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Putin ordena realizar maniobras con armas nucleares en respuesta a Macron. El presidente francés ha ofrecido a Europa su arsenal nuclear como arma de disuasión. 'Oppenheimer' muestra el riesgo de la devastación nuclear y triunfó en los Oscar. Y series como 'Fallout' presentan un apocalipsis con la misma temática. Sea realidad o ficción, la idea se repite: «Nuclear», «atómico», «nuclear», «atómico»...
Hace sólo una semana, más radiación. Reino Unido ha mandado un mensaje de alerta a su población ante una pandemia, ciberataque o hasta un ataque nuclear. El viceprimer ministro británico, Oliver Dowden, insta a toda la población a disponer de un kit de supervivencia que les permita subsistir durante un largo período de tiempo sin acceder a los servicios básicos.
Justificado o no, parece que el temor está calando. Lo constatan empresas como Underground Building, firma de Huelva que asegura haber construido dieciséis de sus búnkers anti radiactivos para clientes de la Comunitat. «Todos tras el estallido de la Guerra de Ucrania», matiza el empresario al frente, Francisco Márquez: «Gente de nivel medio alto que quiere su refugio en el subsuelo de chalés o parcelas privadas», describe.
En Navarra opera Grupo Secona SL desde hace 40 años. Entre sus opciones constructivas ofrece el búnker NBQ. «Sabemos de la importancia de un lugar seguro en caso de desastre nuclear», mencionan. Un responsable estima en 150 los instalados en toda España desde el inicio de la pandemia, ventas «que se intensificaron tras la Guerra de Ucrania». Una decena de sus compradores están en la Comunitat, sin mencionar más datos «por confidencialidad». Y las solicitudes de estudios para la instalación «se han disparado».
Otro referente en España es Overvoxt. Opera desde 2007 y está especializada en búnkers NBQ prefabricados. Su ingeniero, José Antonio Señorix, cifra en tres los refugios antinucleares que han vendido a clientes de nuestra región. El último, a finales del año pasado, en una lujosa urbanización de Valencia. «Y cada vez que salen noticias bélicas o declaraciones de dirigentes, las solicitudes se disparan hasta 40 al día».
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Los refugios de su empresa que han elegido los valencianos cuestan entre 60.000 y 70.000 euros, son de unos 12 metros de largo por tres de ancho y tienen cocina americana y dos habitaciones, entre otros servicios. Se han dispuesto bajo tierra a unos 6 metros de profundidad. «Eso y un revestimiento de acero de 23 centímetros de grosor o más son las claves para resistir la radiación», sostiene.
Los clientes «han pasado de ser gente adinerada a un perfil medio de familias con hijos de 40 años o más que viven en chalés, tienen miedo al empleo de las armas nucleares, se muestran preocupados y temen por el futuro de sus hijos», ahonda el ingeniero.
En Alzira está radicada Structural Limits, constructora que también se ha lanzado al negocio del refugio NBQ, entre otros productos. Su administrador es Javier Rosario y cifra en tres los búnkers establecidos en la Comunitat desde la pandemia, dos en Valencia y uno en Alicante. Cualquier intento por obtener una imagen o afinar su ubicación es en vano: «Esto es como una caja fuerte. Confidencialidad máxima. Hay quien no lo revela ni a sus familias. Temen que puedan ser asaltados o expropiados si llega el día de la necesidad», detalla.
Javier Rosario
Administrador de la constructora de refugios NBQ Structutal Limits
Entre los interesados, «hay profesores, empresarios o jubilados con alto poder adquisitivo, gente de clase media-alta». Los que han construido en la Comunitat oscilan entre los 35.000 y los 40.000 euros, tienen unos 40 metros cuadrados, un metro de grosor de hormigón, ventilación autónoma, puerta armada, zona de higiene, literas, cocina o despensa.
Bunker World trabaja en Zaragoza. Su responsable, el empresario constructor Perfecto Espinosa, cifra en cuatro los refugios NBQ instalados en propiedades de la Comunitat, «todos prefabricados y soterrados en la provincia de Valencia en el último año y medio».
Los modelos que han interesado en tierras valencianas rondan los 45.000 euros, mencionan. «Pero cada uno puede gastarse lo que quiera, según el acabado y espacio», menciona. Los vendidos en Valencia tienen capacidad para seis personas, ventilación NBQ y ducha de descontaminación, entre otras prestaciones.
Detrás de Bunker Vip está un empresario toledano, Fernando Díaz. La firma nació hace año y medio y estima en una decena las solicitudes de presupuesto que le han llegado desde la Comunitat. Sus instalaciones antinucleares se reparten por chalés y otros espacios privados de Madrid, Cataluña o Marbella. «Hemos construido 16 y tenemos otros 10 trabajos encargados . Y la demanda crece: »Sólo en abril, 46 consultas desde todo el país«. Díaz explora el mercado valenciano »en busca de acuerdos con inmobiliarias o constructoras para incluir ya el búnker dentro de los proyectos de obra nueva«.
