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MAR GUADALAJARA
VALENCIA.
Martes, 26 de mayo 2020, 00:01
«Aparece la urgencia, ante la necesidad y la obligación de llevar mascarilla para salir de casa, eso puede ser peligroso para la salud». Es la alarma que lanzan los fabricantes y distribuidores de productos de protección. No son los únicos que han detectado la proliferación de fraudes y publicidad engañosa, también las asociaciones de consumidores advierten de lo que ocurre en el mercado con estos productos.
Desde el jueves pasado, con poner un pie en la calle se ve a simple vista: no hay nadie que no lleve mascarilla. Ya sea mal puesta y asomando la nariz, en la mano cogida por las gomas o en la barbilla e incluso colgando de una sola oreja, su uso es obligatorio desde entonces y todo el mundo sale con una para disfrutar del alivio en las restricciones. Pero entonces vuelve a surgir la confusión sobre cuál llevar.
«La diversidad de mascarillas genera confusión y hace que aumente la cantidad de publicidad engañosa y fraudes que se están dando ahora», denuncia Luis Gil Palacios, secretario general de Asepal, la organización de fabricantes y distribuidores de material de protección en España. Mascarillas quirúrgicas, higiénicas, filtrantes, mascarillas reutilizables, de tela, EPI, con válvula o sin. Todas disponibles en el mercado aunque las recomendadas por el Gobierno para los usuarios son las higiénicas, que también las hay de varios tipos.
Es por ello que los fabricantes están alertando del «intrusismo que se está dando y del riesgo que conlleva para la salud», advierte Gil que el peligro llega cuando alguien se cree protegido y no lo está. «Puedes pensar que estas seguro por llevarlas, pero eso genera una confianza, crees que vas protegido cuando en realidad no lo estás», matiza.
No es sólo una cuestión de negocio o de intrusismo de mercado para ellos, es una alerta que han lanzado desde la Unión de Consumidores de la Comunitat, en la que ya trabajan en investigar estos fraudes. «Hemos detectado que como muchas de estas mascarillas no se fabrican en España nos encontramos con la información en chino o en inglés», dice el secretario de la Unión, Vicente Inglada que esta sería la prueba más visible para detectar las estafas. «Por ley y por obligación de cara al consumidor, debe de estar en la lengua oficial del país, incluso aunque las compres en una tienda o en un supermercado, sino está en castellano y sino pone las indicaciones básicas, no lo compremos», indica Inglada.
Cualquier producto de este tipo que esté homologado será muy estricto en incluir dígitos certificados y especificar la referencia a la normativa española e incluso ser sumamente detallista en los componentes, el modo de empleo y de lavado, en caso de ser reutilizable. Así lo confirman los propios fabricantes que señalan como en la mayoría de casos tratarán de generar confusión en los etiquetados. «En las mascarillas higiénicas ponen atributos o mensajes insinuando o diciendo que son EPI en lugar de una higiénica. Sería como si compraras aceite normal pero en la etiqueta pusiera que es de Virgen Extra. Pues no es lo mismo. Por eso avisamos de que si se habla de una mascarilla higiénica no puede tener mensajes relacionados con EPI, debe quedar claro que son higiénicas y no ser ambiguo», explica Luis Gil. Asimismo, en el caso de las EPI es importante asegurarse de que el marcado es el que corresponde al de la Unión Europea y junto al que aparecerán las guías certificadas que siguen.
El Ministerio de Consumo creó una guía de venta de mascarillas a que se deben remitir los distribuidores de estos productos. Pero tal y como denuncian, muchos ni siquiera llevan los filtros homologados y podría ser «como llevar un trozo de tela en la cara», dice claramente Luis Gil que comenta como no se puede caer en la imprudencia en estos casos. «Habrá incluso gente que piense: mejor ponerte algo que no ponerte nada. Pero al final tus derechos se ven comprometidos e incluso ponerse algo que no ofrece la calidad suficiente te puede producir una sensación de falsa seguridad que haga que te confíes o te mantengas expuesto al riesgo», aclara Gil.
Aunque la responsabilidad última esté en quien trata de hacer negocio sin cumplir con lo que establece la norma, también apelan a la lógica del consumidor. Para Inglada en estos casos, «si se trata de adquirir las quirúrgicas y sanitarias, mejor que se compren en farmacias, mientras que las higiénicas, siempre será mejor que busquemos alguna cadena de referencia o supermercado donde el producto está controlado y en el caso de que ocurriera cualquier cosa, el consumidor estará amparado y podrá reclamar».
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