«En el aparcamiento de la Plaza de Tetuán he vivido dos situaciones curiosas. La primera es que, sencillamente, no podía salir del coche al ... estacionarlo. Imposible abrir ninguna de las dos puertas. La única opción era salir por el maletero». La segunda, también kafkiana: «Vi a una familia sacar el coche de su estacionamiento empujándolo. No podían entrar y lo tuvieron que mover así para abrir la puerta».
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Experiencias como la de Héctor, un conductor valenciano, son cada vez más frecuentes. Mientras, la sensación de los usuarios de vehículos más voluminosos es que los garajes se les quedan pequeños, especialmente los de edificios más antiguos de los años 70 y 80 y los de parkings públicos o comerciales del centro de Valencia. Tanto para maniobrar como para aparcar o incluso apearse.
Detrás de la dificultad está el boom de los vehículos anchos, familiares y todoterrenos. Una de cada dos ventas en nuestro país ya son vehículos tipo SUV, según fuentes de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC). En la Comunitat, las ventas de SUV grandes ascendieron casi un 70% el año pasado . Y cuatro de cada diez turismos vendidos en la región son SUV medianos y grandes.
Según el presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Valencia, el problema se ha generalizado y ha disparado conflictos vecinales: «Se aparcan en plazas diseñadas en una época en la que los coches familiares no eran tan anchos». En consecuencia, «hay más roces, riñas, impactos, problemas para maniobrar… Y contra esto hay poca solución«, lamenta Sebastián Cucala.
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Sucede también fuera de las viviendas. Silvia Huerta es abogada y voz de la Organización de Consumidores y Usuarios en Valencia (OCU): «El parking es una alternativa cada vez más necesaria, pero hay una gran problemática. Tanto por dimensiones como por precios. Éstos han subido al alza en mayor proporción que el IPC y cada vez tienen un espacio menor», denuncia.
La organización analizó 230 aparcamientos públicos de pago de 27 ciudades del país. Concluyó que en uno de cada tres garajes es costoso salir del vehículo por la estrechez de las plazas en relación a los modelos actuales. Además, ahonda Huerta, «no existe una legislación estatal sobre las medidas mínimas». Cada ciudad es un mundo. Pero en estos parkings «la mayoría de las plazas se realizaron hace muchos años y con las dimensiones actuales no se puede aparcar con comodidad».
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La OCU aporta algunas cifras: el 22% de las plazas son anchas, el 24% son normales, otro 24% son «justitas» y un 19%, «estrechas». Y lo más sangrante: en un 11% de los huecos «hay que contener la respiración para salir del coche». Son datos estatales «pero válidos para una región como la valenciana», matiza. Las plazas más pequeñas con las que se ha topado la organización tienen menos de 2,20 metros de ancho.
La Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (AVACU) sitúa el inicio del ensanchamiento de los vehículos en el cambio de milenio. Según su presidente, Fernando Móner, «incluso dentro de un mismo modelo, como el Golf o el Mini, ya son mucho más grandes que los originales. Crecen todos. En parte por la seguridad y porque nuestros hijos son más altos que los padres». Y ve poca solución: «Los garajes están en la planta baja de los edificios y necesitan las columnas, con lo que ampliar espacio a veces es imposible».
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Valencia actualizó su ordenanza de aparcamientos en 2019. «El aumento en el nivel de vida se ha reflejado en las dimensiones de los vehículos», reconoce el preámbulo. Hay letra pequeña y excepciones en función de edificios o superficies, pero dicta unas dimensiones mínimas generales para los nuevos aparcamientos en batería de turismos (coches, todoterrenos y furgonetas): 2,40 de ancho y 4,80 de largo. La anchura ascenderá a 2,60 si hay pared o pilares en alguno de los costados. Son parámetros similares a los requeridos en los estacionamientos (plazas con rotaciones inferiores a un mes).
Esa es la teoría. Con la realidad aparecen los problemas. El primero es el de vecinos que se han pasado al todoterreno o SUV a pesar de disponer de plazas más estrechas en garajes de edificios antiguos. No caben o aparcan justísimos, para padecimiento del vecino de plaza. Si encima el de al lado también ha apostado por un coche más amplio, el disgusto y la tensión están servidos.
