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«Aquí invertí 100.000 euros, mis ahorros», señala José Verdeguer, un comerciante que tiene dos puestos abiertos (uno de charcutería y otro de encurtidos) ... en el Mercado Municipal de Mossén Sorell. El aspecto de las instalaciones es desolador. Todas las paradas menos cinco están cerradas y en la más de media hora que hemos estado por allí apenas entra alguien. Casi todos los puestos están vacíos y los comerciantes no tienen mucho que hacer. Algunos viandantes se atreven a asomarse a mirar pero no llegan ni a entrar. «Porque no saben lo que hay dentro», lamenta este comerciante.
Este es uno de los grandes problemas, asegura Verdeguer. «No hay cartelería que nos anuncie; no hay directorio y la iluminación de noche da miedo». Así describe la situación que atribuye a la dejadez de la administración. «No nos hacen caso», asegura.
El mercado tiene un horario amplio. Abre a las 7.30 horas de la mañana y cierra a las 15.30 (los sábados permanece abierto hasta las cuatro de la tarde). Además, también los comercios también pueden levantar las persianas los jueves y viernes por la tarde desde las 17.00 hasta las 20.30. Es en estos momentos cuando se aprecia el mal estado de la iluminación.
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Antes de la pandemia, el de Mossén Sorell era un mercado más de la ciudad, pleno de actividad, con muchos clientes fijos. Tenía la mayor parte de sus puestos abiertos y había público en sus instalaciones. Ahora las cosas han cambiado. Para Verdeguer uno de los problemas es que el puesto de pescado, uno de los grandes motores del estas instalaciones, está cerrado desde noviembre y el de carne desde mayo del año pasado. «Los clientes venían y cogían pescado, carne y luego se paraban en mi puesto. Salían con el carro lleno. Ahora nada. El que viene a comprar va directamente a un puesto que conoce porque en caso contrario no entra», añade este comerciante.
En este sentido, destaca que desde entonces, desde que se cerraron los puestos del pescado y la carne, hay una decena de clientes que «vienen a comprarme a mí. Sin ellos no podría subsistir».
La clausura de algunos de los puestos (tanto el del pescado como el de la carne tienen un cartel en el que se anuncia que se traspasan) le extraña porque las ordenanzas del mercado prohíben cerrar diez días naturales consecutivos o diez días alternos durante tres meses consecutivos. En ese caso se le podría declarar la extinción de la concesión aunque se hayan abonado las tasas municipales.
«Pero mi queja principal es la dejadez de la administración, del Ayuntamiento de Valencia, que no nos está apoyando», asegura José Verdeguer. En este sentido, echa de menos que en la calle haya indicaciones señalando que hay un mercado municipal en las proximidades. «Nadie sabe que existimos. La gente pasa y se asoma y poco más. No se atreve a entrar», afirma. Otra de las carencias que denuncia es que tampoco hay un directorio de puestos para orientar a los clientes.
La gota que ha colmado el vaso ha sido la inclusión de la plaza en la zona APR (Acceso Prioritario de Residentes) que limita los vehículos que pueden acceder al mercado. «Además, todas las plazas de aparcamiento son zona naranja o verde», señala lo que impide que «los que quieran se acerquen a comprar. Esto nos ha hecho bajar las ventas».
A todo esto se añade que por allí no pasa ninguna línea de autobús y no hay estación de metro. El mercado está prácticamente incomunicado. Sólo se puede acceder andando, lo que reduce la cantidad de clientes potenciales que pueden tener los puestos.
José Verdeguer abrió su puesto en este mercado en el año 2012, «que ahora no vale nada». En este sentido, explica que junto a su local hay otro que lleva tiempo cerrado. «El precio por el que salió a subasta es de 500 euros cuando hace un par de años el propietario lo traspasaba por 18.000. Esto muestra cómo se ha devaluado el mercado en los últimos años», sostiene Verdeguer.
«Durante la pandemia había mucho negocio, pero desde entonces estamos cuesta abajo. Ahora vendo al nivel que lo hacía en 2013 o 2014», explica este comerciante. «La gente no entra porque no lo conoce. Y esto es responsabilidad de la administración, que tendría que tomar alguna medida. Hay una clara falta de promoción de estas instalaciones», recalca José Verdeguer.
En definitiva, el mercado se encuentra desangelado. Se puede ver a simple vista y dándose una vuelta por el interior. Más de la mitad de las once paradas están vacías pues se han ido cerrando con los meses, la gente no entra. De esta forma. el mercado está agonizando sin que el Ayuntamiento de Valencia, según denuncia este comerciante, haya apuesto los medios para solucionarlo o, al menos, para intentar revertir la situación.
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