A. cervellera/ J. Varela
Valencia/Madrid
Miércoles, 11 de marzo 2020, 01:05
La decisión de clausurar los colegios de Madrid y de otras medidas excepcionales a causa de la expansión del coronavirus llevó a miles de ciudadanos de la capital a aprovisionarse con mucha más comida de lo habitual y dejó a algunos supermercados sin existencias de varios productos. Pese a que se actuó de forma irregular, durante la jornada de ayer fue normal encontrarse con estantes vacíos en los locales. Una situación que contrasta con la vivida en la Comunitat Valenciana ya que los lineales vivieron una jornada en la que se trabajó con normalidad.
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En la ciudad de Valencia la situación fue de como la de cualquier otro día pese a que era una constante comentar las fotos que llegaban de otros establecimientos en Madrid. Los trabajadores aseguraron que se habían dado casos de personas que habían realizado grandes compras por lo que pudiera pasar pero los enmarcaron en «cuestiones puntuales y anecdóticas». El único producto que está agotado, los geles alcohólicos desinfectantes de los que ya no quedan existencias desde hace semanas. El resto, normalidad. Así lo confirmaron desde la Asociación de Supermercados de la Comunidad Valenciana (Asucova), que afirmaron que durante la jornada de ayer «se trabajo con absoluta normalidad». La entidad remarcó que se «garantiza el suministro» ya que los proveedores han valorado «todos los escenarios posibles» y están preparados por si la situación empeora.
Los trabajadores de los supermercados en Madrid sí que vivieron una situación muy diferente. «Los grupos de WhatsApp y los bulos han provocado que la gente compre de forma desmedida«, dice Luis, reponedor de un supermercado de la zona de Arturo Soria que lleva cuatro horas sin parar. »Hemos puesto esta mañana 1.000 kilos de comida y la gente ha tardado menos en llevárselo que nosotros en ponerlo«, aclara sorprendido. »Había gente en la entrada esperando antes de que abriéramos y atasco para acceder al parking«, apostilla.
Pero la sensación es real cuando se cruza la puerta de cualquier supermercado de la capital. Un silencio tenso, estantes vacíos, colas para pagar en las cajas, carros llenos, nerviosismo entre la gente, caras de sorpresa y de incredulidad, trabajadores desbordados, las conservas y las legumbres llenando cestas y carros, la pasta 'volando' de las baldas...
Personas de todas las edades compiten a ver quién se hace antes con esa lata de atún, con ese paquete de judías o con esa garrafa de agua. Dos pasillos más adelante, donde habitualmente está el papel higiénico y los productos de aseo personal, solo quedan estantes vacíos que transmiten poca tranquilidad y un punto de histeria. «He visto a gente que se ha llevado dos carros llenos de papel higiénico, cajas de compresas y de toallitas húmedas», dice Mariate, de 76 años, a la que todo esto le ha pillado por sorpresa. «Es verdad que he venido a comprar más que normalmente, pero porque al ser una persona de riesgo, prefiero tener cosas en casa por si no puedo salir en una temporada», dice con cierta inquietud. Pese a todo, desde las asociaciones de supermercados se quiso insistir en que hay existencias y que no habrá problemas con la reposición de productos.
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