Secciones
Servicios
Destacamos
R. González
Pego
Domingo, 14 de julio 2024, 02:02
Las comarcas de la Marina Alta y la Safor comparten un paraje muy especial, el Parque Natural del Marjal de Pego-Oliva. Este humedal, a caballo entre las provincias de Alicante y Valencia, abarca una extensión de 1.255 hectáreas y se sitúa en una depresión entre las sierras de Segària, Migdia y Mustalla. Esta antigua albufera está atravesada por dos ríos principales: el Bullent o Vedat y el Racons o Molinell. Unas corrientes con diversos afluentes y manantiales, conocidos como 'ullals'. Todas estas características le confieren una gran biodiversidad a este espacio marcado por la presencia de arrozales y en el que las especies autóctonas tratan de no sucumbir ante las invasoras.
Alrededor del 60% de la superficie del parque natural se halla en el término municipal de Pego y es en ella en ella donde a mediados del siglo XIX se introdujo el cultivo del arroz. Bomba es la variedad más conocida, pero en los últimos años está cobrando fuerza el arroz bombón, que se está recuperando tras décadas relegado al olvido.
A finales de los años 60, los agricultores solicitaron una concentración parcelaria, que se inició en 1970, cuando el Ministerio de Agricultura declaró de utilidad pública el terreno que en aquella época abarcaba el coto arrocero. Se dieron los primeros pasos, pero todo ello se frenó en 1994, cuando el 27 de diciembre el marjal fue declarado parque natural.
Tras años sumido en el letargo, el proyecto se reactivó en 2018, a raíz de que en enero de ese año la concentración parcelaria fuese declarada de utilidad pública y ejecución urgente. El objetivo se centra en reubicar fuera de la zona de especial protección las parcelas donde están los cultivos. En la actualidad se tramita desde la Conselleria de Agricultura.
Desde Pego, la edil de Medio Ambiente, Laura Castellà, remarca que la lentitud del proceso de concentración, «aunque por fin se empieza a ver la luz al final del túnel». Por ello, espera que pronto se pueda resolver el problema de las propiedades lo antes posible.
Desde la Conselleria de Medio Ambiente destacan la relación fluida con la comunidad de relación fluida con la comunidad de regantes. Según apuntan, «actualmente y debido a la menor agua disponible, el parque natural y los arroceros estamos colaborando para que ellos puedan inundar los campos y no dañen la zona protegida»
Pero en este humedal hay otra vegetación más allá del arroz. Abundan los carrizos, juncos y cañas. Entre las plantas acuáticas, se encuentran el nenúfar blanco y se ha hecho plantación de cintas de agua marina. En aguas libres hay praderas de macróficos, a las que se hace un especial seguimiento. Asimismo, la conselleria vigila la zona de especial protección por si halla dos plantas invasoras que tanto preocuparon tiempo atrás a Pego por su proliferación y su difícil erradicación: Egeria densa y la Ludwigia uruguayensis.
El Ayuntamiento de Pego, con ayuda de los pescadores, efectúa tareas de limpieza de acequias.
En cuanto a la fauna, en sus aguas habitan endemismos valencianos como el samaruc o la 'gambeta' (Dugastella valentina). Además, se ha realizado un refuerzo de las presencia de anguilas. Bajo seguimiento, por el peligro que suponen, figuran el cangrejo azul, para el que colocan jaulas, y las tortugas de agua.
Sobre estas especies, Laura Castellà incide en que saben que «el cangrejo está cerca, pero el gran problema son las tortugas de Florida, que se comen a las autóctonas». Y otra de sus preocupaciones es la proliferación de jabalíes. En esa cuestión trabajan de forma conjunta el parque, los consistorios y los cazadores.
Como aspecto curioso, el marjal acoge el proyecto de reintroducción del águila pescadora en el área de la Muntanyeta Verda.
Oliva es el otro municipio por el que se extiende este parque natural. Allí se encuentra otro de los parajes emblemáticos de este marjal, la Font Salada o Ullal del Burro. Se trata de un manantial natural que posee aguas medicinales con propiedades beneficiosas para la piel y con una temperatura constante durante todo el año y eso atrae a numerosas personas que acuden a bañarse en sus aguas.
Cuando uno se acerca al 'ullal', puede ver junto a las aguas a Antonia, una vecina que vive al lado. Sentada en su silla, espera la llegada de visitantes para que compren alguno de los pareos que tiene expuestos en la valla.
A pocos pasos hay un chiringuito en el que poder tomar algo fresco y dar un bocado. De julio hasta mediados de septiembre, proliferan los visitantes de Valencia y Madrid, comenta la responsable del negocio. Según relata, a las siete de la mañana ya hay gente bañándose. «Nos hace falta un vigilante por el día durante el verano para que controle el acceso de vehículos», reclama mientras no cesa la llegada de coches.
También la edil de Medio Ambiente de Oliva, Maria Bertomeu, coincide en ese aspecto. «Va mucha gente y hace falta controlar el aforo», reconoce la regidora.
Junto a los escalones para acceder al agua, un cartel pide que la gente no se bañe con cremas, aceites o jabones. Pero parece que no todos atienden a esas indicaciones, lamenta Bertomeu, y añade que la prioridad es cuidar y proteger la biodiversidad para mantener las especies que habitan en el parque natural y para ello hay que evitar contaminar las aguas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.