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Eva Pérez
Valencia
Martes, 6 de junio 2023, 18:51
Un espíritu joven, con una ilusión inagotable por la vida y una mente privilegiada para los negocios. Juan José Cristófol Colomer, que falleció el pasado 1 de junio a los 81 años en Manises, ha sacado todo el jugo a la vida. Desde pequeño ya tuvo contacto con el mundo empresarial. Su padre se dedicaba a la venta de petróleo y ese espíritu emprendedor fue el que lo espoleó toda su existencia. Eso y la música, su otra gran pasión, junto a su familia, y ello pese a tener desde la infancia un problema de oído –con los años tuvo que someterse a un implante coclear–.
No hay barreras ante una gran pasión, y de bien pequeño, y aunque tenía dificultades para desenvolverse en las clases de solfeo, se esforzó por seguir el ritmo que le marcaba su corazón e incluso llegó a tocar en la banda de música de Quart de Poblet, su localidad natal y a la que llevaba también en el corazón, aunque en sus primeros años de vida su familia se instaló en el vecino municipio de Manises.
Allí fundó su hogar y su negocio. Lo hizo a partir de una droguería que su padre abrió a tres de los hermanos (eran cuatro). Él se especializó en productos químicos y enseguida vio el potencial de abastecer de este material a otras empresas, empezando por las que tenía más cerca, los artesanos ceramistas de Manises, a quienes comenzó a proporcionar papel de burbuja como sustituto de la paja que utilizaban anteriormente para preservar sus creaciones. A raíz de esta idea de negocio fundó en el año 1975 Sistemas de Embalaje, todo un referente en el sector del plástico en la Comunitat Valenciana y desde la que en la actualidad se abastecen empresas de toda España.
El espíritu inquieto de Juan José le llevó a realizar una pequeña incursión en el sector inmobiliario. Y es que, según reconoce su familia, «todas sus aficiones las convertía en negocio». Tenía esa capacidad de ver el potencial en las cosas más pequeñas, esa intuición de los grandes emprendedores.
Ese «joven adulto», tal y como rememoró el párroco de la iglesia San Juan Bautista de Manises durante su funeral, no dejó de lado su afición por la música. Esa espinita clavada que tenía al no poderse dedicar a este arte lo compensó con creces reuniendo un pequeño tesoro en forma de instrumentos musicales de cuerda (violines y guitarras), en lo que es una incipiente colección que su familia (su mujer, Pepita, y sus hijas María José, Marta y Ana, y su nieto, Félix) cuidará y potenciará en memoria de Juan José: «Donde había un violín, ahí estaba él», recuerda su familia, a la que incluso hacía algún pequeño encargo cuando iban de viaje por Europa para visitar a algún luthier o echar un vistazo a algún instrumento que estaba a la venta.
Entusiasta, luchador, ocurrente, emprendedor, con gran sentido del humor y un gran olfato para los negocios, Juan José «ha disfrutado de la vida».
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