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El milagro de San Isidro: sobrevive a su cuarta riada

La figura del santo se conserva después de que la DANA haya arrasado por completo la calle que lleva su nombre en Chiva

Héctor Esteban

Valencia

Miércoles, 13 de noviembre 2024, 00:28

La calle San Isidro de Chiva es ahora mismo un recuerdo. Desde el martes 29 de octubre prácticamente no existe. El agua arrancó casas, calzada ... y muros. Desde las barandillas del puente nuevo y de la calle Ramón y Cajal se ve lo que ya no es. Ahora, un gran socavón es la fotografía de uno de los rincones más característicos de Chiva. Los vecinos no han podido volver a sus casas y la calle está acordonada por el riesgo de derrumbe de alguna casa. De hecho, las máquinas ya han echado abajo algún inmueble.

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Entre tanta destrucción hay un milagro, en la hornacina al final de la calle, de lo poco que no ha sido arrasado por el agua. La imagen de San Isidro sigue allí, caída, pero entera. Y con esta, es la cuarta riada a la que sobrevive. «Creemos que está allí. En los primeros días, tras la DANA, parece que estaba inclinada y ahora puede ser que haya caído porque ha cedido parte del interior de la capilla. Está en una capilla de calle y el dueño de la casa es el que tiene las llaves», señala don Javier, párroco de Chiva. Cuando por fin se pueda pasar, habrá que ir hasta el final de la calle a tratar de rescatar la imagen de San Isidro. Junto a la hornacina está la entrada a la cueva, que también se ha quedado sin puerta.

El agua arrasó con la vivienda que había junto a la capilla y sólo se ha podido salvar un trozo de la pared blanca encalada, justo donde está la imagen. «San Isidro tiene que estar ahí, en su hornacina. Ha sobrevivido al agua y no es la primera riada que le pasa por encima», explica Alberto, agricultor de Chiva y una de las personas que más ha trabajado con su tractor durante estos días. Cada 15 de mayo, festividad del santo, este agricultor chivano tira una traca en su honor. «Le pido salud y que llueva, pero creo que esta vez se ha pasado», apunta con cierto humor, que es lo poco que se puede conservar.

Alberto tiene en la misma calle el garaje, donde guardaba parte de sus herramientas y que algunas han quedado inservibles por la DANA. Ha trabajado como un titán para ayudar a sus convecinos y ha tenido tiempo de ir a Paiporta a echar un cable. «Ahí abajo hay mucha desorganización».

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La calle San Isidro totalmente destruida con la hornacina de la imagen intacta tras el paso de la DANA. LP

San Isidro se ha salvado de la DANA, igual que ha pasado en las otras tres que se han dado en los últimos 75 años. De hecho, junto a la hornacina hay una azulejo con la siguiente inscripción: «Esta imagen fue inundada y afectada por las aguas del día 28-9-1949 y restaurada el día 24-4-1982». A la imagen de San Isidro Labrador le acompañan un Ángel, un arado y dos bueyes.

Hace 75 años, la riada fue muy similar a la del pasado 29 de octubre, aunque los más mayores del lugar aseguran que esta última ha sido mucho peor. En 1949, el agua también destruyó parte de la calle San Isidro y arrastró barranco abajo a un matrimonio con su hijo. LAS PROVINCIAS contó así el suceso en su páginas: «En Chiva, todos los barrancos que afluyen al llano denominado El Armajal se desbordaron, así como el que circula por medio de la población. Han quedado completamente destruidas diez u once casas y han desaparecido tres personas –un matrimonio y un niño–. Unas doscientas o trescientas hanegadas de huerta han quedado arrasadas. Los daños en este término se calculan en 10 o 12 millones de pesetas». Las víctimas fueron encontradas a dos kilómetros aguas abajo.

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En 1957, la riada de Valencia pasó casi de puntillas por Chiva. El cauce del barranco acumuló agua pero nada que ver con lo vivido en la capital con el cauce del Turia. De hecho, los chivanos más longevos casi que ni la comentan, y si lo hace, es para restarle importancia.

En 1983, la avenida de agua que arrasó parte de las fábricas del polígono industrial, también respetó la capilla de San Isidro. El barranco se desbordó, especialmente a la altura de la calle Buñol, donde derrumbó el muro de piedra -aún se conserva en el tramo final y curiosamente ha sobrevivido a esta riada-.

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Ahora, cuando se pueda pasar, habrá que ir a ver al santo, examinar la escultura y, si hace falta, volver a restaurarla para que siga en su hornacina y que la calle San Isidro, en lo que se pueda, vuelva ser casi lo mismo.

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