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Paula Sánchez de León
Domingo, 22 de agosto 2021, 01:05
Tengo el orgullo y la ilusión de escribir este obituario a la tía Mariví. Un difícil reto condensar todo lo que ella fue. Su gran personalidad vino marcada desde su infancia y permaneció inamovible toda su vida. Aplicada, inteligente, tenaz, perseverante, perfeccionista, vital, optimista, luchadora, comprometida con la vida, defensora incansable de sus convicciones, íntegra hasta la exageración, de mente práctica, y sobre todo buena. Hacía lo que creía y creía en lo que hacía.La vida no la llevaba a ella; ella dirigió su vida hacia donde creía que debía ir. Esta fuerte personalidad le imprimió una natural madera de líder en todas las facetas de su vida. Como madre de sus 6 hijos era el eje. Se implicó en su educación y en su vida de la única forma que sabía hacerlo, a fondo. Diez años delegada de padres del Colegio Alemán donde estudiaron sus cinco hijos varones.
El Loreto, su colegio, y el de su única hija, era una prolongación de su vida, que llevó con orgullo hasta el final, cogiéndole el testigo su nieta pequeña para su enorme satisfacción. Con muy diferentes personalidades, pero su legado ha calado en cada uno de ellos. Todos ingenieros, de acuerdo con el pragmatismo que vivieron desde pequeños en casa.Su marido, Jose Luis (un «santo varón» decía ella) ha sido su pilar fundamental. La complementaba. Su permanente sentido del humor en un mundo ingenieril ha llenado esta familia de humanidad. Como abuela qué decir…. adoraba a sus 8 nietos y ellos la adoraban. Ejerció activamente hasta el final. No se perdió un solo día importante de sus vidas. Con bastón o sin él, o atravesando literalmente el mundo en silla de ruedas, allí estaba siempre. Como hija, hermana, suegra, tía, cuñada, prima, amiga… a cada uno nos dió lo que en cada momento necesitábamos. Sin pedirlo, sin ruido, con naturalidad… pero jamás falló.Como valenciana de nacimiento y utielana de corazón ejerció siempre de la única forma que sabía hacerlo: con pasión, con devoción, y con compromiso. Ser fallera mayor infantil de Valencia en el año 1950 fue su gran orgullo. Amaba Valencia, las fallas, era devota de la Virgen de los Desamparados, y amaba Utiel, donde fue tan feliz y ahora descansa. Ferviente defensora de las tradiciones, de las costumbres, de los valores cristianos y la familia. Comprometida socialmente y con la actualidad.
El diario LAS PROVINCIAS no faltó en su casa ni un solo día de su vida. Su compromiso con todo lo que hacía le llevó a ser miembro activo de AVA y fundadora y presidenta de AFOVAL (Asociación de Propietarios Forestales de la Comunidad Valenciana) durante casi veinte años, desde donde defendió con firmeza la gestión forestal sostenible de los bosques valencianos. Reproduzco literalmente las palabras de su actual presidente, que no pueden expresar mejor cómo era: «Luchadora, emprendedora, valiente y clara en sus exposiciones, sin ofender nunca al oponente y con la clara habilidad de quedar bien con todo el mundo. Se hizo querer y respetar en el sector forestal». Gracias tía, por haber formado parte de nuestras vidas. Has sido una segunda madre para nosotras.
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