EFE
ALICANTE.
Domingo, 29 de abril 2018, 00:15
La brutalidad de las agresiones sexuales queda claramente reflejada en dos recientes condenas por casos en Alicante. Un maltratador reincidente ha sido sentenciado a 21 años de prisión por vulnerar una orden de alejamiento, violar y propinar dos palizas a su compañera sentimental en la localidad alicantina de Altea. El agresor ya acumulaba cuatro sentencias firmes por diferentes delitos, algunos relacionados con malos tratos a mujeres.
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Los hechos sucedieron en Navidad de 2016 cuando el acusado, Pedro Juan L. Ll., de 32 años, golpeó reiteradamente a su pareja, que sufrió hematomas y una fractura de clavícula, entre otras lesiones. Cinco días después, volvió a dar otra paliza a su compañera. Fue el 30 de diciembre. En esa ocasión, le propinó cabezazos y puñetazos por todo el cuerpo. Llegó incluso a golpearla de forma salvaje con una cadena de perro y le echó gasolina por encima mientras le amenazaba con prenderle fuego.
Según el tribunal, la víctima acabó en un «estado total de pánico» tras esa agresión. Y de ello se aprovechó Pedro Juan para violarla. La mujer sufrió numerosos hematomas y fracturas óseas que requirieron una intervención quirúrgica en la mandíbula. Hoy sufre importantes secuelas.
Y más víctimas en plena infancia. Un tribunal ha impuesto 12 años de prisión a un hombre que emborrachó a una niña de 12 años fugada de un centro de menores, a la que después violó en un parque público de Alicante.
José D. N., se encontró con la chica durante la tarde del 13 de abril del año pasado. Ella pedía dinero a la gente para coger un autobús. Tras sentarse con ella en un banco de la calle Jijona, en la ciudad de Alicante, entabló conversación con ella para ganarse su confianza. La niña le contó que se había escapado del centro de menores y pretendía desplazarse a Gandía para ver a su familia. Pero el hombre la convenció para que le acompañara a su casa con la excusa de que si acudía sola a la estación de autobuses podía ser descubierta por la policía.
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A continuación, en un parque próximo, le ofreció una bebida alcohólica. La niña pensó que se trataba de un refresco. Él instó en que siguiera bebiendo. Como probaba el alcohol por primera vez comenzó a encontrarse indispuesta.
Ya de noche, el acusado se aprovechó de su embriaguez para llevarla a un parque. Allí le bajó los pantalones, le tapó la boca y consumó la violación pese a las súplicas desesperadas de la menor para que la soltase.
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