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El marinero que recorrió el mundo sin saber nadar y murió en la Dana

Andrés perdió la vida atrapado en una residencia de ancianos de Paiporta

Miércoles, 6 de noviembre 2024, 00:32

Recorrió el mundo en barco «del uno al otro confín». Andrés Treviño ni siquiera sabía nadar. Para él no era un impedimento. Gran parte de su alma pertenecía al mar. Durante su juventud, se enfundaba en su traje de marinero y salía con sus compañeros a surcar los mares. Él es una de las vidas que absorbió la Dana en su paso por Paiporta.

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Navegaba en un barco de mercancías. Su hogar estaba entre los grandes contenedores de la nave. Se enfrentó a la voracidad del océano frente a frente en todos sus viajes. Pero sus aventuras en el mar terminaron cuando nació su hija Raquel. Tenía que regresar a tierra firme donde lo esperaba su familia.

Atracó en Valencia y echó el ancla. En la ciudad se dedicaba a ser encofrador. Siempre sacaba tiempo de donde fuera para estar con su familia. Porque el tiempo es algo escaso. Se escapa entre las manos. «Nunca olvidaré los veranos que pasaba con mi padre», dice Raquel entre sollozos. La mujer tiene la voz entre cortada. Rompe a llorar cada vez que se acuerda de su padre. Ese hombre que los llevaba a veranear a un camping en Altura o a las lagunas de Ruidera.

Aún cuando llegaban las vacaciones estivales, Andrés tenía que trabajar. Pero el hombre se subía a su coche cada fin de semana para poder estar con su familia. Para crear recuerdos en los que Raquel pueda consolarse ahora que ya no está. «Venía cuando podía», recuerda la mujer. Pero lo importante es que siempre llegaba.

Andrés tenía una vitalidad envidiable. Le encantaba dar largos paseos. Contemplar el mundo con cada paso que daba. Dejar los problemas en el camino y despejar la mente. Raquel sonríe. «Siempre llamaba 'bicho' a todo el mundo. Esa es una palabra más común pero había otra que usaba mucho que era 'filondro' para no decir 'tonto».

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Pero los años pasan, y la edad le pasó factura al hombre. La familia tuvo que internarlo en una residencia de ancianos el 14 de febrero de 2023 dado que padecía alzheimer. Falleció a los 76 años en aquella residencia de Paiporta.

«Los responsables nos dijeron que no pudieron salvar a todos los ancianos y que mi padre había fallecido», solloza Raquel tratando de tomar aliento. Está rota por la pérdida de su padre. Tan repentina. Tan traumática. «Lo único que nos explicaron fue que no pudieron evacuar a todos», denuncia la mujer.

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Tendrá para siempre aquella llamada grabada en la memoria. Las palabras con las que le dijeron que nunca volvería a ver a su padre. Después de una semana desde que le informaron de su fallecimiento, le entregarán el cuerpo de Andrés este miércoles para que pueda darle sepultura.

Murió atrapado por la Dana aquel marinero que pasó miles de horas surcando los océanos con su barco de mercancías para poder llevar dinero a su casa. Aquel encofrador que hacía cientos de kilómetros para visitar a su familia en las lagunas de Ruidera ellos disfrutaban de sus vacaciones de verano.

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Murió el padre de Raquel, una mujer que no ha dejado de llorar su pérdida desde que le comunicaron que Andrés había fallecido. La noticia vino un día después de que comenzaran las inundaciones. «El martes no paramos de llamar a la residencia pero nadie nos contestó, no sabíamos nada», lamenta.

Paiporta, la localidad en la que aquel hombre como tantos otros perdió la vida, está recubierta de lodo. La desgracia impregna el ambiente. Rostros sombríos que se apoderan de una pala para meterse de lleno en los charcos. Pero sobre todo, unión entre los que lo han perdido todo con un temporal que no tuvo piedad con los habitantes de la Comunitat.

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Entre los vecinos está Raquel. Ha tardado dos horas en poder llegar a la localidad. «Sólo quiero descansar», dice agobiada mientras sube las escaleras. Completamente devastada por la muerte de su padre. Cada vez que se asoma por la ventana, la degradación de Paiporta le recuerda la tragedia que ha roto su familia. El dolor del agua enturbiada se cuela por las rendijas. Un desastre cuya mancha perdurará en los corazones de los valencianos una vez se haya limpiado cada centímetro de lodo.

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