
Un amor eterno por la pilota y la familia con raíces francesas
IN MEMORIAM | VÍCTIMAS DEL CORONAVIRUS ·
José Grosson Ferrer, vecino de Valencia | Trabajó en una zapatería en el paseo de Ruzafa y era asiduo a las partidas en el Trinquet de PelayoSecciones
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IN MEMORIAM | VÍCTIMAS DEL CORONAVIRUS ·
José Grosson Ferrer, vecino de Valencia | Trabajó en una zapatería en el paseo de Ruzafa y era asiduo a las partidas en el Trinquet de PelayoLa historia de José Grosson Ferrer (Valencia, 1924) ejemplifica la historia de miles de valencianos, que son tan de aquí como de allí. La Comunitat, tierra de acogida y donde echar las raíces, abrazó a la familia Grosson hace más de un siglo. Venían de Marsella. La ciudad de la costa francesa era el «allí» para esta familia que se asentó en Valencia con la fe de los conversos. Grosson, que falleció este mes en una residencia de Campanar a la edad de 95 años, se forjó una vida de la nada, como en las grandes historias.
Comenzó a trabajar en una zapatería del paseo de Ruzafa, como cuenta su hija Encarna, una de las cinco que tuvo con el amor de su vida. De él destaca que era una persona «muy deportista», hasta que la edad y un icuts le complicaron la que fue su gran pasión. Era un asiduo al Trinquet de Pelayo, como cuenta Encarna, e incluso jugó algunas partidas como aficionados. Tras el cierre de la zapatería en la que trabajaba, Grosson se reinventó y se puso a trabajar en una aseguradora, Santa Lucia, hasta qeu se jubiló.
Sus cinco hijas (Encarna, Elvira, María José, María Vicenta y Cristina) le dieron siete nietos y dos bisnietos, que lo adoraban. El sentimiento era recíproco. «Era una persona estupenda, tenía muy buen carácter. Muy positivo», cuenta su hija. Ni siquiera cuando le dio el maldito derrame cerebral, del que se recuperó, y pese a que mientras estaba convaleciente enviudó, hace tres años y medio, perdió la sonrisa. Y eso que tenía ciertos problemas para mover el lado izquierdo del cuerpo. Pero Grosson superó sus altibajos de salud, incluso una operación a corazón abierto en 2004. Hasta que falleció vivió en una residencia del barrio de Campanar, donde le visitaba su familia.
Grosson, su mujer y sus hijas hacían muchos viajes a la playa y al campo, como es habitual, pero los destinos que más se repetían eran dos bien distintos: Pedralba y Nimes, en Francia. En la localidad de Los Serranos la familia disponía de un chalet, como miles de vecinos de Valencia, donde acudían siempre que podían para descansar de la ciudad. En la pequeña urbe de Nimes, situada cerca de la Costa Azul y a escasos 100 kilómetros de la Marsella de la que provenían los Grosson, la familia pasaba sus vacaciones reconectando con sus raíces.
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