Las universidades españolas han implantado 1.131 nuevos grados y dobles grados desde el curso 2010-2011, un crecimiento del 44,4% motivado por la necesidad de adaptarse a nuevos perfiles profesionales, sobre todo en competencias relacionadas con la digitalización. Y la acogida tanto del estudiantado como del mercado ha sido positiva, aunque también se han producido algunas disfunciones. De esta nueva oferta casi la mitad (46,8%) sumó menos de 25 alumnos de nuevo ingreso.
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Son algunas de las conclusiones de la novena edición del U-Ranking, Indicadores Sintéticos de las Universidades Españolas, elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), que como novedad incluye un análisis de la evolución del mapa de titulaciones.
En cuanto a la actualización del ranking de universidades, el más reconocido de los que se elaboran en España, está liderado por la Pompeu Fabra, la Carlos III y la Politécnica de Catalunya, siendo la Politécnica de Valencia la mejor posicionada de la Comunitat. Para la ordenación se han tenido en cuenta 20 indicadores distintos, tanto de docencia como de investigación, transferencia, empleabilidad o innovación.
Respecto al mapa de titulaciones, se entiende como nueva oferta aquellos títulos que ofrece una universidad por primera vez aunque ya exista en otra institución española. Y estos se diferencian de los exclusivos, que son los que se implantan sin que consten precedentes. Se han denominado títulos innovadores.
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Francisco Pérez, director de investigación del Ivie y catedrático emérito de la Universitat de València, ha sintetizado las grandes cifras del estudio. En el periodo citado se crearon 1.760 nuevos títulos y se extinguieron 629, lo que arroja un saldo positivo de 1.131. Por cada tres que nacen uno se cierra. Y en cuanto a las causas de la evolución, ha destacado que una parte importante se debe al despliegue de las universidades privadas de reciente creación, mientras que las ya existentes, públicas y privadas, «están reordenando su oferta» fundamentalmente mediante dobles grados «con el objetivo de aumentar la multidisciplinariedad».
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«La intención ha sido responder a cambios en los campos científicos y tecnológicos y a la variación de los perfiles profesionales. Antes eran fácilmente reconocibles porque eran reducidos, y ahora con mucha frecuencia las profesionales se pueden desempeñar desde especialidades diferentes. Se busca esa combinación de disciplinas para preparar mejor al alumno a esa adaptación», ha destacado.
El incremento se ha producido en todos los ámbitos de conocimiento, y de las nuevas incorporaciones sólo 190 son innovadoras (exclusivas). Además, la evolución ha coincidido en el tiempo con una reducción del alumnado de nuevo ingreso (-6,2%), lo que «ha condicionado cómo desplegar la oferta y ha provocado que la competencia sea más intensa para captar estudiantes». En este sentido, están ganando peso las privadas en detrimento de las públicas.
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Una consecuencia de este crecimiento y de la reducción de la demanda potencial ha sido la proliferación de títulos más pequeños. Entre las creaciones el promedio de alumnado de nuevo ingreso se sitúa en 42, frente al centenar de las carreras consideradas antiguas. Y además, destacan los títulos con menos de 25 estudiantes matriculados el primer año. Son el 46,8% del total, porcentaje que si se tiene en cuenta la oferta global (contando también los grados ya existentes hasta 2010-2011), se sitúa en el 25,8%.
«Resulta cuestionable el coste y la dispersión de esta parte de la nueva oferta, pero no es menos preocupante que entre las titulaciones iniciales perduren desde hace tiempo porcentajes significativos de estos minigrados», dice el informe. A juicio de Pérez, «la permanencia de microtitulaciones supone costes y refleja la dificultad de las universidades de cerrar ofertas con poca demanda».
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Otra de las conclusiones es que la demanda de los estudiantes por las nuevas titulaciones ha sido positiva, con tasas de preferencia por encima de las que presentan los grados antiguos, así como porcentajes superiores de alumnos cursando la carrera que eligieron como primera opción.
Para Joaquín Aldás, investigador del Ivie y catedrático de la Universitat de València, «el sistema universitario español se está adaptando a los cambios, creando más títulos de los que extingue y en línea con las necesidades del mercado, la demanda de los estudiantes y las mejoras en empleabilidad». En cuanto a las «sombras», las titulaciones de muy pequeño tamaño, ha señalado que «habrá que hacer un seguimiento para ver en qué medida son capaces de captar más demanda o son decisiones conscientes para hiperespecializar determinados títulos».
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También ha reflexionado sobre la posibilidad de que se trate de ofertas mal diseñadas al no atraer suficiente demanda o que haya influido «el miedo» sobre cómo podía reaccionar el mercado.
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