J. BATISTA
VALENCIA.
Viernes, 19 de noviembre 2021, 00:13
El Jardín Botánico de la Universitat acogió ayer la jornada 'Evaluación del riesgo de desprotección infantil', en la que se presentaron los primeros resultados de la investigación DAP 360º (Determinantes de Atención Temprana), que se concretará en el desarrollo de una herramienta que ayudará a evaluar situaciones de riesgo entre niños y adolescentes a los diferentes profesionales que intervienen en el sistema de protección.
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El objetivo es que sea una aplicación de uso compartido y que todos los agentes implicados en la atención del menor dispongan de la misma información, así como de las actualizaciones que se produzcan a lo largo de la intervención que se aplique. El resultado será objetivo, se ha validado su base científica y el desarrollo se ha basado en las aportaciones de más de un centenar de profesionales que trabajan con niños y adolescentes.
La investigación ha sido impulsada por la cátedra Luis Amigó y parte de un encargo de la Dirección General de Infancia y Adolescencia. La idea es que la herramienta se concrete en una aplicación informática que recogerá un centenar de indicadores agrupados en 17 bloques.
En función de la información que plasmen los profesionales -si se tienen evidencias o no de que se dan determinadas situaciones, si sólo hay indicios o si no se ha podido recabar información- ofrecerá una evaluación del riesgo de desamparo. Por ejemplo si es de carácter leve, moderado o grave, con la idea de que este diagnóstico sirva de apoyo al profesional a la hora de decidir la mejor medida.
Muchas de las variables están relacionadas con los cuidadores principales, como si hay antecedentes de desprotección con otros hijos, episodios de violencia de género o abusos o negligencias en cuidados sanitarios o educativos. También las hay vinculadas al entorno, como si tiene la condición de migrante, su situación administrativa, la gestión de la economía familiar o su integración escolar.
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Una de las novedades es que además se tienen en cuenta factores de protección, es decir, características positivas en la familia o del propio menor que deben valorarse. Como explicó de manera gráfica el investigador principal José Javier Navarro, «si sólo aplicamos factores de riesgo al día siguiente tenemos que tutelar al menor, por lo que los factores de protección pueden servir para equilibrar».
Entre estas variables se valora por ejemplo si el niño tiene recursos de autocuidado, si los padres cuentan con habilidades para resolver conflictos o si la familia tiene redes de apoyo.
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