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De cerca. Carmen se despide de su nuera Fina con un leve toque en el hombro de esta. Jesús Signes
«Mis nietos vinieron y no pudieron ni tocarme»

«Mis nietos vinieron y no pudieron ni tocarme»

HISTORIAS VALENCIANAS ·

Carmen lleva seis meses sin abrazos de los suyos. Los internos de una residencia reclaman levantar la prohibición de contacto físico que mantiene la conselleria

CARLOS RUBIO

Sábado, 3 de julio 2021, 00:17

Carmen tiene 85 años. Llega a la sala de espera y se sienta con la ayuda de Patricia, la supervisora de la residencia. Fina, su nuera, espera a dos metros de ella, al otro lado de la mesa. Solo se levanta para asegurarse de que no hay ningún problema, que todo está bien. No puede hacer más, las normas no lo permiten.

No hay abrazos, no hay caricias, no hay contacto físico. Las normas de la Conselleria de Igualdad aún lo impiden. LAS PROVINCIAS visitó ayer la Residencia de Ancianos Instituto Geriátrico Valenciano, en la capital, para poder vivir de primera mano la realidad de estos centros que, pese a tener tan solo 37 contagios en cuatro meses y ningún fallecido en los últimos tres en la Comunitat, sigue con las mismas medidas del 8 de abril.

En noviembre del año pasado, Carmen se contagió de Covid-19. En su casa. La empresa que atendía su dependencia, dejó de asistirla por su enfermedad, y estuvo sola un tiempo. Conocidos de la familia facilitaron su atención a domicilio, pero la situación era complicada. Se dio un fuerte golpe una de las veces que intentó levantarse y, viendo la situación, decidieron llevarla a una residencia en cuanto se pudiera.

Instituto Geriátrico fue la elegida. En este centro, todos los residentes fueron vacunados con pauta completa en enero, a excepción de las nuevas incorporaciones, que tenían que recibir una PCR negativa antes de poder formar parte de la comunidad. Al pasar las Navidades, en la residencia Instituto Geriátrico, el día 7 de enero, comunicaron a Carmen y su familia que había sitio.

8 de enero, PCR negativa en mano, entró en Instituto Geriátrico. «Ya conocía este lugar, venía con siete u ocho 'viejas' más como yo, a hacer actividades», recuerda entre risas. Lo que no se imaginaba eran las restricciones inamovibles que se iba a encontrar al entrar a la residencia.

El contacto físico estuvo prohibido desde ese mismo momento y no dependía de la residencia, sino de Igualdad. Las medidas de seguridad lograron que no hubiera ningún contagio, y el trato dentro de la residencia fue excepcional, según califican Carmen y su nuera Fina. Ahora piden algo más de flexibilidad a nivel sanitario.

El presidente de la Asociación Empresarial de Residencias de la Comunitat, José María Toro, ha reiterado esta misma semana la petición que la patronal lleva mucho tiempo esgrimiendo. Quieren que se permita el contacto físico, como ya sucede en Madrid, Cataluña o Galicia. «En un entorno seguro, con higiene de manos y mascarilla. Muchos residentes y familiares que acuden a visitarlos a las residencias ya están vacunados», aseguró Toro.

Igualdad ya lo baraja

Ayer, la consellera de Igualdad, Mónica Oltra, ya apuntó un indicio de cambio. Reconoció en la rueda de prensa posterior al pleno del ejecutivo valenciano la inamovilidad de las medidas en las residencias y anunció una consulta a Sanidad para modificarla. Sin embargo, recordó que estar vacunado «no es sinónimo de no contagiarse» y, por ello, incidió en la importancia de no pensar que la vacuna te hace inmune al virus. Pero tampoco te hace inmune a la soledad, algo que sufren ancianos como Carmen, quien lleva más de 6 meses sin poder si quiera estrechar la mano de su familia, una falta de calidad de vida.

«Cuando mis nietos han venido a verme, no podían ni tocarme. Desde la puerta hablaba con mi familia, pero era impensable el contacto. Y yo los echo de menos, me gustaría darles un abrazo», aseguró Carmen. Además, desde la residencia Instituto Geriátrico insisten en recordar la contradicción de la normativa: los ancianos no pueden tener contacto dentro de las residencias, pero sí pueden pasar tres días fuera con sus familiares y dormir con ellos.

Los mayores de la residencia Instituto Geriátrico solo piden contacto físico. Lo explica su nuera: «A Carmen le ayudaría que pudiéramos venir y cogerle de la mano, darle un abrazo, pero es ilegal».

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