También confía en que los nuevos gestores políticos sean «equitativos». Con ellos y con los demás, desterrando prácticas pasadas hacia la red privada en las que por educación prefiere no hurgar. Pero para que el lector se oriente, el Botánico frenó el grado de Ciencias de la Actividad Física en Castellón, que no se autorizó hasta que pudo tenerlo también la Jaume I. O años antes, con el PP, se les condicionó la oferta de Medicina en Valencia (sólo en inglés) ante la oposición de los rectores de la pública y pese a que sí se había autorizado, en castellano, a la Católica.
-Una vez agote su mandato, ¿cómo querría ser recordado?
-Con la idea de que no lo hice tan mal (se ríe). Hablando en serio, con el recuerdo de que pudimos seguir creciendo hacia dentro. La universidad tiene un número de alumnos cercano al que consideramos ideal, igual que nuestro desarrollo inmobiliario. Ahora queremos ser una universidad mejor. Y un elemento estratégico es el profesorado. Me gustaría que tuviera tiempo para formarse y especializarse más. Y seguir atrayendo excelencia. También el personal de administración y servicios, cuya labor es esencial. Quiero, y creo realista, que la Cardenal Herrera puede ser una de las cuatro o cinco mejores universidades privadas de España. Hablo de calidad real más allá de estándares y rankings, de una oferta cualificada y de atractivo internacional. Pero el mejor indicador es que nuestros alumnos puedan decir, al salir, que nos recomiendan encarecidamente.
-¿Qué peso tiene en sus campus el alumnado de otros países?
-De los alrededor de 9.700 un 30% son internacionales de 90 nacionalidades. Los países más representados son Francia, Italia, Alemania, los nórdicos y Marruecos. Y el empuje de los hispanoamericanos es creciente. Es una gran aportación al sistema valenciano, y es parte de la experiencia universitaria de nuestros estudiantes, que conviven en un entorno global, con otros idiomas, culturas y maneras de ver la vida. En un contexto de inspiración cristiana y con intensa aspiración hacia la calidad.
-¿Teme que el crecimiento de la red privada o de la oferta online les pase factura?
-La realidad es que no lo ha hecho. Llevamos varios cursos, siete u ocho, de crecimiento sostenido. Y hay que tener en cuenta otro factor, el número de títulos que se ofertan. Si nosotros con una veintena de titulaciones estamos muy cerca de otras que tienen bastantes más quiere decir que hay atracción, que nuestra oferta es apreciada.
-¿El auge de la Formación Profesional es una amenaza para los estudios universitarios?
-No lo veo así. Su fomento es una buena noticia para el país. Corrige ese desequilibrio de que los estudios superiores se enfocaran casi únicamente hacia las universidades. Además, los ciclos formativos son una vía de acceso a la universidad en la que los estudiantes encuentran continuidad. Se ha convertido en una fuente de captación de alumnos que seguramente, sin la FP, no acabarían aquí. No, no es competencia, es una buena noticia y genera dinámicas positivas.
-El tejido empresarial suele lamentar la brecha existente entre el perfil del egresado y sus necesidades de personal.
-Hay cosas que sólo se aprenden haciéndolas, por mucho que nos las expliquen. Entiendo esa demanda, y debemos acercarnos en todo lo posible. Trabajamos siempre por su empleabilidad. Pero hay unos límites que los empleadores deben entender, por ejemplo que hay cosas que deben enseñar ellos porque son los más adecuados. No somos sus departamentos de formación. Y no podemos pretender que el tránsito sea inmediato. Y también es fundamental la formación de ciudadanos con capacidad crítica y comprensiva, que puedan entender el mundo, tengan visión panorámica y capacidad de participación, de opinar y de vivir en sociedad. Es básico para una democracia. Claro que somos servicio público y debemos responder a la demanda de empleabilidad, pero si hiciéramos sólo eso estaríamos malogrando la institución universitaria, instrumentalizándola.
-Con la salvedad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en Castellón, llevan años sin crear un nuevo grado. ¿Trabajan en alguna propuesta?
-En realidad es buena señal, porque significa que las cosas van bien, que creces hacia dentro y no estás probando continuamente cosas nuevas. Pero tenemos planes de estudios en marcha en las áreas de tecnología (estudios de matemáticas y de ciencias básicas ) y en Humanidades que presentaremos en su momento. En cualquier caso nuestra prioridad es la actualización de los que tenemos y su consolidación.
-¿Qué le pide al nuevo conseller de Educación y Universidades?
-Primero le tranquilizaría. No le vamos a pedir dinero como sí plantean mis colegas de las universidades públicas. Nosotros queremos equidad, un trato justo y equilibrado. Esperamos que se corrijan los tratamientos lesivos de otros años. Tampoco queremos privilegios. Nacimos y sobrevivimos como una iniciativa social que se sostiene por sí misma y genera riqueza en términos de conocimiento. Sólo queremos igualdad y libertad.
-Tras rectificarse la exclusión de las becas autonómicas, ¿qué agravio queda por corregirse?
-Se rectificó mediante sentencia judicial. Igual que las prácticas de los alumnos de Ciencias de la Salud en el sistema público, aunque con la organización actual aún no están en las mismas condiciones que los de la pública. Y en la gestión de los títulos se nos ha tenido paralizada una solicitud cuatro años, algo que ha afectado a la libertad de enseñanza, pero sobre todo a los alumnos.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.