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Lo comprobamos in situ. Barrio de Ruzafa. Valencia. Edificio de los años 70. Allí hay plazas de 2,15 de ancho por 4,20 de largo. Muy por debajo de las nuevas medidas. Un todoterreno BMW X3 aparca entre serios apuros. El que estaciona al lado no es de los más anchos. Y aún así el conductor del BMW sale de su vehículo a trancas y barrancas por un espacio de apenas 20 centímetros. Y se suma un problema: su puerta tiene un grosor de unos 25 centímetros, lo que incrementa el ángulo de apertura necesario. El propietario consigue salir gracias a que es delgado.
Hablamos ahora de anchura. Hay en el mercado muchos vehículos de este tipo que ya se acercan a los dos metros. Aún con el nuevo estándar de 2019, y dando por hecho que aparquen con una simetría robótica en su plaza, les quedaría sólo unos 20 centímetros de holgura por lado para abrir la puerta, el doble si el vecino de coche ancho también ha sido correctísimo a la hora de aparcar. Pero claro, si alguno se desajusta un poco y se lo toma a la ligera, ya tenemos impactos y estrecheces.
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Tercero: longitud. Basta echar un vistazo a la oferta de todoterrenos para encontrarse con algunos, en general los más lujosos, que superan en largo esos 4,80 de la reciente ordenanza municipal de Valencia. Por ejemplo, por ejemplo, el Kia Sorento, el Hyundai Santa Fe, el Volkswagen Touareg, o el Audi Q8, entre otros.
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En estos casos se pasan de los límites y sacan morro, con mayor intensidad si encima quieren reservarse ese socorrido hueco por detrás para abrir el maletero. ¿Qué sucede entonces? Que el aspirante a la plaza de al lado pierde ángulo de entrada en la plaza y se cabrea en medio de costosas maniobras. O desiste al ver que, entre pilares y coche 'tanque', se va a tirar un buen rato aparcando.
LAS PROVINCIAS quiso conocer la versión de las empresas de parkings de pago ante las críticas de consumidores o las opciones que plantean al problema de los vehículos anchos y el espacio de las plazas. Desde la asociación Avapark declinaron hacer declaraciones: «No tenemos datos suficientes para poder responder con argumento a estas cuestiones».
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Luis Montoro, catedrático valenciano y presidente de la Fundación para la Seguridad Vial, incide en que las plazas para aparcar «carecen de una normativa clara y varían de un municipio a otro». Ya hay estudios que estiman en un 60% las que se quedan «muy justas o estrechas».
El problema, ahonda «es mucho más grave con las plazas más antiguas de hace entre 30 y 50 años». Según Montoro, «las dimensiones de los coches han aumentado de media entre un 25 y un 50% respecto a los vehículos de hace 40 años». En los garajes, «pesan los factores económicos frente a la comodidad, la convivencia y la seguridad».
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Lamentablemente, entiende Montoro, «no hay una previsión de futuro en este tema y las normas o recomendaciones actuales sobre el tamaño de las plazas están obsoletas. Van muy por detrás de la realidad». Y plantea otro riesgo: «Los coches actuales pesan un 50% más que los de hace 40 años. ¿Están preparados los garajes más antiguos para soportar este peso?»
Luis Montoro
Catedrático de la UV y presidente de FESVIAL
Mario Arnaldo es la voz de Automovilistas Europeos Asociados (AEA), uno de los mejores conocedores de lo que atañe a los vehículos en España. «La moda de los SUV está generalizada. Los 'todocaminos' ya supusieron un 51% de las ventas del año pasado, un incremento del 20 % respecto a 2022». Los vehículos «han crecido, pero las plazas de aparcamiento se han quedado pequeñas», resume.
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El problema en Valencia, razona Arnaldo, es que la nueva ordenanza de 2019 que amplía el espacio mínimo de las plazas «sólo es de aplicación en los proyectos nuevos desde esa fecha». Es decir, la gran mayoría de las plazas están construidas con arreglo a una normativa de 1994 que marcaba mínimos de 2,20 de ancho por 4,50 de largo.
