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Varias personas se refrescan en una fuente situada junto a la plaza de la Virgen de Valencia. IVán Arlandis

Las olas de calor aumentan el riesgo de lluvias torrenciales en la Comunitat Valenciana

La temperatura del mar alcanza valores de récord aunque los expertos recuerdan que hay más factores que influyen en una gota fría

Joaquín Batista

Valencia

Lunes, 22 de agosto 2022, 18:53

Las sucesivas olas de calor sufridas durante el verano implican que el riesgo de lluvias torrenciales se incremente debido a los efectos que tienen en la temperatura del mar, que está en máximos históricos. Incluso pueden presentarse con una mayor intensidad. Son las popularmente conocidas ... como gotas frías propias del inicio del otoño, aunque los expertos insisten en que para que se lleguen a concretar se precisa de la coincidencia de otros fenómenos meteorológicos.

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«Siempre decimos que el mar cálido es condición necesaria para que haya lluvias torrenciales, que se producen en otoño y no en invierno o en primavera, cuando suele primar la persistencia sobre la torrencialidad, pero no es suficiente», explica José Ángel Núñez, jefe de Climatología de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en la Comunitat.

«Se necesita una configuración atmosférica adecuada, y si se produce la importancia de la temperatura del mar será relativa a la masa de aire que lo sobrevuela. Es decir, a la diferencia de temperatura entre el aire y el mar, pero si no se produce la situación atmosférica adecuada el mar por sí mismo no es capaz de generar lluvias torrenciales», insiste.

Núñez destaca que el cambio más notorio entre los elementos del clima, en las últimas décadas, se ha observado en la temperatura. Durante el periodo estival se está situando de manera persistente muy por encima del valor medio normal, lo que ha dado lugar a registros superficiales del agua del mar «de récord», repitiéndose el mismo patrón que nivel ambiental. A mediados de agosto superó durante varios días los 29 grados, casi cuatro más que el promedio. Las estimaciones en base a los datos de este mes, prosigue, son que el verano de 2022 será el más cálido en la Comunitat. A nivel de temperatura del aire como del agua.

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«Coherente con el calentamiento observado, más intenso en los meses de verano tanto en la temperatura del mar como del aire, en las últimas décadas se ha producido un incremento de la evaporación en esta estación. Estas variaciones, conducentes a una mayor energía y vapor de agua disponible en la atmósfera, pueden dar lugar a que las precipitaciones torrenciales sean más intensas cuando se produce una situación meteorológica adecuada», añade, recordando la idea de que no sólo influye un factor.

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«La temperatura del mar es un ingrediente, pero no es determinante», coincide Samuel Biener, experto de Meteored e investigador del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. «También es necesario un descuelgue de aire frío en altura que se sitúe en la zona adecuada, entre el golfo de Cádiz y el sur de Baleares, y vientos de componente marítimo que arrastren humedad mediterránea. Sin esto el mar caliente no puede generar lluvias», dice, antes de recordar que las gotas frías no se pueden prever hasta los días previos.

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A modo de ejemplo, Biener se refiere a ejemplos de otoños secos, con escasas precipitaciones, pese a que el mar sí alcanzó altas temperaturas, como sucedió en 2017, 2015 o 2003. «Dependerá de la dinámica atmosférica. Si tenemos inestabilidad el mar, que es un colchón de calor y humedad, puede favorecer la formación de lluvias torrenciales más intensas», añade.

Además, resalta que no todas las precipitaciones intensas tiene que ver con los fenómenos asociados a las gotas fías propias del otoño, o al menos de septiembre en adelante. «Durante la segunda quincena de agosto se pueden dar episodios de lluvia cálida, que son grandes diluvios en zonas muy locales pero con una naturaleza distinta; tenemos varias situaciones que las pueden provocar», explica.

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Afección al suelo quemado

Biener también se refiere a las consecuencias que puede tener una lluvia fuerte en las zonas afectadas por los grandes incendios de la última semana. «El suelo ha perdido protección, la capa superficial, que queda mezclada con la ceniza. Si llueve con intensidad será arrastrada, se provoca una escorrentía y se agrava el problema de la erosión. Y si llega a ríos, acuíferos o incluso al mar puede causar contaminación», argumenta, antes de apostar por prevenir mediante políticas de planificación y gestión forestal. En cuanto a las zonas urbanas y costeras, advierte del riesgo debido a la proliferación de construcciones en zonas inundables. «No es necesario que se produzcan grandes episodios de lluvias torrenciales para que se den problemas», concluye.

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