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Paula Hernández
Viernes, 28 de julio 2023, 09:02
Pensó que su vida se acababa. Con tan sólo siete años le amputaron la pierna izquierda por culpa del cáncer. Pero podría haber sido peor. ... Los médicos le dijeron a Mireia Cabañes que tenían poca esperanza de vida. Pero la deportista valenciana no se dedicó a llorar por su desgracia, si no que el dolor le abrió los ojos. Se decidió a aprovechar al máximo cada uno de sus días. Cambió las salas de espera del hospital por las olas del mar. A las puertas de cumplir 40 años, Cabañes es campeona de España y Europa de surf adaptado, subcampeona del mundo de parasurf e influencer. En sus redes sociales adopta el nombre de 'Eme Cabañes'. Lejos de mostrar una vida idílica, la surfista es abierta con sus seguidores. No edulcora su realidad. También habla de sus altibajos. Eso sí, siempre transmitiendo un mensaje positivo. Su discapacidad es su «mayor dosis de adrenalina y libertad».
Era una niña cuando la ingresaron en el hospital después de estar varios meses quejándose de «un insoportable dolor en la rodilla». En aquel momento, las circunstancias pudieron con ella: «No tenía ganas de jugar ni hacer nada». El dolor se adueñaba de su frágil cuerpo de niña. No le abandonaban ni la fiebre, ni los vómitos. Tuvieron que hacerle múltiples pruebas hasta que dieron con un diagnóstico: un tumor maligno en sus huesos. Concretamente, un sarcoma de Ewing que le dejó sin la pierna izquierda. Pero no se rindió. Según sus propias palabras, la «superación y la constancia» son sus señas de identidad. Un vivo ejemplo de que la discapacidad también puede ser sinónimo de fortaleza.
¿Con siete años llegaba a comprender la compleja situación?
Desde el primer momento lo comprendí gracias a mis padres. Fueron sinceros y sensibles conmigo. Me explicaron que estaba enferma de una manera que mi yo de niña lo comprendiera. Aunque era muy pequeña, sabía que mi vida estaba en peligro. Podía perderlo todo. Pero mis padres me ayudaron a comprender que llorar no era la solución. Así que confié en los médicos que me trataron. Podía curarme o no salir de esta. De aquella etapa me llevé una gran lección: vivir cada día como si fuera el último.
¿Cuál es su rutina?
Lo tengo bastante complicado para entrenar porque en Valencia apenas hay olas. En lugar de surfear, me dedico a remar, que también es un trabajo físico importante. Durante el día hago entrenamientos de cardio y practico movimientos funcionales enfocados al surf. En mi rutina también incluyo ejercicios que me ayuden a fortalecer músculos. Paso el día intercalando la piscina y el gimnasio.
¿Cómo se puede destacar en el surf siendo discapacitada?
No negaré que es muy complicado. Gracias al ejercicio físico he fortalecido la musculatura. El problema viene a la hora de hacer maniobras o giros. Me cuesta encontrar una posición más cómoda y debo buscar alternativas para poder moverme dentro del agua. Además, al no tener una pierna y entrar al agua sin prótesis me limita bastante el movimiento.
¿El dolor crónico le supone un impedimento?
Sí, hay veces que sí. En competiciones me callo, hago de tripas corazón, aguanto y sigo adelante. En la última que participé tenía un dolor de cadera impresionante, además me lesioné el hombro. En la final entré al agua con muchísimo dolor pero pensé que sólo debía aguantar 20 minutos. Había que ir a por todas, así que aguanté el dolor y seguí.
¿Cómo le hace sentir el surf?
Libre. Adoro la adrenalina. Me da energía y satisfacción a partes iguales. En tierra ando y me salen heridas, pero dentro del agua es muy distinto. Si volviese a nacer querría que mi hábitat fuese el agua. Ser un pez, un tiburón o una sirena. En el mar tengo que tener los cinco sentidos tan enfocados que me olvido de todo lo demás.
A nivel económico, ¿le resulta costoso este deporte?
Sí, el surf es un deporte bastante caro, no solo por los materiales, sino porque hay que viajar para entrenar. El coste de los entrenadores tampoco es barato. En mi caso, muchas veces dependo de otra persona para que me ayude. Si a eso le sumas también la prótesis el coste es muy elevado. De hecho, ahora que tenemos la liga nacional, la europea y la internacional, solo podré ir a la nacional. No me puedo costear el competir en todos los campeonatos.
¿Cómo mira la sociedad a las personas con discapacidad?
Yo creo que nos ven con admiración y motivación. Pienso que reciben el mensaje de que con esfuerzo se puede hacer cualquier cosa. Sí que es verdad que a las marcas todavía les cuesta incorporar en sus campañas a personas con distintas discapacidades. Sin embargo, gracias a la visibilidad que se le da a través de redes sociales vamos por buen camino. Costará, sí, pero quiero pensar que servirá para algo.
¿Tiene esperanzas de que el surf adaptado sea un deporte paralímpico?
Sí, por supuesto. Estamos todos ansiosos esperando la llamada del Comité Internacional Paralímpico ahora en septiembre para saber su decisión ante Los Ángeles 2028. Desde la Asociación Internacional de Surf (IAS) y otras federaciones se está trabajando para llegar a las Paralimpiadas. Así que yo creo que tarde o temprano llegará a ser un deporte paralímpico.
Es un ejemplo para muchas personas, ¿usted tuvo algún referente?
Fue complicado no tener a nadie en quien fijarme, no había nadie como yo. Ser ahora referente en redes para mí significa intentar transmitir a la gente lo que yo siento y darles todas las posibilidades del mundo contando mi historia. Es por eso que decidí crear la página web y mostrar mi día a día en Instagram.
En los premios de la Fundación Randstad, ha sido premiada por su trayectoria y por su lucha por la inclusión social, ¿cómo se sintió?
La verdad que no me lo esperaba para nada. Me sentí muy contenta y, sobre todo, súper orgullosa. Siempre seguiré fomentando la inclusión tanto en el deporte, como en la vida laboral. Ganar el premio ha supuesto un empujoncito que me ha servido para darme cuenta de que estoy haciendo lo correcto.
¿Qué relevancia tiene la salud mental en su carrera?
Desde luego que es lo más importante. En todo mi proceso sufrí un bajón muy grande, tanto físico como mental. El dolor te absorbe tanto que si no tienes la mente fuerte es muy difícil salir adelante.
¿Qué le diría a los jóvenes, especialmente a los que ven cómo su vida cambia de repente?
Les diría que se tomen su tiempo para asumirlo. Sin prisas. Que no se rindan nunca porque los primeros diagnósticos no tienen por qué ser los finales. Poco a poco y con positividad encontrarán pequeñas motivaciones que les harán continuar adelante. Les diría también que vivan cada día como si fuese el último.
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