Un camareno sirve agua del grifo a una cliente en un restaurante de Valencia. Irene Marsilla

«Nunca cobramos el agua del grifo»

Es una de las medidas de la nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados que entró en vigor el pasado sábado

pau sellés

Miércoles, 13 de abril 2022, 20:09

«Nunca hemos cobrado el agua del grifo». Es la frase más repetida por los profesionales de la hostelería cuando se les pregunta por una de las disposiciones de la nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular. En ella se recoge ... que «los establecimientos del sector de la hostelería y restauración tendrán que ofrecer siempre a los consumidores, clientes o usuarios de sus servicios, la posibilidad de consumo de agua no envasada de manera gratuita y complementaria a la oferta del mismo establecimiento».

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En muchos bares y restaurantes reconocen que se trata de una práctica habitual desde hace años. «El agua no se le puede negar a nadie», afirma categóricamente Sergio, propietario del bar alcoyano Tilín Tilín, quien admite haber conocido recientemente la norma a través de un cliente. Sin embargo, este hostelero diferencia el modo de proceder según el tipo de consumidor: «Si es un cliente quien me pide agua, se la sirvo de la botella; en caso contrario, le pongo la del grifo».

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A pesar de que se trata de una práctica extendida, en muchos bares no es común que una persona entre a pedir solamente un vaso de agua. «Como mucho servimos un vaso o dos al día» asegura Sergio, encargado del bar Mindanao, quien reconoce que lo más frecuente es que los clientes pidan el agua en compañía de un café o una copa. En la terraza de su establecimiento también venía siendo habitual que se facilitara un recipiente con agua para las mascotas de aquellos clientes que lo pidieran. «Como negocio diría que no me conviene esta medida; preferiría poder vender más agua embotellada, pero qué se le va a hacer».

En otros casos, como el del establecimiento 'Nou Mosset', no sirven el agua directamente del grifo, sino que rellenan una botella de plástico reutilizable. «Suelen ser personas mayores las que nos piden un vaso de agua, fundamentalmente para tomarse un medicamento», afirma David, propietario del bar.

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Irene Marsilla

Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) afirman que la nueva medida «responde a una petición histórica» y añaden que «en la Unión Europea ya se estaba avanzando en este sentido, e incluso había iniciativas autonómicas en la misma línea, pero estaba pendiente esta normativa nacional».

En primer lugar, consideran que se trata de la elección «más sostenible», ya que se evita recurrir a aguas envasadas que incrementan el número de residuos. También lo consideran una opción «asequible», puesto que el agua del grifo es «económica, buena y de calidad». De hecho, y según sus cálculos, el consumo de agua embotellada podría ayudar a los hogares a ahorrar más de 600 millones de euros al año.

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También lo ven como una «alternativa saludable», y es que «poder acceder a agua de manera gratuita es una buena manera de promover hábitos de consumo saludables».

La organización de consumidores también pide que se ofrezca información sobre la calidad del agua potable, «a fin de incrementar su confianza en el agua del grifo». Según una encuesta elaborada por OCU el 40% de los españoles no bebe agua del grifo. Además, el 84 % considera que el agua es un elemento de alto riesgo para la salud, riesgo al que se siente directamente expuesto un 42%. A ojos de OCU, esto último «demuestra la desconfianza en la calidad del agua suministrada».

La nueva ley también prevé que desde el 1 de enero de 2023 aquellos comercios minoristas de alimentación que tengan una superficie superior a los 400 metros cuadrados deban destinar, por lo menos, un 20% de su área a la oferta de productos presentados sin embalaje primario, incluida la venta a granel o mediante envases reutilizables. Sumadas a las medidas sobre el agua, también se incluye la obligatoriedad a las entidades locales de establecer la recogida separada de papel, metales, plástico y vidrio, así como de los biorresiduos. Todo ello antes del 30 de junio de este año en municipios de más de 5.000 habitantes, y antes del 31 de diciembre de 2023 para el resto.

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También deberán garantizar la recogida diferenciada tanto de los residuos textiles, como del aceite de cocina usado y los residuos domésticos peligrosos. En esos casos se deberá hacer antes del 31 de diciembre de 2024, algo también aplicable a los restos de muebles y enseres.

La pretensión de la ley es que en el año 2035 el porcentaje de residuos municipales recogidos de manera separada deba ser al menos del 50% del peso total de todos los que se generen.

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