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Las mujeres son el 50% de la población mundial, literalmente la mitad del mundo, pero aún así tienen que demostrarlo porque ellas no son consideradas iguales a la otra mitad sino que son oprimidas, vejadas, maltratadas, diferenciadas, excluidas, desempleadas, ridiculizadas, sexualizadas y asesinadas.
Desde la mirada de un niño todos somos iguales y aunque distinguen esas diferencias que aparecen en su día a día en los juegos, en los roles y en sus propias casas;no acaban de entender por qué ocurre. Y precisamente porque es un sin sentido social, tan arraigado que resulta difícil de explicar y sólo los datos logran demostrar lo que ocurre, y que la igualdad de género no es todavía una realidad.
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Sin embargo, es el objetivo número cinco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, es decir que la comunidad internacional se compromete a lograrla y a empoderar de todas las mujeres y niñas. ¿Cómo? Marcando una serie de metas, la primera de ellas acabar con la discriminación.
«Recuerdo que hace un tiempo en el colegio me interesé en jugar a fútbol con mis compañeros pero uno de ellos me dijo que no podía. Y le dije que por qué, no entendía por qué. Me dijo que porque era niña. El propio tutor hizo unas actividades para fomentar la igual y ahora aún las seguimos haciendo», relata Vera Batista, una niña de 12 años que cree que hay demasiadas convenciones sociales y no entiende por qué los deportes no se fomentan entre las niñas. «Pueden hacer lo mismo, y hacer el mismo trabajo y no ser discriminados».
Lo cierto es que el 59'8% del paro en el último mes en la Comunitat corresponde a las mujeres, casi un 60% del desempleo lo protagonizan ellas, pero nada tiene que ver con su nivel de formación, porque son ellas las más formadas, ni con sus capacidades, sino que una vez más, los hombres no les dejan jugar, como le pasó a Vera en su colegio.
Y no sólo sufren la discriminación con el desempleo sino que también en la diferencia en la remuneración. La diferencia salarial media entre hombres y mujeres en España es de 5.941 euros. Aún más elevada es en la Comunitat, que llega casi al 22%, situándose por encima de la media del país.
«Cuando dos personas llegan de trabajar, un hombre y una mujer, es la mujer la que pone lavadoras o limpia y el hombre se queda en el sofá yo creo que porque los hombres piensan que las mujeres lo van a hacer y eso tendría que cambiar», dice Marta Lahoz, de doce años, tratando de explicar que se asume que las tareas de casa y la familia son también responsabilidad de ellas.
Las mujeres en España destinan más del doble del tiempo que los hombres a tareas vinculadas con el hogar y la familia, según apunta el propio Ministerio de Derechos Sociales y los datos recogidos para establecer los objetivos de la Agenda 2030; uno de ellos es reconocer y valorar los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados mediante servicios públicos, infraestructuras y políticas de protección social, y promoviendo la responsabilidad compartida en el hogar .
La Comunitat es la segunda autonomía con más víctimas de violencia de género, también uno de cada seis casos en niñas y adolescentes ocurre en la región. Es la principal lacra de la sociedad, los lastres en el camino hacia la igualdad
Su hermano, Luis Lahoz, algo más pequeño que ella, diez años, le da la razón a Marta: «Si es verdad que deberíamos de ayudar más en casa, pero también en el colegio muchas veces no se cuenta con las chicas, para jugar eligen primero a los chicos pero yo elijo un chico y una chica», comenta. A lo que Marta apostilla que «la verdad es que se da por hecho que no jugamos bien o que no hacemos algunas cosas, como cuando en casa les ponen más comida a los chicos porque creen que nosotras no vamos a comer tanto», dice.
Trasladado a la vida adulta, la brecha en el acceso a puestos de responsabilidad es amplia. Sólo un 33% de mujeres ocupan altos cargos públicos en la administración española. Con lo que ni siquiera cumplen la Ley de Igualdad, es decir, que haya un máximo del 60% y un mínimo del 40% para cada uno de los dos géneros. Pero tampoco en la empresa privada se cumple, por ejemplo, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en las empresas del IBEX 35, hay algo más de un 32%.
Sin embargo lo más preocupante es lo que no se ve. La violencia de género es esa lacra que sigue lastrando el camino hacia la igualdad. La Comunitat es la segunda autonomía con más víctimas de violencia de género y también es la que más casos acumula entre las edades más bajas, en niñas y adolescentes. Uno de cada seis casos en menores ocurren en la Comunitat, según alertó la organización Save the Children.
Marta sólo hace una petición pero es la clave. «Me gustaría que se educara más en la igualdad o se hablara de eso, porque en clase no se habla si no hay una pelea o ha pasado algo, pero no se hace siempre». Otro de los retos pasa por establecer un programa educativo en el que se profundice en la enseñanza para la igualdad trasladando desde las aulas la necesidad de un cambio. Contra la desigualdad y la discriminación, la educación es la mejor arma.
MARTA, 12 AÑOS
Marta ha dibujado los pensamientos y preocupaciones, porque hasta en eso se puede palpar la diferencia y la discriminación. En la mente de ella está la casa, las tareas de limpieza o la compra. Mientras en los pensamientos de él ha dibujado el dinero, la comida o el fútbol. «Las mujeres siempre se preocupan más, y aunque lleguen de trabajar igual de cansadas se ocupan de las cosas de casa, y parece como que ellos saben que es así, que lo harán ellas», explica Marta.
MARÍA, 8 AÑOS
Para María lo importante es no juzgar ni reírse de nadie. «Sí, porque un hombre y una mujer tienen derecho a jugar a lo que sea, por ejemplo al fútbol, otra cosa es que les veamos más jugar a los hombres que a las mujeres, pero a un chico le puede encantar las muñecas y no hay que reirse de nadie por eso». María explica que por eso ha dibujado a chicos y chicas jugando al fútbol «porque las chicas tienen el mismo derecho a jugar».
CARMEN, 6 AÑOS
Para la más pequeña, Carmen, todos son iguales. «Yo creo que a las niñas y a los niños hay que tratarlos igual porque todos somos iguales». Aprovechando las fechas festivas y la Navidad, dibuja a «un niño y una niña decorando el árbol de navidad juntos» y de eso se trata de compartir.
LUIS, 10 AÑOS
La preocupación de Luis es sobre el salario. Él explica que incluso a veces en los juegos se elige antes a los chicos que a las chicas, dando por hecho que ellas serán peores. «Yo lo hago salteado y así estamos igual», dice. Sobre el dibujo añade que no le parece justo que a los hombres se les pague más que a las mujeres por hacer el mismo trabajo.
VERA, 12 AÑOS
Vera confiesa que no entiende por qué hay cosas de chicos o de chicas o por qué los colores se asocian a un género. «He dibujado a una chica y a un chico jugando a fútbol, el chico vestido de rosa y la chica vestida de azul porque siempre se dice que diferentes colores eran de chico o de chica, no hay cosas de chicos o de chicas, a mi eso me parece una estupidez, y he dibujado como que los dos son tratados iguales para hacer el mismo trabajo», comenta. Cree que es injusto esa discriminación en ciertas profesiones y trabajos.
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