En otros casos, secretismo absoluto. Como el de un interlocutor de Hermanos Selles SL, que opera en Alicante. «No quiero hablar. No pierda el tiempo», menciona antes de colgar. En su web se presenta como empresa de construcción y reformas en Alicante. Y en su oferta, también el búnker anti radiación.
ABQ Refugios Atómicos es una de las veteranas en España, en el sector desde 1970. Sus refugios están por toda España, y también en la Comunitat. Pero su responsable, el ingeniero industrial Antonio Alcahud, no desea entrar en cifras. En la costa este de España (no precisa más) ABQ ha construido un gran búnker de 220 m2. La empresa le atribuye «resistencia a una explosión atómica como la de Hiroshima a 300 metros del epicentro y con todos sus efectos asociados: radiación gamma directa, lluvia radioactiva diferida, efecto sísmico…». El vídeo bajo estas líneas muestra cómo es.
Según mantiene, también está concebido para explosiones de 100 kilotones a 600 metros, 10.000 kilotones a 1 kilómetro o 100 megatones a 5 kilómetros. «La bomba del Zar», la mayor ensayada de la historia «fue de 60 megatones», remarca ABQ. Está proyectado con víveres, agua y energía para resistir «hasta dos años».
En una web de anuncios se ofrece la reserva, por 150 euros al mes, para el «derecho de uso de un búnker nuclear o refugio de emergencias» en Campanar. El promotor anuncia también la opción a venta: «Se vende búnker urbano, seguramente el mayor de España». Anuncia estancias para «entre 60 y 100 personas» y habla de él en futuro: «Estimamos entre 12 y 18 meses para acondicionarlo». Su precio es de 3,4 millones de euros.
Tras el anuncio está Rumbo Efectivo, consultoría estratégica y empresarial. José es su responsable de expansión e industrial: «Preferimos vender aunque se dan otras opciones, porque la inversión es grande y se encarece», resalta. No menciona si alguien ha pagado o reservado pero sí que la mayoría de los interesados son de fuera» y que el interés «aumenta desde la invasión de Rusia y, mucho más, desde el conflicto entre Israel y Gaza».
¿Sirven realmente los búnkers ante un ataque nuclear? Obviamente, depende de la distancia de la explosión, intensidad del artefacto… Al fin y al cabo, están pensados para algo que no ha sucedido y difícilmente se puede ensayar. Quienes los venden o construyen mantienen su capacidad como solución provisional, sustentada en la profundidad, gran grosor del acero u hormigón o su implantación en otros países del centro y norte de Europa.
«En Suiza, el código técnico de edificación marca que cualquier edificio, sea del tipo que sea, disponga de refugio NBQ», destaca el empresario valenciano Javier Rosario. Es decir, « allí se está protegiendo por ley al 100% de la población».
Iván Cabrera
Director de Arquitectura en la UPV
Otras voces cuestionan su efectividad práctica. En especial, por las consecuencias secundarias. «No me parece útil», valora Iván Cabrera, director de Arquitectura de la Universitat Politècnica de València UPV: «Con una explosión nuclear no sólo es peligroso el estallido, sino la radiación que queda después y puede tardar años en desaparecer, haciendo el tema del refugio un tanto superfluo».
¿Cuánto daño puede hacer una bomba atómica? Uno de los simuladores más conocidos es el que propone Outrider, plataforma internacional que alerta y conciencia sobre el horror atómico. Estimaba en 1,2 millones de muertos y más de 400.000 los heridos si una bomba como la del Zar, la mayor probada por Rusia, estallara en Valencia. Sería el caso extremo y estima en 80 kilómetros cuadrados el área de expansión de la radiación.
Hay más preguntas. ¿Existen en España refugios de índole militar o de protección civil ante una amenaza de origen bélico? ¿Algún protocolo o plan relacionado con ataque atómico? ¿Acaso algún refugio previsto para una o varias autoridades?
La cuestión parece ser un asunto delicado. O secreto, pues nadie lo aclara entre las autoridades consultadas. El Ministerio del Interior responde con un enlace a las medidas de riesgo nuclear vinculado a las centrales energéticas. Pero nada menciona ante la de conflicto bélico, bien distinta.
Defensa desvía la cuestión «a través de Consejo de Seguridad Nacional o del Consejo de Seguridad Nuclear». En el primer organismo, dependiente de Presidencia, nadie ha respondido. El segundo se desvincula y aconseja consultar a Interior o Defensa. Conclusión: bucle sin respuesta. Emergencias de la Generalitat lo deja claro: «Las situaciones de guerra corresponden al Gobierno de España».
Su presidente, Pedro Sánchez, sí tiene refugio garantizado. A sus pies. Hay un gran búnker para las máximas autoridades del Estado en el Palacio de la Moncloa. El impulsor fue el expresidente Felipe González. Un reportaje de ABC Historia cita que costó 60 millones de euros. Se le atribuye una capa de hormigón de tres metros y capacidad para resistir un ataque nuclear. Puede albergar a cerca de 200 personas en tres plantas y allí «podrían resistir aisladas varios meses», destacan.
