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Dos vecinos caminan por una calle de l'Alquerieta cercana al escenario del tiroteo. f. a. c.
Miedo y silencio en l'Alquerieta

Miedo y silencio en l'Alquerieta

Los vecinos del barrio de Alzira exigen soluciones a la falta de seguridad | Tiroteos y compraventa de drogas se unen a todo tipo de molestias, como ruidos a altas horas de la noche y animales sueltos en la calle

MANUEL GARCÍA

ALZIRA.

Domingo, 23 de junio 2019, 01:28

«Los jóvenes se endeudan y se van a otro sitio, pueden endeudarse y entramparse, pero nosotros, los mayores, tenemos que morir aquí. Los que vivimos aquí lo hacemos más que nada por desesperación». Vicente, nombre ficticio de un vecino del barrio de l'Alquerieta de Alzira, ya casi ha perdido la fuerza para denunciar una situación que no viene ni mucho menos del tiroteo que se produjo en la mañana del pasado jueves y que se saldó con dos mujeres heridas.

Él, como el presidente de la asociación de vecinos, Ricardo Cuenca, manifiesta su disgusto y lamenta todo lo que ocurre en la barriada, que va desde tiroteos a compraventa de todo tipo de droga pasando por molestias que, por mera comparación, serían consideradas menores pero que también les indignan como la presencia de animales en las calles o los ruidos a horas intempestivas.

Mientras camina por la calle hacia su casa, otro vecino no quiere ni pasarse a explicar lo que ocurre: «Si decimos algo de lo que ocurre en el barrio estamos vendidos», se queja, aunque a continuación añade: «Pero no hace falta ni explicarlo. Casi todo el mundo lo sabe ya».

«Si decimos algo de lo que ocurre en el barrio estamos vendidos», se lamenta un vecino

Otra mujer que se asoma a la calle ni siquiera permite que se le acerquen los periodistas. Recuerda que en 2006, cuando asesinaron a cuatro personas, «una televisión me grabó sin que me diera cuenta y después tuve algún problema».

Y es que el tiroteo del pasado jueves, en el que resultaron heridas dos mujeres, no es algo excepcional en el barrio. El más recordado fue el del fatídico 30 de marzo de 2006, cuando cuatro personas fueron asesinadas en una lucha entre clanes. Pero ha habido otros, aunque sin ese resultado tan sangriento. A los cuatro tiroteos que la Policía Nacional tiene contabilizados desde 2006, «hay que sumar otros muchos episodios en los que los vecinos llaman y dicen que oyen disparos en las calles y que quedan en nada porque son personas disparando», reconocen fuentes policiales. La tenencia ilegal de armas es bastante común entre algunos vecinos.

El tráfico de drogas es otra de las lacras de la barriada. Pese a los golpes policiales efectuados, el fuerte arraigo impide un total descabezamiento de las organizaciones. En los dos últimos meses de 2018 y en enero de este año hubo varios golpes policiales con 23 detenidos, se localizaron ocho puntos de venta de droga entre las que había, además de unas 4.000 plantas de marihuana, diversa cantidad de heroína y cocaína. La presencia de clanes que manejan este mundo ha convertido el barrio en un espacio en el que no es fácil vivir.

Las calles General Prim y Luchana son de las más conflictivas del barrio. En la primera de ellas hay varias casas que se han ido quedando vacías. El presidente de la asociación vecinal explica los motivos: «Quieren que la gente se vaya yendo poco a poco para poder comprarlas por poco dinero o incluso ocuparlas». Ricardo Cuenca explicó que la indignación de los vecinos marcó un nuevo tope en la mañana del pasado jueves: «Muchos me llamaron disgustados y me decían que así no podemos continuar». De este modo, su intención es reunirse en breve con las fuerzas políticas y policiales y reclamarles soluciones: «Es verdad que se ha avanzado en los últimos años, pero hay que tomar decisiones drásticas». Su cargo está sobre la mesa, explica. Pese a que sí hay presencia policial, según Cuenca, no se ponen todas las multas que se debería ni se actúa con el rigor necesario «porque luego nos dicen que como no las van a pagar...».

Aunque desde el Ayuntamiento se intentó dignificar el barrio tratando de que familias con hijos vivieran en la zona con alquileres sociales muy asequibles, la medida no ha provocado que siga habiendo un porcentaje de personas que optan por el delito como forma de vida, «no saben hacer otra cosa», reconocen desde la policía.

Los animales también son parte del particular ecosistema de l'Alquerieta. Empezando por los gallos que se usan para las peleas ilegales. «Los dos principales implicados en el tiroteo del jueves tenían en sus casas», explican fuentes de la investigación. Caminando por el barrio no dejan de escucharse sus cantos. Hay vecinos que en ocasiones incluso celebran peleas en plena calle.

Precisamente otros animales, los palomos deportivos fueron los causantes involuntarios del tiroteo. Según explica un técnico de la Federación Valenciana de Colombicultura presente en la zona, «no es primera vez que nos llaman para comprobar si hay animales robados».

La presencia de caballos en las calles, en ocasiones sueltos, también es nota habitual pese a las quejas de algunos vecinos.

El colectivo vecinal que defiende una convivencia respetuosa confía en que, además de las medidas que se puedan tomar, la finalización del retén de la Policía Local, que se situaría a muy pocos metros de la barrida, pueda servir como solución y como un cierto bálsamo, aunque temen que simplemente provoque un traslado de quienes generan más problemas: «Se irán a otra parte, esta gente no tiene raíces ni grandes bienes que conservar».

Los intentos por mejorar el barrio por parte de diferentes equipos de gobierno no han dado los frutos suficientes y los problemas de convivencia se mantienen: «Además de las drogas y las peleas hay otro problema que puede parecer menor en comparación y es la falta de educación a la hora de mantener silencio por las noches. Pueden sacar una guitarra a la calle y comenzar una fiesta sin importarles la hora que sea».

«Espero que este tiroteo suponga que de verdad los políticos se lo toman en serio y hacen lo que tengan que hacer», explica un vecino que lamenta la mala fama del barrio: «Es cierto que ha pasado de todo aquí, pero muchas personas somos gente normal que sólo queremos vivir sin molestar a nadie, pero hay otros que...», y sin querer decir nada más, da media vuelta y se va.

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