«El cambio climático es ya un hecho científico incontestable, no una opinión«, ha señalado Jorge Olcina. El catedrático de Geografía de la Universidad ... de Alicante ha sido el primer ponente del ciclo 'Las múltiples caras del cambio climático' organizado por el CSIC en la Comunitat Valenciana.
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El catedrático de Geografía ha centrado su intervención en los efectos del cambio climático que ya se percibe en la Comunitat. En este sentido, ha enumerado una serie de consecuencias que está provocando este fenómeno. Son lo que Olcina llama la trilogía mediterránea de efectos del cambio climático.
La primera de ellas, según ha enumerado Olcina, es lo que ha calificado como pérdida del confort climático. En este sentido, destaca el elevado número de noches tórridas que se están produciendo en los últimos años que impiden un descanso placentero por las noches.
En este sentido, en Valencia se han registrado 128 madrugadas por encima de los 25 grados (noches tórridas) desde 1940 y casi un tercio de ellas se han vivido este semestre, según resaltan desde la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
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Las noches tórridas se han multiplicado desde 2015 en Valencia y este año se lleva el récord con 27 hasta el 25 de agosto por encima de las 16 que se registraron en 2022 y 2015.
En cualquier caso, la tendencia a que haya más es evidente. Entre 1940 y 2012 se contabilizaron 49 noches tórridas. En cambio, en el periodo 2015-2023 se han registrado 79, algo menos del doble.
Desde Aemet han señalado Valencia ha alcanzado la temperatura mínima más alta de un mes de enero desde que hay registros, con 18,3 grados. Por otro lado, este pasado verano ha sido muy cálido, en la línea que define el profesor Olcina. Así, el observatorio del aeropuerto de Valencia alcanzó el 10 de agosto los 46,8 grados. Hay que tener en cuenta que fue el registro más alto desde que se comenzó a recoger datos en el observatorio en 1966 y superando así los 43,3 grados del 6 de julio de 1986.
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En el observatorio de Viveros también se registró un nuevo récord. El termómetro alcanzó los 44,7 grados. Es la temperatura más alta recogida en Valencia desde, al menos, 1869, desde que hay registros, superando los 43 grados del 26 de julio de 1881 y del 27 de agosto de 2010.
Olcina ha resaltado en la charla que esta tendencia se va a mantener en el Mediterráneo en los veranos de forma que ni siquiera por la noche se atemperarán las temperaturas «en un comportamiento propio de un mar tropical, algo que el Mediterráneo no lo es».
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Otro de los efectos del cambio climático es la irregularidad de las lluvias. Olcina ha señalado que no se está registrando una disminución en la cantidad. Es más, en el caso de algunas comarcas, como la Marina Alta o la Safor, se han incrementado las precipitaciones. También hay donde han disminuido como en el Bajo Segura, L'Alacantí o el Vinalopó.
Pero lo que ha variado es que ahora las precipitaciones son más irregulares «con lo que se rompe el calendario habitual de fuertes lluvias sobre todo en otoño». Ha añadido que ahora se puede producir una tromba de agua con mucha intensidad en cualquier época del año. «Son nuevas formas de llover», ha afirmado.
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El tercer elemento de la trilogía mediterránea es el incremento de los fenómenos extremos como las altas temperaturas, las precipitaciones intensas, las altas temperaturas, los temporales marítimos o fuertes vientos. Todos este tipo de situaciones afectan gravemente al litoral de la Comunitat Valenciana.
La respuesta de Olcina a estos factores es el de la adaptación porque no se está consiguiendo frenar el calentamiento global por lo que estos fenómenos en lugar de disminuir, aumentarán. El catedrático de la Universidad de Alicante ha señalado que se tendrán que proyectar ciudades diferentes con más zonas, verdes, sombras y fuentes de agua en las calles.
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También se necesitarán adaptar el alcantarillado a través de los sistemas de drenaje sostenible que implica los depósitos de almacenamiento pluvial y parques inundables que ya tienen algunas ciudades como Alicante.
El cambio climático afecta a la agricultura. En su opinión tendrán que reflexionar sobre su futuro ante las variaciones de los ciclos de los cultivos. Es el caso de la uva cuya recolección se está adelantando hasta agosto.
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El turismo pasa por incrementar la eficiencia energética y control sobre el gasto del agua. Además, la tendencia es que el verano sea más largo por el alza de temperaturas prolongándose hasta septiembre u octubre o a junio por el inicio.
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