![Un camión de la UME repleto de regalos en la cabalgata de Paiporta.](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2025/01/05/593a02ec-6c8d-47ee-865b-c4376e3f1b64-RoGkadUlJPMoj9zOTFj6z8M-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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«Toma, yo no juego con esto». Un niño de unos ocho años y de un oscuro pelo rizado le tiende a una mujer el balón que le acaban de lanzar de una carroza. Una madre que, desesperada, pedía juguetes para su hijo entre la ... multitud que ha acudido a la cabalgata de los Reyes Magos de Paiporta. Seguramente el niño de pelo rizado le ha mentido y anhelaba estrenar su pelota. Que cuente con los dedos de una mano los peluches con los que puede divertirse en casa. Los pocos que la riada le haya dejado. No importa. Si hay algo que han aprendido los paiportinos tras los meses pasados es el significado de las palabras ayudar y compartir. Tengan la edad que tengan.
El niño mira melancólico su balón de fútbol alejarse. Feliz, por haber ayudado a darle una mejor Navidad a un niño. Porque los pequeños saben que ya no tienen las estanterías llenas de juegos. Ven la tristeza en los ojos de sus padres. Pero los más adultos comprenden la magnitud de la tragedia. «Qué mal lo hemos pasado tío. Pero bueno, estamos vivos», le dice un vecino a otro. Están en el puente del barranco del Poyo viendo pasar las carrozas. El paraje, destrozado, es un eterno recuerdo de la riada que sacudió la localidad. Un árbol centenario que resistió a la dana se alza decorado con luces de navidad. No hay forma de ver el lado bueno a lo que ha pasado, pero sí formas y formas de sobrellevarlo.
«'Sus Majestades' siguen una estrella, pero nosotros tenemos 47 en el cielo», imploran desde el auditorio de Paiporta a medida que avanza el desfile. Tres tractores abren la cabalgata. Un municipio que ha logrado resurgir del barro. Los siguen con su música el grupo «Batuchanga». Andrea Díaz, miembro de la banda, preside a su tribu. Va vestida de ángel. Con unas alas con luces. En su pecho, un ave fénix pintado con barro. «Estuvimos ayudando desde el principio y no nos lo queríamos perder», comenta ilusionada.
Los mayores homenajeados han sido los efectivos de la UME. Han decorado sus camiones con luces y guirnaldas. No llegaban con las manos vacías. Han traído regalos para los más pequeños. Con ilusión, los militares chocaban las manos de los niños. Los más mayores decían: «Ellos sí que se lo han currado de verdad. Se han pegado una buena paliza». Un hombre le cuenta a su amigo que para él la dana fue como la guerra de los Balcanes. «No se nos olvidará en la vida», dicen. Pero abandonan esos pensamientos para disfrutar junto a sus hijos de la procesión.
Melchor, Gaspar y Baltasar llegan al auditorio para hacerse fotos con los críos y darles sus regalos. «Aunque las fincas no tengan ascensores, los Reyes llegarán como todos los años», afirman desde el auditorio. Un pueblo emocionado ovaciona estas palabras. Conocedores de que este año, más que nunca, el mayor regalo es poder sentarse con los suyos a comer el roscón.
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