Pedro, compañero leal y ejemplo de que el coraje es lo que se necesita

Una enorme ventana a Blasco Ibañez, nuestro Paseo al Mar, en la primera planta del Hospital Clínico en una habitación compartida que Pedro convirtió en un despacho conectado al mundo entero.

Un suplemento de la propia cama a la que ha estado unido desde el pasado agosto lo transformó en un elegante escritorio. En él todo era elegante, sus formas de hablar, su trato con la gente, su manera de llevar los múltiples contratiempos de una salud que lo ha maltratado y de la que nunca se quejaba.

Ese escritorio es el que le ha permitido seguir con interés todos los acontecimientos políticos, sociales y económicos, hasta el punto de que era una sorpresa para quien por cualquier motivo de pronto se enteraba que él realmente estaba ingresado. Un teléfono móvil y un cuaderno moleskine para informarse, para opinar, y para escribir.

Hasta el último minuto ha seguido en contacto con amigos, compañeros y conocidos haciéndose presente en todo lo que ocurría.

En ese luminoso despacho a la altura de la copa de los árboles ha visto pasar los últimos dias de su imponente vida mirando por el ventanal sin nostalgia y departiendo con quien fuera a verle, sus hijos, hermanos, sobrinos, amigos, y todo el excelente grupo humano que forman quienes le han atendido durante este tiempo.

Pedro Agramunt se ha ido con la serenidad con la que asumía responsabilidades y desazones. Ha sido de todo. Lideró a los empresarios valencianos y convirtió la Confederación en una inteligente forma de implicarlos en las cuestiones que les afectan más allá de su propio cometido con la Cumbre de Orihuela de 1989.

Lideró el PP de la Comunidad Valenciana y lo transitó hacia el nuevo proyecto de la refundación hasta conseguir la primera victoria electoral en votos y escaños en 1993. Cedió con señorío el testigo y se comprometió con nuestro territorio en el Congreso y en el Senado, siendo el senador más votado de la historia de nuestra circunscripción. Representó a España primero como presidente del Grupo del Partido Popular Europeo en el Consejo de Europa y luego como Presidente de la Asamblea de Parlamentarios del Consejo de Europa, donde centró su labor en la defensa de los valores y principios europeos a partir de la dignidad de la persona, la libertad y el estado de derecho.

Pedro Agramunt es ese compañero leal cuyo icónico recuerdo siempre será el de cuando Rita Barberá sufrió la inclemencia de la persecución de los contrarios y el frío y cortante silencio de los propios se puso a su lado y nunca la dejó sola.

Un señor de los de antes, de los de siempre.

Con nuestro admirado Churchill, Pedro es el ejemplo de que el coraje es lo que se necesita para pararse y hablar, pero también es lo que se necesita para sentarse y escuchar.

Corajudo, valiente y elegante.

Una vida que él mismo ha calificado en su último mensaje al mundo de 73 años de excepcional existencia agradeciendo a quienes con él la han compartido su familia y sus amigos.