que irse asentando a lo largo de un periodo de estudio más extenso, la variación de población interanual entre 2020 y 2021 (los últimos ejercicios con datos oficiales) refleja que ocho de esos diez municipios han ganado nuevos vecinos.

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Efectivamente, las preferencias de los viajeros por destinos menos masificados y la huida de las grandes ciudades de los llamados nómadas digitales podrían haberse convertido en la gran esperanza de futuro de unos pueblos que, al contrario de lo que sucede en tantos otros sitios de la España vaciada, cuentan con la ventaja de estar enclavados en una de las zonas más turísticas del Viejo Continente y, por lo tanto, no carecen de los servicios básicos cuya inexistencia fuerza, en muchas ocasiones, la despoblación de los mismos.

Por ello, en todo ellos se están desarrollando proyectos de turísticos basados en su cultura y gastronomía autóctona y su diferenciada oferta respecto al masificado litoral

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