![Colegios y coronavirus en Valencia | Menús entre mamparas, en las aulas y con distancia social](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202009/29/media/cortadas/1427869810-kuwF-RjquOAR6lH7Sr7Zvj9heJgK-1248x770@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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Octubre es un mes de cambios en los colegios. Recuperan su ritmo horario habitual (normalmente hasta las 17 horas), se ponen en marcha todas las extraescolares y el comedor alcanza velocidad de crucero con el aumento de comensales, que siempre son menos en los meses de septiembre y junio con la jornada intensiva.
Este curso la prestación del servicio será bien distinta ante la necesidad de extremar las cautelas sanitarias. No en vano, se trata de un espacio cerrado por el que pasa, en poco tiempo, buena parte del alumnado. Y su funcionamiento es clave no sólo en la formación de hábitos saludables o en conciliación familiar, sino en compensación de desigualdades: gracias al menú diario muchos niños disponen de la comida de mayor calidad de todo el día.
No es casualidad que el protocolo elaborado por las consellerias de Sanidad y Educación se extienda especialmente cuando aborda la organización del servicio. «La hora de comer supone bastantes retos dado que las mascarillas no se pueden utilizar (durante la ingesta, algo obvio) y los comedores suelen estar muy concurridos», dice el documento.
Como en todo, rige la distancia interpersonal. Los alumnos de clases ordinarias, las que no son grupos de convivencia estable, deben acceder manteniendo la separación de 1,5 metros, que también se respeta una vez sentados en las mesas. La opción más utilizada es al tresbolillo (dejando un hueco enfrente, además de a los lados), que es la adoptada en el colegio Pío XII de Valencia, que a partir de mañana duplicará el número de comensales. Como explica el director, Miguel Ángel Mora, además de la contratación añadida de monitores (llegarán a unos 30, cuando en cursos anteriores precisaban de la mitad), han decidido ampliar el espacio con un pasillo anexo, con el objetivo de dar cabida al medio millar de alumnos que atenderán a partir de octubre.
«Lo normal es ganar comensales respecto a septiembre, cuando se resiente el número al no haber clases por la tarde. Además este año es especial, se ha notado que la entrada ha sido progresiva y muchas familias han permanecido a la espera para saber cómo funcionaba el servicio», explica Justo Ibáñez, presidente de la Asociación Empresarial de Restauración Colectiva de la Comunitat. «Para octubre esperamos un incremento importante, aunque sin llegar a los números de años anteriores», señala. Aunque prefiere no sentar cátedra respecto a las causas, sí se refiere a que quizá la información sobre las estrictas medidas a adoptar no ha llegado de forma completa a algunas familias. «Lo cierto es que en las semanas que llevamos hemos funcionado bien, sin incidencias, y hay que destacar el comportamiento de todos, especialmente de los alumnos, están muy mentalizados», dice.
Una de las consecuencias lógicas de la distancia interpersonal es la reducción del aforo. Y sin embargo, es necesario prestar el servicio a quien lo requiera. Por ello muchos centros han tenido que crear más turnos, lo que implica incrementar el personal, algo que también ha sido necesario en las escuelas donde se ha decidido, por falta de espacio, que los grupos burbuja coman en sus aulas. Sin olvidar que los niños que no están comiendo (porque han terminado o permanecen a la espera) también deben ser atendidos. Según Educación, para este curso se dispone, de momento, de 10.669 monitores en los centros públicos, de los que 3.112 proceden de contrataciones extraordinarias. Son un 41,2% más.
La única excepción en cuanto a la distancia de seguridad es la que se aplica en el resto de las instalaciones: los grupos burbuja, ideados para los niños más pequeños. Estos alumnos pueden sentarse juntos, pero respetando los 1,5 metros entre grupos. Hay colegios que han empleado mamparas para garantizar la separación física en estos casos.
En cuanto al uso de la mascarilla, es obligatorio para el personal durante todo el servicio, y también para los alumnos mayores de seis años, tanto en el acceso como en la salida. Sólo pueden quitársela para comer.
Otra de las cautelas añadidas tiene que ver con la limpieza y desinfección, pues deben realizarse tras cada turno. Y lo mismo sucede en cuanto a la ventilación. Antes de acceder los comensales deben lavarse las manos (también tras terminar) y la recogida de las bandejas, siempre que estén descubiertas, la asume una única persona. El protocolo también insiste en recordar que no se pueden compartir enseres, bebidas ni alimentos, e insta a que los alumnos siempre ocupen el mismo lugar durante todo el año, una manera de garantizar la trazabilidad en caso de contagio.
La nueva realidad del comedor, con el aumento de turnos y de su duración, influye incluso en la organización del resto del centro, hasta el punto de que la conselleria permite reducir el horario lectivo (hasta 30 minutos al día) si de esta forma se facilita la prestación del servicio.
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