Los humanos somos capaces de las mejores y peores cosas imaginables, pero lo que inclina la balanza para el primer lado es siempre la educación y los valores. Sin eso, todo se desmorona y las peores aberraciones son posibles». Con una inmensa sabiduría a sus espaldas, la reconocida filósofa valenciana Adela Cortina resume así lo que podría explicar ese otro imperio del machismo que son las agresiones sexuales múltiples.
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Tras el ingreso en un centro de cuatro menores por la presunta agresión grupal a una joven en un municipio de la Marina Alta, reunimos a cuatro mujeres expertas para que, esta vez, sean ellas las que aborden a las manadas. Pero no con la violencia, sino con su conocimiento, reflexión y experiencia, para intentar desentrañar los engranajes de una conducta atroz que parece estar cobrando fuerza entre jóvenes.
Además de Adela Cortina, aportan su visión la fiscal Coordinadora de Menores de Valencia, Consuelo Benavente; la presidenta del Observatorio Contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial, María Ángeles Carmona; y María Pérez, presidenta del Instituto Espill de Psicología y Sexualidad, referente a nivel mundial en los derechos sexuales y directora del Servicio de Atención Psicológica a Menores Víctimas de Abusos Sexuales y Menores Perpetradores de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas.
Ante los seis casos de agresiones múltiples conocidos en lo que va de año en la Comunitat (los últimos en las fiestas de la Magdalena y los de la Marina Alta con menores implicados) las expertas aportan dos explicaciones iniciales: la negativa sería «cierto fenómeno de imitación» entre los autores y la positiva, «una mayor predisposición de las víctimas a denunciar».
En efecto, el caso de Pamplona, como detonación de largo alcance, parece haber despertado un hambre de justicia entre jóvenes que han pasado por lo mismo y que están dispuestas a cambiar vergüenza y silencio por denuncia. Hay dos ejemplos muy claros: el delito de la Marina Alta sale a la luz ahora, pero la víctima lo guardaba en secreto desde julio. El terrible peso del miedo o, a veces, la coacción. En Callosa d'En Sarrià, a uno de los sospechosos de la violación grupal a una joven de 19 años le han llovido denuncias de otras chicas a raíz de su arresto. Injusticias y heridas del pasado al fin desenterradas.
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Pero hay marea de fondo. Y como en casi todas las cosas, no hay una única explicación. Entre Cortina, Benavente, Pérez y Carmona, formulan así la peligrosa ecuación que engendra manadas: un afán de poder y protagonismo que lleva a los autores a grabar el delito e, incluso, a compartirlo o un nulo temor a las consecuencias penales de sus actos.
Hay más componentes que alimentan al monstruo: una concepción de la fiesta como un campo sin límites para el disfrute más egoísta, como un 'carpe diem' mal enfocado en el que transgresión y placer son lo único importante, el peligroso gregarismo pandillero que lleva a seguir una conducta para afianzar la pertenencia al grupo o la influencia de la pornografía más asimétrica y brutal, de relaciones de dominación, al alcance de un 'click' en mentes aún inmaduras. Y, por supuesto, un machismo que, pese a todos los esfuerzos y campañas de concienciación, pervive en las nuevas generaciones.
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El torrente de maldad que desata las agresiones múltiples se anularía con una educación capaz de instalar a todos, y por encima de cualquier otra disciplina, el 'chip' de oro, el de la empatía. Según Cortina, aquello de 'no hagas al otro lo que no te gustaría que te hicieran', falla en algunos jóvenes y se sustituye por un 'a disfrutar como si no hubiera mañana'. Y de ahí a la cosificación, sólo hay un paso. «Supone concebir a una persona, en estos casos una mujer, como un mero juguete con el que divertirse. Esto es terrible, es un rotundo fracaso humano y educativo». Y en esta tarea, ya se llame empatía, ética, educación sexual o en igualdad, aporta Pérez, «los adultos estamos fallando, en familia, en los colegios, en la Administración».
Entre las cuatro expertas, urgen a los padres a tomar las riendas de las explicaciones de la sexualidad desde bien temprano y no esperar a que se confundan con lo que descubren por internet o comparten con un móvil que cada vez se les da a edades más impropias. Y a los colegios, a dedicar más horas a formar buenas personas en el sentido más amplio, con asignaturas en las que se inculque y se practique la empatía, los derechos humanos o la sexualidad en igualdad. Un cambio educativo de raíz y una justicia «rotunda» contra las manadas.
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6 agresiones sexuales en grupo denunciadas en la Comunitat en el primer trimestre del año. La Marina Alta, Castellón, Callosa d'En Sarrià, la Vila Joiosa, Burriana y Orihuela son los escenarios.
1.600 delitos sexuales en la Comunitat en 2018, un 17% más que en el año anterior. En 2017, Interior contabilizó 590 víctimas menores de delincuencia sexual, de las que 102 denunciaron violaciones.
168 violaciones denunciadas en la Comunitat durante 2018, un 40% más que en el año anterior. Es el delito que más crece.
Adela Cortina. Filósofa y ensayista
Adela Cortina confiesa sentirse «impactada y desconcertada» ante las agresiones grupales. La filósofa valenciana y catedrática de Ética de la Universitat de València asegura que «tomar a una mujer por objeto de diversión entre varios es el peor fracaso humano, un absoluto supremacismo machista y un ejemplo de gregarismo despiadado».
La reconocida profesora y ensayista considera «complejo llegar a entender las causas», pero anota una combinación de factores. «Agresiones múltiples ha habido a lo largo de toda la historia, pero hoy están más presentes en la opinión pública. Los agresores graban las violaciones y las ponen en la red, se viralizan». Percibe en ellos un claro «afán de protagonismo y publicidad». Tras estos actos, ahonda, «hay manifestaciones de protesta y yo creo que a ellos incluso les gusta», pues percibe «una búsqueda de fama» en sus actos.
