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Dos niñas, en un taller de tecnología y robótica. ESCUELA DE CIENCIA

«De mayor quiero ser astronauta»

Alejandra Canós e Irene Almenar, de 9 y 11 años respectivamente, son alumnas de la Escuela de Ciencia, donde sacian sus ganas de descubrir un mundo que les fascina

Lourdes Martí

Valencia

Martes, 11 de febrero 2025, 00:47

Marie Curie es su científica «favorita». Alejandra Canós tiene nueve años y descubrió «la ciencia» hace tres. Hace alrededor de un año fundó su canal ... de Youtube «El laboratorio de Pepa». En él, Alejandra y su inseparable Pepa, una científica muy peculiar (tenéis que conocerla) hablan sobre ciencia, experimentos y otras muchas cosas interesantes.

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No pasa desapercibida su pasión entre sus amigos y amigas: «De ciencia no me preguntan mucho pero sí que saben que me gusta la tecnología y me piden que les arregle todo». Su primer proyecto fue un volcán y si le preguntan qué quiere ser de mayor, lo tiene claro: «Yo de mayor quiero ser astronauta».

Alejandra es alumna en la Escuela de Ciencia. Raquel Ibáñez Peral, es doctora en biología molecular y biotecnología es su directora. Y su fundadora. Esta es una iniciativa que nace del corazón: «Surge porque yo cuando era pequeña no tenía un espacio donde poder ni trastear ni hacer experimentos ni nada de esto. Y además tampoco tenía compañeros ni compañeras que les gustara este tipo de cosas. Entonces era algo muy solitario, y cuando crecí me di cuenta de que estas personas a las que les gustaba la ciencia no es que fuesen solitarias, lo que pasa es que no tenían un espacio en el que desarrollarse».

Reconoce que el inicio, aunque para ella siempre tuvo sentido, no fue fácil: «Cuando nacimos, la gente entraba por la puerta y decía, pero vosotros a qué os dedicáis. Y decíamos, pues estamos haciendo clases de robótica, tecnología y programación.

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Poema de Alejandra expresando su amor por la ciencia y la tecnología. LP

Contestaban que para qué, que si no éramos una academia como de refuerzo de asignaturas como matemáticas y biología y física y química. Reiterábamos que no, que nosotras hacíamos proyectos de ciencia y tecnología. Y cuando entraba alguna familia con alguna niña o algún niño que les gustaba este ámbito, era como, ¡por fin! Hay algo así, mi hijo es que no para de romperme los trastos de casa, me abre todo, me junta un cable con otro…», recuerda.

En este sentido, Ibáñez reconoce que sí que ha habido una evolución: «Ahora está muy normalizado, hay muchas academias de robótica, extraescolares, pero cuando nacimos, sí, a la gente, le pareció una locura». Alrededor de 500 niños y niñas disfrutan en la Escuela. Pero todavía son más los que se unen para participar en proyectos o actividades concretas como campamentos, talleres, excursiones.

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La experiencia de más de una década de Ibáñez demuestra que indica que existe una brecha relacionada con la edad: «Hasta los 10 años más o menos, a las niñas les encanta la ciencia y la tecnología. En ese salto de Primaria a la ESO cuando alcanzan los once años o así, se desenganchan y las perdemos».

Una actividad muy emocionante en la Escuela de Ciencia. E. C.

Irene Almenar de la Cruz tiene 11 años. Los 'mayores' la definen como una niña «muy cariñosa y sociable». Una tabla periódica decora la cortina de la ducha de su casa. Con unos padres que estudiaron ciencias y creció viendo cosas relacionadas con ella. La curiosidad para descubrir el mundo en todos sus aspectos le acompaña desde muy pequeña. Siempre le ha encantado realizar preguntas sobre todo y averiguar el por qué de las cosas. Se emociona cuando es capaz de entender el por qué o como funciona algo, por eso en casa o en el colegio siempre está preguntando y experimentando con cualquier cosa que cae en sus manos.

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«Cuando era muy pequeña me gustaban los dinosaurios y me encantaba descubrir cosas sobre ellos. Luego, en un cumpleaños me regalaron un juego de química con el que me inicié a hacer experimentos en casa con mis padres y me encantó. A partir de ahí empecé a utilizar más elementos que hay en casa para hacer más

experimentos como hacer saltar los tapones de botellas de vidrio», explica Irene, más tarde llegó «un microscopio y un telescopio» con los que sigue jugando y descubriendo el mundo. Desde el más cercano y pequeño hasta el más lejano y de grandes dimensiones.

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«Me gustan la física y las matemáticas», afirma. Recuerda su primer experimento, que fue en Infantil: »Hicimos un volcán con bicarbonato y vinagre y aunque no llegó a salir del todo bien, me gustó. Me encanta experimentar con el pH y programar con el ordenador».

En la actualidad, una colección de minerales ocupa parte de su tiempo libre: «Me gusta buscarlos en tiendas y mercados, y también en el campo». La otra parte, Irene la dedica a su otra pasión: «Me gusta mucho cocinas y probar nuevas recetas».

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Con tan solo once años, Irene ya es consciente de la falta de visibilidad y reconocimiento de las científicas a lo largo de la historia: Me sorprendió la historia que estudiamos en el colegio de Rosalind Franklin que fue una de las descubridoras de la estructura de doble hélice del ADN y sin embargo no se le reconoció su descubrimiento, solo se mencionó a sus compañeros».

Desde que tiene nueve años acude a la Escuela de Ciencia: «Lo que más me gusta es cuando construimos nuestros propios proyectos, como una catapulta que construimos hace poco que luego probamos lanzando canicas. También me gusta cuando programamos juegos en Make code Arcade. Además me encanta cuando usamos las gafas de Realidad Virtual para experimentar en diferentes aplicaciones». Invita Irene a otras niñas a sumarse a la Escuela de Ciencia: «Es muy divertida e importante para el día a día. En las clases de la Escuela de Ciencia me explican de forma fácil y entretenida cómo y porqué ocurren las cosas y a la vez pasamos un buen rato».

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Un campamento mágico

Además de acercar la ciencia a los alumnos, también lo hacen a profesores: «Les hacemos formaciones. También trabajamos mucho con instituciones públicas, desde el Ayuntamiento de Valencia hasta la Universitat Politècnica. Realizamos proyectos colaborando con ellos y de la mano de ellos». Uno de ellos es Up! Steam, una competición entre centros educativos de la Comunidad Valenciana para fomentar las STEAM (Science, Technology, Engineering, Arts & Mathematics), consiste en diseñar prototipos, soluciones, videojuegos y espacios utilizando la tecnología, la inteligencia artificial para beneficiar a la sociedad. «Es un torneo que se hace a nivel de toda la Comunidad Europea, donde los colegios desarrollan proyectos y se evalúa. Acabamos de cerrar ahora mismo la inscripción para la próxima edición, llevamos seis, y se han presentado 4.100 alumnos y alumnas de casi 200 colegios de toda la Comunitat».

El Campamento Hogwarts es uno de los proyectos que más emociona a los pequeños y pequeñas. Sin duda la presentación invita a hacerlo: «Con vuestros proyectos, lanzaréis hechizos con varitas robóticas y enfrentaréis drones dementores».

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Sin embargo, aquellos que tienen el sueño de emular a Sara García Alonso, entre otras, tienen en Space Camp Valencia una oportunidad única.

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