El expresidente José María Aznar se bajó allí en la temida noche del 'Efecto 2000', aquel supuesto riesgo de caos electrónico generalizado con el cambio de milinio. Sánchez lo usó también cuando la pandemia golpeaba con dureza, en abril de 2020. Decidió reunirse allí con su equipo de gobierno.
En el cuartel general de la OTAN, en Bétera, disponen de tiendas desplegables con protección NBQ. La Comunitat cuenta con la unidad clave del Ejército de Tierra para responder a una crisis nuclear. Es el Regimiento NBQ, con sede en Paterna. La solicitud de este diario para abordar con algún responsable el tema de los refugios no ha sido atendida.
Su principal misión es apoyar a otras unidades militares en la defensa contra agresivos NBQ «en cualquier escenario», para anular o neutralizar sus efectos. Son los encargados de asesorar ante este tipo de amenaza y dirigir la red de alerta entre las unidades desplegadas. «Está preparado para apoyar a las autoridades civiles ante catástrofes naturales, accidentes industriales y atentados terroristas que usen este tipo de agresivos», destaca el Ejército de Tierra.
El secretismo sobre la clientela de los búnkers NBQ es absoluto. Únicamente uno de los compradores valencianos, cliente de Overvoxt, ha accedido a explicar sus motivaciones. Prefiere hacerlo de manera anónima. A pesar de los intentos de LAS PROVINCIAS, ningún comprador accede a una visita a su refugio ya instalado. Ni por asomo quieren que se conozca su ubicación.
El dueño del búnker pertenece al sector de la seguridad informática. «Lo compré para poner a salvo a mi familia en caso de que sea necesario», destaca. En su caso fue tras la irrupción de la pandemia, pero el estallido de la guerra de Ucrania ha afianzado su decisión.
No menciona cuánto se gastó, pero sí que siente «seguridad si pasa algo, ya sea una guerra o que entren a robar en casa». Dos pájaros de un tiro. El búnker «tiene lo necesario para vivir abajo durante unos meses. Puedo refugiarme con la familia de forma segura y esperar a la policía o las autoridades». El propietario aconseja comprar uno, «quien se lo pueda permitir, ya que este mundo es cada vez es más inseguro».
Como explica uno de los empresarios consultados, «tal es el nivel de cautela que no quieren ni que hagamos fotos de la entrada una vez colocados los búnkers, por si a alguien se le ocurre medir la ubicación a través de las sombras que proyecta el sol en la hora y día del registro de la foto». El cliente paga, el cliente manda.
ANÁLISIS Jesús de Salvador. Doctor por la UCV y miembro del comité científico del Instituto de Estudios Estratégicos e Internacionales
El éxito en la resolución de las emergencias y crisis, en el ámbito que nos ocupa, amenaza nuclear y protección civil, se debe basar en las tres P: prevención, planeamiento y preparación. Es decir, trabajar por anticipado. No esperar a que empiece la cuenta atrás para actuar, después planificar y realizar protocolos de actuación. Y, finalmente, adiestrar y coordinar a todos los actores interesados: desde las unidades de esa protección civil, las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad y la propia población civil, que al final sería el objetivo de la devastación nuclear. Y si nos comparamos en las anteriores lides respecto a los países nórdicos, por ejemplo, tenemos un largo camino de mejora.
Respecto a la posibilidad de que particulares se hagan refugios nucleares o se preparen colectivos aprovechando infraestructuras previas, en ámbitos de seguridad el 'más vale prevenir que curar' es la mejor decisión. Si algo podemos concluir de los últimos conflictos bélicos es que cualquiera o cualquier evento (ya sea un concierto de música juvenil como ocurrió el 7 de octubre en el ataque terrorista de Hamas a un mercado público en Ucrania) puede estar en el punto de mira. Todos podemos ser objetivos y un ataque nuclear puede ocurrir sobre cualquier infraestructura crítica o núcleo de población, más si cabe si es un área metropolitana, con puerto y aeropuerto.
A pesar de ello, hay que estar tranquilo. La posibilidad de que algún agente o actor internacional use un arma nuclear, en principio es bastante lejana. Pero es muy importante la política de no proliferación nuclear. Durante más de medio siglo ha habido multitud de armas nucleares en manos de dos actores principales, USA y la URSS, que no las han usado en base al principio de la disuasión.
El problema radica en que proliferen y haya muchos actores internacionales que la tengan, aunque sea sólo una o dos bombas nucleares. Con ello la incertidumbre y la posibilidad de uso aumentaría, dado el auge en todo el mundo de líderes populistas y sectarios como son los yihadistas islámicos y neocomunistas nostálgicos, todos ellos muy poco democráticos.
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