Borrar
Urgente La Primitiva de este lunes deja tres premios de 35.758,38 euros
Ayuda. Voluntarios del Banco de Alimentos reparten paquetes. I. Marsilla
Los nuevos perfiles de la pobreza

Los nuevos perfiles de la pobreza

Ayudas. Taxistas, empleados de hostelería, vendedores ambulantes, feriantes, autónomos y mayores se suman a las colas para conseguir alimentos

Juan Sanchis

Valencia

Domingo, 28 de febrero 2021

La pandemia no sólo tiene implicaciones sanitarias. Las económicas y sociales van de la mano. Las ONG están comprobando estos meses cómo se acercan personas que hasta ahora parecía imposible que se encontraran en esta situación. Son los nuevos perfiles de la pobreza. Pequeños autónomos, trabajadores de la hostelería, feriantes, vendedores ambulantes... Hasta taxistas.

Desde Cáritas llevan algunos años alertando de que tener trabajo ya no es una garantía de prosperidad. Las consecuencias de la crisis sanitaria no han hecho más que agudizar esa nueva realidad en la que los trabajadores que están en economía sumergida o con unos ingresos mínimos no pueden vivir sin ayuda. Son los «trabajadores pobres», que están al límite, cubriendo gastos pero sin ahorros.

Ahora están acudiendo a organizaciones como Cáritas o Casa Caridad. Son los trabajadores afectados por los ERTE y despidos por la pandemia. El estallido se produce con el cierre de la hostelería y los servicios que se relacionan con ella. Entonces se disparan los expedientes temporales de regulación «y hasta que los empiezan a cobrar están en situación precaria», explica Mari Luz Vicent, técnica de Cáritas.

Pequeños autónomos que agotan sus ahorros o trabajadores en precario despedidos, entre los que buscan ayuda

Junto a los trabajadores de la hostelería (desde camareros hasta cocineros) se encuentran muchos autónomos de sectores tan dispares como la venta ambulante o los taxis. Y a ellos se unen las personas mayores que han visto como no llegan a fin de mes.

Numerosos pequeños autónomos han agotados sus ahorros, pero a veces muchos no se atreven a acudir a pedir ayuda. «Es la pobreza vergonzante», como lo califica Vicent.

Los más afectados son los trabajadores en precario, con contratos parciales que han quedado con el 70% del salario. O los que sencillamente cobraban en negro.

«Vemos gente que nunca habíamos visto», asegura Vicent. También se han incrementado los mayores con las pensiones muy ajustadas que encuentran, sobre todo, problemas con los alquileres. «Les han subido el recibo de dónde han vivido toda la vida y no pueden asumirlo», resalta Mari Luz Vicent. A estos se les ayuda intentado que consigan las prestaciones de la administración porque en muchos casos ni las conocen. Mientras se tramitan se les cubre las necesidades básicas.

Muchos mayores han visto como con su pensión no pueden hacer frente al incremento del alquiler de su vivienda

Desde Casa Caridad han detectado la misma tendencia. Las atenciones se han disparado y se está acogiendo a personas que hasta ahora nunca habían visto. Luis Miralles, presidente de la entidad, destaca la gran cantidad de personas mayores en los albergues. «Por la pandemia muchos no pueden acceder a las residencias públicas. Tenemos que acogerlas en el albergue para convalecientes», resalta y explica que «hemos abierto la mano para atender a gente que si no estaría en medio de la calle».

«Personas sin trabajo, los despedidos, los de los Ertes, mayores con una pensión muy corta, también que por tener alguna propiedad no tienen derecho a pensión no contributiva o a la renta mínima, pero sin medios. Jóvenes sin acceso al mundo laboral, inmigrantes que han perdido trabajo», son los nuevos perfiles subraya Miralles que destaca que «estamos atendiendo a personas normalizadas. Desde personal de hostelería hasta taxistas y pequeños autónomos».

José Luis lleva en la bicicleta la comida para su familia. I. Marsilla

«Vivo de okupa y sin ayuda con mi mujer y mis cuatro hijos»

José Luis Serrano es feriante. Hasta hace un año era un autónomo que mal que bien se ganaba la vida y mantenía a su mujer y sus cuatro hijos recorriendo ciudades con su atracción de camas elásticas. Pero llegó la pandemia y está afrontando una situación que no se podía haber imaginado.

Así que se ha encontrado de okupa en una vivienda porque no tiene ni para el alquiler. «¿Qué hago en la calle con cuatro niños, entre ellos dos mellizos de seis meses?», afirma. Y no recibe ninguna ayuda. Su única fuente de suministros son los alimentos que mensualmente recoge en el Banco de Alimentos. No tiene paro ni renta de inclusión ni ningún otro tipo de subsidio. «Recojo algo de chatarra para sacarme unos euros. También de vez en cuando alguien de mi familia me echa una mano». Pero nada más. «A veces me desespero y me echo a llorar en medio de la calle», afirma José Luis.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Los nuevos perfiles de la pobreza