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El capricho de la suerte le ha sonreído a Catarroja cuando más lo necesitaban sus vecinos. El municipio, uno de los más devastados por la riada, se ha llevado un pellizco de 500.000 euros en el sorteo extraordinario de Navidad. Una cantidad de dinero que simboliza un soplo de aire fresco para afrontar la tragedia, un espaldarazo para la recuperación y que Catarroja vuelva a ser Catarroja. En definitiva, medio millón de razones para la esperanza. De las manos de las hermanas María José, Mariam Bort y Paula ha salido una serie entera del 11840, un tercer premio que ha sabido a gloria e ilusión.
Las tres trabajan en la administración número 5 de Catarroja, más conocida como la Rambleta. Juntas han compartido infinidad de horas tras el mostrador, y desde el pasado 29 de octubre, otras tantas de limpieza de lodo para tratar de reabrir «a contrarreloj para salvar la campaña de Navidad» e insuflar ánimos y espíritu navideño a una población que lo necesita más que nunca, tal y como ha declarado María José. Sobre los 50.000 euros con los que han sido agraciados diez de los décimos expedidos por la Rambleta, la lotera ha resaltado que vendrán muy bien «para arreglar coches, casas, negocios...».
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Que la alegría haya vuelto a un pequeño rincón de la localidad de l'Horta Sud no implica que la normalidad vuelva a reinar en Catarroja. Con el Ejército, la UME y una armada de camiones de extracción de lodo todavía achicando barro a apenas dos calles de la administración la Rambleta más de 50 días después de la catástrofe, la recuperación posdana todavía tardará en llegar. Eso sí, gracias a los premios, el sufrimiento será algo más llevadero. Durante la mañana, las camionetas pesadas de los militares pitaban y los ocupantes de los vehículos sacaban el puño en alto para celebrar la buena nueva.
No obstante, con la entrada de Paula, que vino escopetada desde Aldaia tras enterarse de que habían dado el tercer premio, se ha vivido el momento más emotivo. Las tres loteras se han fundido en un sentido abrazo de felicidad. «He sentido mucha ilusión. No sabemos a quién le ha tocado pero ha sido una gran alegría», ha comentado Paula.
Por su parte, Mariam ha explicado que la consigna de décimos llegó a la tienda en julio. Los boletos premiados se salvaron del barro de la riada al haberse vendido antes del desastre. «Perdimos muchísimos pero salvamos otros tantos. Mucha gente pedía que los décimos estuvieran manchados», ha puntualizado María José sobre la fiebre por las papeletas embarradas de los últimos días. Tras la cristalera todavía colgaban algunos boletos del sorteo del Niño con la inconfundible huella marrón del fango. «Ha tocado que es lo importante», han sentenciado las dos hermanas loteras mientras esperaban la llegada de alguno de los agraciados que nunca pisaron la administración.
Las trabajadoras de la administración catarrojense han achacado la falta de asistencia de los premiados a que, desde el pasado 6 de diciembre que volvieron a reabrir sus puertas tras 36 días de jornadas maratonianas de limpieza, se han dedicado a vender décimos a tutiplén: a gente del pueblo, militares, efectivos de la UME, policías y voluntarios de todas partes de España.
A pesar de la falta de agraciados, la celebración no se ha detenido, teniendo a Mariam y María José como grandes protagonistas. Ambas han descorchado el cava y brindado para que el premio sirva para disparar la esperanza de los vecinos de Catarroja mientras recibían emocionadas las felicitaciones de sus clientes. Algunos como Miguel estaban exultantes y eso que de los 21 décimos que tenía sólo le devolverán dinero en uno: «Bueno, eso son dos ‘esmorzars’».
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