Barranco de El Bosquet a su paso por Moixent. B. González

El miedo a vivir al lado de un barranco

Multitud de localidades se han construido junto a estos cauces que suelen ir secos pero que en momentos de fuertes lluvias son un gran peligro

B. González/ A. Talavera

Carcaixent

Jueves, 14 de noviembre 2024, 19:43

Paiporta o Chiva han sufrido las consecuencias de vivir junto a un barranco. Cauces que habitualmente transcurren secos pero que en ocasiones excepcionales como la de la DANA del 29 de octubre se convierten en un lecho de destrucción.

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En la Comunitat son muchos los municipios que se han construido alrededor de estos canales y que sufren frecuentes inundaciones a causa de que no están preparados para grandes cantidades de agua en pocas horas. Uno de estos lugares es la pedanía de Cogullada, en Carcaixent, donde el barranco de Barxeta anega cada varios años las pocas calles de este núcleo habitado. Allí sus vecinos dicen estar acostumbrados a las crecidas del Barxeta y las casas ya se han ido adaptando a estas riadas, todas con varios escalones hasta la entrada principal para salvar las pequeñas inundaciones. Sin embargo, no dejan de tener un cierto temor a que una de las crecidas sea más devastadora que las conocidas hasta el momento como ha pasado en l'Horta Sud.

La Confederación Hidrográfica del Júcar ya tiene previsto un proyecto para intentar proteger de las inundaciones Cogullada con el encauzamiento del barranco y la construcción de un muro de protección de hormigón armado, una mota, para reconducir el agua. Una actuación que lleva años en la agenda pero que no se concreta. Así, durante esta DANA, hasta en dos ocasiones los vecinos de Cogullada estuvieron en alerta máxima, en la primera el agua llegó a las casas, en la segunda, hubo más suerte, el nivel no ascendió tanto como estaba previsto. Mientras llega la mota de defensa los vecinos tienen a mano siempre sus barreras. Días después de la alerta roja y de la jornada negra para la provincia de Valencia, todavía se puede ver el rastro del cordón policial en las entradas de Cogullada, que quedó aislada, y campos anegados por el agua del Barxeta que todavía no ha podido ser absorbido.

«Con cada alerta te pones a temblar»

Juan Carlos está planeando elevar aún más la entrada de su casa en la que ya tiene dos escalones. Vive en Cogullada y las crecidas del barranco de Barxeta ponen en riesgo su vivienda de forma frecuente.

En esta pedanía están acostumbrados a las inundaciones pero después de lo visto en la zona de l'Horta donde el barranco del Poyo ha arrasado con todo el temor es evidente.

«Con cada alerta te pones a temblar y más ahora, ya no sabemos que puede pasar», explica este hombre de 61 años que recuerda que con esta DANA ha sido una de las veces que más ha subido el nivel del agua en las calles.

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En esta ocasión en Cogullada hubo dos sustos, la del fatídico martes 29 de octubre cuando el barranco se desbordó y corrió por las calles y dos días después que finalmente aguantó el cauce. Sin embargo, los vecinos estaban de nuevo preparados para lo peor.

Así lo cuenta también Concha que explica que se subió al primer piso con algo de leche y comida por si luego no podían bajar.

A María Jesús la alerta le llegó cuando estaba trabajando y tuvo que volver para ayudar a su madre que tiene problemas de movilidad. No pudieron salvar algunos de los muebles que ahora tienen en la terraza para ver si se secan y se pueden recuperar. «Después de lo visto, ahora el miedo cada vez es mayor porque hemos visto que el nivel sube más», reconoce esta mujer.

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Calles de Cogullada. Corredor Mediterráneo a su paso por Alboraia Vicent Adell

Por su parte, otros vecinos se toman esta situación con más confianza. «Cada vez que llueve, ponemos las barreras en las puerta, subimos algunas cosas de valor y nos calzamos las botas de agua. Es lo que hay». Con esta naturalidad explica Ana como se vive en Cogullada.

Los vecinos conocen el protocolo cada vez que hay algún aviso meteorológico. Todas las casas tienen un par de escalones antes de entrar para evitar que el agua llegue al interior pero además se da el aviso para que coloquen en las puertas las barreras de madera que todos tienen preparadas.