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Cortina acuñó el concepto de aporofobia y ve semejanzas entre las agresiones grupales y los ataques a mendigos. «Es muy parecido. Varios culminan su fiesta borrachos y atacando al más débil, al vulnerable».
También le llama la atención la coincidencia de estas agresiones con fiestas locales o de Nochevieja. «Existe entre los jóvenes una idea muy peligrosa de fiesta como un 'todo vale', un periodo de transgresión en el que no hay límites, un 'carpe diem' muy mal entendido». ¿Soluciones? Urge potenciar la asignatura de Ética como la mejor herramienta para recuperar lo esencial: «el respeto al otro en cualquier condición de la vida». Combinado con «prevención con policía de proximidad, una justicia rotunda y reprobación social unánime».
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María Ángeles Carmona. Poder Judicial
Es la mujer al frente del Observatorio Contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial. María Ángeles Carmona lleva en el cargo cinco años y ejerce desde hace más de una década como letrada de la Administración de Justicia.
«Las mujeres están aprendiendo a denunciar y es bueno, porque la violencia sexual sigue estando muy silenciada. Que se visibilice significa que hay más conciencia social y más confianza en las instituciones». Y lanza una alerta: «En España ya hay niñas agredidas con 13 años».
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A Carmona le preocupa la «insuficiente educación en colegios y familias para prevenir estas situaciones terribles». Apuesta por «educar en igualdad sexual en los colegios desde los tres años. Hay que pasar de las campañas y charlas a asignaturas con docentes especializados capaces de inculcar y grabar a fuego respeto e igualdad». Como otros, señala el peligro de la pornografía sin los apoyos parentales oportunos. «Detrás de las agresiones grupales puede haber un acceso a contenidos inapropiados de manera muy precoz. En una persona inmadura eso puede generar errores en las relaciones afectivas».
El Supremo, asegura, «está alarmado con la llegada de tantos asuntos de delitos contra la libertad sexual». Los jueces «tienen el reto de responder con contundencia y debemos buscar las máximas penas». Para Carmona la clave es «agravar las agresiones sexuales múltiples y considerarlas siempre violencia de género, pues toda violación lo es. La ley ya contempla hasta 12 años de prisión para estos casos. Si sumamos la agravante de género, llegaríamos a 15». Pero «el daño a la víctima es para toda la vida».
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Consuelo Benavente. Fiscal de Menores
Las manadas también cuentan con adolescentes en sus filas. Consuelo Benavente los conoce bien. Es la fiscal coordinadora de menores en Valencia. Ante las agresiones múltiples, no descarta «cierto fenómeno de imitación» y enmarca los casos en «la creciente violencia juvenil, no sólo en el ámbito sexual».
Benavente cita también los detonantes del porno y un mal uso de las redes sociales sin filtros. Pero, ¿qué explicaciones dan los agresores? «Aunque parezca mentira, ellos lo ven sólo desde su prisma. No lo perciben como una agresión, no lo reconocen. No terminan de entender el daño que han causado».
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Según Benavente, suspenden en la comprensión del consentimiento. Algunos reconocen la relación «pero dicen haberla entendido como consentida. Muchos no consideran que el hecho de que la víctima empuje o diga 'no' sea una oposición suficiente». En ocasiones, las jóvenes agredidas quedan paralizadas y «ellos lo encajan desde su interés, aprecian que está consintiendo». Se ha topado con frases como «ella dijo 'no', pero en realidad sí que le gustaba. Sí que quiso...». Para la experta esto «es muy grave, porque no entienden que un sólo 'no' es suficiente y que no hace falta revolverse ni empezar a golpes para manifestar una negativa». Ni tampoco entienden que el miedo paraliza.
El agresor sexual menor «aparece en todos los estratos sociales, en chavales normalizados y sin antecedentes delictivos». Benavente incide en la necesidad de despertar la empatía. «A veces me da la sensación de que algo les hace 'click' cuando les decimos: ¿Te gustaría que hicieran lo mismo a tu madre o a tu hermana?».
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María Pérez. Piscóloga y Sexóloga
María Pérez está al frente del Instituto Espill de Valencia. Es Doctora en Psicología Clínica y sexóloga, cofundadora del Comité de derechos sexuales de la Asociación Mundial de Sexología y directora del Servicio de Atención a Menores Víctimas de Abusos Sexuales y Menores Perpetradores de la Conselleria de Igualdad.
«Una violación múltiple es algo que no hacen ni los animales», lamenta. «Es un fenómeno muy doloroso para una sociedad moderna que aún necesita investigación», demanda la experta.
En el fondo subyace «machismo y una falta de respeto total. Va más allá de lo sexual. Es todo un grupo sin valores, sin consideración al otro como persona». Para la sexóloga, «todos los adultos, tanto padres, como la Administración y los colegios, estamos haciendo una dejación de funciones a la hora de educar sexualmente en valores a niños y jóvenes. Nos quejamos de que buscan todo por internet, pero no les ofrecemos apoyo e información suficiente y adecuada». Se necesita «de una vez una educación sexual en valores. Con libros, profesores, horarios y lo que haga falta».
Pérez profundiza en el gregarismo pandillero. «En la etapa juvenil impera muchas veces un líder que controla todo y moviliza al resto. Si les une la maldad y la transgresión, pueden llegar a percibir la agresión como prueba de unión y pertenencia». Es «una deshumanización total».
La psicóloga insiste en una idea: «Para una víctima de una agresión grupal no cabe el concepto de abuso. Con una manada hay asimetría, desequilibrio y poder. Eso es siempre una agresión, una contra varios y sin consentimiento».
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