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Los médicos de los centros de salud valencianos no sólo tienen que hacer frente a la escasez de plantilla y a más horas diarias ... de las debidas. También se encuentran cada jornada con problemas por la falta de material, o el defectuoso estado de los aparatos, que les impide desarrollar su trabajo con la calidad asistencial necesaria. Hasta el punto que muchos facultativos de familia optan por comprarse ellos mismos algunos de estos aparatos para realizar su labor con los pacientes.
Se trata de, por ejemplo, dermatoscopios, fonendoscopios, otoscopios o tensiómetros, que en multitud de centros de salud fallan o directamente no hay y que los médicos compran con su dinero, sin que Sanidad luego les reponga nada en su nómina, ni siquiera les abone el coste del recibo de la compra. Lo pagan de su bolsillo para el servicio de los pacientes. Estos aparatos son los que más comúnmente compran porque no tienen un precio demasiado elevado y los usan diariamente, aunque también en sus centros están estropeados o fallan otros artículos sanitarios como ecógrafos o retinógrafos, mucho más caros y por tanto inasumibles de adquirir para un trabajador.
Esta falta de material supone un déficit del sistema de salud para Javier Blanquer, vocal de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria. «Podríamos mejorar el diagnóstico y resolución de problemas de forma más eficiente y segura con una mayor dotación de material. Pero con tanta escasez resulta complicado, es como si a un hospital no le pusieran resonancias. Pues en Primaria seguimos con la dotación de medios de hace 15 años», lamenta el facultativo.
Los médicos dan parte a las gerencias de los centros cuando se rompen, se estropean, no funcionan o simplemente no hay algunos aparatos que necesitan para atender a los pacientes, pero ante la falta de respuesta o la inacción para reponer el material, deciden comprar ellos mismos algunos aparatos para poder sacar adelante el trabajo. El facultativo de familia se enfrenta cada día a tener que hacer valoraciones del estado auditivo del paciente, control de la tensión o inspeccionar la piel para prevenir de posibles melanomas o problemas, entre muchas otras cosas, pero muchos no tienen medios para hacerlo correctamente.
Incluso en algunas situaciones esta falta de material no les deja otra opción que derivar casos al especialista para que pueda inspeccionar al enfermo, si allí no disponen de un aparato que sí deberían tener los centros de salud. Aunque no son la mayoría de casos, estas derivaciones, que si se tuviera un correcto mantenimiento del material no serían necesarias, contribuyen a tensionar el sistema y aumentar las listas de espera en las consultas de los centros de especialidades y de los hospitales valencianos.
Este material es el que también tienen que llevar en su maletín en las atenciones domiciliarias, una labor que realizan cada jornada de forma complementaria a los pacientes que ven en la consulta. Pero los médicos critican que cuando tienen que salir a visitar las casas de los enfermos, Sanidad tampoco les paga ni el kilometraje ni siquiera el combustible, ya que tienen que poner también su propio vehículo para realizar estas salidas de los centros de salud. Una situación que en las principales ciudades, como Valencia, no conlleva tanto problema como en las poblaciones rurales, donde las visitas a los domicilios abarcan municipios y aldeas próximas, y acaba suponiendo una buena suma de kilómetros cada día.
Estos son algunos motivos que se añaden al cóctel de factores que da como resultado que cada año menos jóvenes médicos quieran ser especialistas de familia. El exceso de horas que realizan y la presión asistencial a los que se enfrentan a diario en la Atención Primaria hace que los nuevos facultativos huyan de los centros de salud, y o bien se decanten por trabajar en urgencias hospitalarias, otras especialidades o decidan marcharse a otros países o a la sanidad privada de la Comunitat, cada vez más creciente en número de centros, en busca de mejores condiciones, tanto económicas como de horarios, que les permita conciliar y no conlleve tanto estrés.
El actual panorama sanitario refleja que en los próximos cinco años se van a jubilar más de 3.000 facultativos en la Comunitat, y muchos de ellos son de familia. Se trata de una situación que compromete mucho el futuro de la calidad asistencial en la sanidad pública valenciana, ya que estas bajas necesitan de un relevo generacional que ahora mismo no se está produciendo, dado que los jóvenes no apuestan por trabajar en los centros de salud. Por tanto, si Sanidad no empieza a elaborar un plan para los próximos años en el que se mejoren las condiciones en la Atención Primaria, cada vez faltarán más profesionales en la región y la presión asistencial y la saturación será mayor en los centros de salud valencianos.
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