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De izquierda a derecha: Carmen Velasco, Ximo Puig, Eduardo Madina y Borja Sémper. Iván Arlandis
«Fuimos mejores y ganamos al terrorismo. Enseñémoslo»

«Fuimos mejores y ganamos al terrorismo. Enseñémoslo»

Eduardo Madina y Borja Sémper, víctimas de ETA, insisten en trasladar el relato de los hechos a los jóvenes a través de los planes de estudio

Joaquín Batista

Valencia

Viernes, 8 de abril 2022, 01:42

El libro 'Todos los futuros perdidos' es una reflexión sobre el sufrimiento que dejó ETA, el recuerdo de las víctimas y la batalla sobre el relato. Contra la desmemoria como antídoto para que nunca se repita. Son algunas de las ideas que se trataron este jueves en el Centro de Carmen de Valencia en una nueva edición de Diàlegs al Palau, el ciclo de conferencias que promueve la Generalitat y que protagonizaron Eduardo Madina y Borja Sémper, cuya conversación con Lourdes Pérez, actual subdirectora de Colpisa, ha servido de base para la obra. El debate fue moderado por la periodista de LAS PROVINCIAS Carmen Velasco y también contó con la participación del presidente Ximo Puig.

Víctimas de la violencia etarra y de partidos distintos (PSOE y PP), Madina y Sémper demostraron que hablan el mismo idioma, destacando la importancia de combatir el olvido, de que las nuevas generaciones sepan qué pasó y de que la lucha contra el terror acabó en victoria completa. Ambos abogaron por trasladar este mensaje a los jóvenes a través de los planes de estudio.

Madina habló de «crear los cimientos de la memoria» y señaló que aunque hay iniciativas que trabajan el relato en los centros consideró que se hace de manera «algo desordenada». A su juicio, debería formar parte de las enseñanzas obligatorias e incluso recogerse en el preámbulo del estatuto de autonomía del País Vasco. «Conviene que en institutos y colegios se enseñe que una vez unas ideas valían más que nuestras vidas y había gente dispuesta a matar por ellas», dijo.

En esta línea Sémper incidió en la importancia del triunfo y en la actitud ejemplar de la sociedad, salvo episodios puntuales, como la dolorosa actitud de indiferencia hacia las víctimas. «Hemos sido capaces de demostrar que somos extraordinarios cuando nos lo proponemos. Y hemos de contarlo, que los niños lo conozcan. En la escuela se nos decía que (ETA) era imbatible, que había que renunciar a cosas para que no nos mataran. A mi me daba energía pensar que el estado de derecho no claudicaría y acabaría imponiéndose. Esto debe ser enseñado en la escuela y en casa. Si algún sentido tiene la educación es enseñar valores constitucionales, democráticos y de convivencia. Fuimos mejores y ganamos al terrorismo. Enseñémoslo y contémoslo», afirmó.

El origen del libro está en aportar «un granito de arena», en palabras de Madina, «para que España y Euskadi no pierdan comba de una parte de su pasado», para que se sepa que «tropezamos y que la generación de nuestros hijos nunca viva un fallo del sistema tan brutal, en el que durante mucho tiempo había gente que pensaba que una idea valía más que una vida. Que nunca vuelva a pasar algo así, ese es el argumento», resumió.

El trabajo también aborda sus experiencias personales. Sémper habló «del poderoso efecto que provoca el miedo», lamentó la ya citada indiferencia, la perversión del «algo habrá hecho», y también se refirió a la valentía.

«No podemos olvidar que en una sociedad muy parecida a la actual el totalitarismo ocupó espacios políticos, al menos en términos cualitativos. Por eso la batalla del relato. No es una cuestión de saldar deudas, sino de aprender de lo sucedido para que no vuelva a pasar», dijo. En este sentido se refirió a continuación a los que tienen interés en «tergiversarlo». «Quienes jalearon y dieron soporte político y social al terrorismo, quienes querían hacernos nacionalistas o independentistas a quienes no queríamos, y callarnos a quienes no queríamos callar», añadió.

Aunque nos los mencionó directamente, Madina sí lo hizo cuando habló de futuro, de la posibilidad de que las heridas duelan menos: «Me gustaría que llegara el momento en que la izquierda abertzale haga una enmienda a la totalidad del significado de ETA, sintiendo que el dolor de las víctimas también es suyo, y que hoy el País Vasco se parece más a nosotros que a ellos y que esto es mejor».

También se habló de la politización de las víctimas, rechazada por ambos. «No me gusta hablar de manipulación, pero sí de utilización, de interpretar si lo que decían estaba bien en función de si me daban la razón; se les hurtaba la posibilidad de hablar con libertad», en palabras de Sémper. Madina, por su parte, destacó su pluralidad - «no podían homogeneizarse en una sola voz»- y defendió la importancia de su legado «en términos de construcción democrática»: «En España hay pocas cosas que nos hagan sentir que pertenecemos a un espacio común; ahí emerge una luz, que ETA intentó matar y mató a gente de todo tipo».

Puig, por su parte, destacó la labor de periodismo para luchar contra la desmemoria y alabó la «generosidad y dignidad» de las víctimas. «En ellas vemos grandes momentos de visibilización de la lucha contra ETA», dijo, refiriéndose a casos como el del profesor Broseta o Miguel Ángel Blanco, «pero hubo centenares de familias anónimas rotas que no deben quedar en el olvido». «En todas las calles de sus pueblos se les debería rendir homenaje, visibilizando que su sufrimiento tiene una respuesta», dijo.

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