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Si la alerta es más elevada, el Ayuntamiento pasa por las calles avisando de que suban a las plantas elevadas, sobre todo, a las personas mayores y niños.

«No he pasado miedo porque llevo toda la vida viviendo aquí y sé lo que pasa», comenta Ana que trabaja en uno de los bares del pueblo y que explica que pasó la alcaldesa avisando a todos para que estuvieran prevenidos.

«Estamos acostumbrados», es la frase que más repiten los vecinos de Cogullada aunque sí es cierto que reconocen que en esta ocasión el nivel del agua alcanzó zonas donde habitualmente no llega, pero por suerte sin causar graves daños materiales.

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Carreteras y vías, muros para el Carraixet

Otro de los barrancos que suelen desbordarse cuando se producen fuertes precipitaciones es el del Carraixet. Lo saben muy bien los municipios de l'Horta Nord por donde transcurre que están pendientes de las precipitaciones que se producen en la Sierra Calderona, concretamente en los municipios de Serra y Náquera, donde está la cabecera del Carraixet.

Sin embargo, vecinos como los de Alboraia no ponen el foco tanto en la capacidad del barranco, sino en las barreras que suponen las infraestructuras construidas que consideran que son un obstáculo para la salida del agua hacia el mar.

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Desde la asociación de vecinos Centre Històric dicen confiar en los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Júcar. «Nosotros confiamos en que se hayan hecho las cosas bien», además de que «la caja del Carraixet es más grande que la del Poyo», subrayan. El problema, añaden, está en «el corredor Mediterráneo y la V-21 y los dos metros de muro que frenan la salida natural del agua al mar».

En la noche de la DANA, el pasado 29 de octubre, sí que la policía recibió numerosas llamadas de vecinos, propietarios de alquerías cercanas al barranco, preguntándonos cómo bajaba el caudal del barranco. De hecho, el Ayuntamiento de Alboraia tuvo que desmentir un bulo que circulaba por las redes sociales sobre que el barranco estaba llegando a su límite de capacidad. La Policía Local tuvo que grabar un vídeo de cómo estaba el barranco para tranquilizar a la gente.

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El Consistorio alboraier viene solicitando al CHJ la limpieza del mismo. «Lo intentó hace un año, pero se paralizó por protestar al hacerlo en época de anidación».

En Moxient, en la comarca de la Costera, el barranco del Bosquet atraviesa una parte del centro del pueblo. A un lado y a otro del mismo hay construidas viviendas. Los vecinos consultados por este periódico sólo recuerdan que el barranco se desbordara en una ocasión, en la DANA de 2019 y explican que no fue por la falta de capacidad, sino por «las barreras que ponemos nosotros».

Aquella vez se desbordó porque el agua fue desviada en una zona más alta por la plancha de un quitamiedos en la carretera del Bosquet que impedía que el agua llegara hasta el río. Se inundaron varias casas, varios coches fueron arrastrados y un trozo de calzada se cayó.

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«Hemos aprendido a base de palos», explican unas vecinas, que aseguran que, aunque siempre está el miedo, al no poderse prever ni parar la fuerza de la naturaleza, las medidas correctoras que se han adoptado, como la eliminación de esas barreras y el refuerzo del propio puente del barranco, les da más tranquilidad.

Coinciden con vecinos de otras zonas en que es necesaria la limpieza de cauces, para que las ramas, troncos y basura que algún incívico tira, no sirvan de barrera y haya desbordamientos.

Creen fundamental que no se construya junto a barrancos y ríos como se hizo en su momento con estas viviendas, aunque insisten en Moixent, no hay que lamentar desgracias. «Mi madre vive en este edificio junto al barranco y a pesar de las crecidas, la estructura no se ha visto afectadas», indica una vecina.

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La dueña de un establecimiento frente al barranco reconoce que hasta que no le hemos preguntado no se había parado a pensar que pudiera pasar lo mismo que en las localidades afectadas por la DANA del pasado 29 de octubre. Aún así cree que el caudal es grande y confía en que no ocurrirá lo mismo.

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