El resultado es «un aumento de la siniestralidad leve» por esos impactos y daños entre espacios angostos. El problema también está en plazas delimitadas de la calle. «El reglamento de circulación establece que hay que dejar espacio para poder circular, pero son muy pocas las ordenanzas municipales que han determinado con claridad esa distancia» en las plazas. «Sólo A Coruña marca un mínimo de 30 centímetros en línea y de 40 en batería».
Además, «algunos usuarios de vehículos anchos acaban ocupando una plaza y parte de otra al haberse quedado sin espacio suficiente». El problema «es grave» y «precisa una nueva reglamentación, adaptar aparcamientos y adaptar la fiscalidad, como ha ocurrido en París, con una mayor tasa para los vehículos SUV».
LOS TESTIMONIOS Cuatro desventuras en el escaso espacio
Bea, conductora valenciana, no tiene un vehículo precisamente voluminoso. Es un Volkswagen Polo. Pero la mujer acabó completamente «atrapada» por la relación de espacios. Fue este año, en un estacionamiento en la calle de Blasco Ibáñez, en la 'zona azul' universitaria. «Aparqué el coche correctamente en mi plaza. Pero a ambos lados había vehículos anchos que no me dejaban espacio para salir normalmente», recuerda.
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Como iba con prisa y ya no había tiempo de buscar más sitios, dio por buena su plaza. «No tenía manera de salir por el asiento del conductor ni por el del copiloto. Probé por las puertas traseras, pero estaba el bloqueo infantil». Al final, «no vi más solución que avisar al 'gorilla'» que rondaba por la zona esperando su propina «y le supliqué desde dentro que abriera la puerta».
Los descontentos y malas experiencias se suceden. Jordi también tiene la suya con un Toyota Auris, de tamaño medio. «Me he visto recorriendo un garaje entero de Valencia y marchándome sin aparcar, pagando el mínimo, porque los espacios que quedaban libres eran sencillamente imposibles». La encrucijada era evidente: «O yo no salía del coche o acabaría rayando al de al lado al abrir. Así que me largué».
Jorge se mueve con un Volvo SUV C6. No es el más ancho del mercado, pero sí supera los 1,9 de amplitud. Y con una notable longitud de 4,7 que está casi al límite de las plazas estándar de la última normativa municipal sobre aparcamientos.
«Me encuentro con problemas para aparcar tanto en aparcamientos subterráneos privados como públicos». El tamaño de las plazas de muchos garajes «es de cuando el R12 era el coche más grande», lamenta. En esto, «la propiedad tiende a racanear. Si pueden meter 200 coches a costa de reducir al máximo el tamaño, pues mejor que 150». El resultado: «Tienes que hacer auténticas virguerías para estacionar y para salir».
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En estas maniobras, ahonda Jorge, ya es habitual ver cómo el copiloto sale del coche antes de aparcar «porque de lo contrario hay que hacer malabarismos», constata el conductor valenciano.
Las plazas de zona azul también presentan un problema parecido. «Son pequeñas y se han quedado anticuadas. Se nota en batería y también en línea. Es difícil que no pise la línea por muchas maniobras que haga». Para, el dueño del Volvo C6 hasta algunos carriles de Valencia se han quedado pequeños para el tamaño actual de los vehículos. «En Marqués de Turia hay tres carriles de una estrechez tan exagerada que lo habitual es que se ocupen sólo dos simultáneamente. Y yo procuro no usar nunca el del medio porque da una sensación enorme de agobio», anota.
David, de 49 años, conduce un todoterreno BMW X3. «En los parkings habituales del centro de Valencia hay muchas plazas en las que no quepo y las descarto aunque estén libres». Alguna vez, «con prisas, me he visto saliendo por la ventanilla», confiesa.
El conductor muestra las rozaduras en los laterales de sus puertas, fruto de esas estrecheces a las que se refiere. «Si es que hasta en las plazas más grandes ya hay apuros para salir si aparcan dos todoterrenos como el mío», ahonda. Como posibles soluciones, reclama «señalar muy bien las plazas para vehículos familiares y garantizar que se respeten».
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