Las altas temperaturas vividas este verano, que se ha convertido en el más cálido de la serie histórica, también influyen en la intensidad de las precipitaciones propias del fin de la temporada estival, pues el calor actúa como combustible que facilita la formación de tormentas fuertes, con importante aparato eléctrico, rachas de viento o granizo, como se pudo comprobar a última hora del martes en diferentes municipios del interior, como la localidad de Beneixama.
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Los expertos consultados recuerdan que más allá de la potencia, se trata de episodios propios de estas fechas: intensos, cortos y acotados en determinadas zonas. Es decir, diferentes a las llamadas gotas frías del otoño, tanto en los factores que intervienen en su formación como en sus características.
«Entramos en las semanas del año en las que climáticamente las tormentas tienen más protagonismo en nuestro territorio», explica José Ángel Núñez, jefe de Climatología de la delegación valenciana de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Por ejemplo, septiembre es el mes con mayor cantidad de rayos en la Comunitat. «Uno de los factores que explican el comportamiento tan tormentoso es la gran cantidad de energía acumulada en el verano en la baja atmósfera y en el mar, energía que comienza a liberarse cuando empiezan a pasar pequeñas ondas que desestabilizan la atmósfera», añade.
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«El combustible de estas tormentas es el calor acumulado durante el verano en el mar y las capas bajas de la atmósfera. En esta estación, con temperaturas de récord tanto del mar como del aire hay mayor disponibilidad energética y más vapor de agua para alimentarlas», continúa. «Cuando comienza a entrar aire frío en capas altas la atmósfera se inestabiliza, y ese calor acumulado se libera dentro de las tormentas, dando lugar a granizadas, rachas fuertes, etcétera», argumenta. «Por eso este tipo de episodios se producen en este periodo del año, que es cuando más calor hay acumulado y cuando empiezan a llegar masas de aire frío en altura», dice.
En cuanto a sus características, suelen de ser corta duración aunque localmente pueden generar fenómenos especialmente intensos, «de forma que entre zonas muy cercanas puede haber grandes diferencias». Núñez recuerda los aguaceros que hace un año afectaron a municipios como Puerto de Sagunto o Benicàssim, que apenas dejaron lluvia en zonas próximas, o las tormentas que condicionaron las Fallas excepcionales de septiembre, «muy violentas en los barrios del oeste de Valencia pero que afectaron menos al centro y a la fachada marítima».
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En cuanto a la previsión para los próximos días, destaca que hasta finales de semana continuarán en el norte de Castellón -en las últimas jornadas se han registrado granizadas en localidades del Baix Maestrat-, pero ya no serán tan probables en el resto de la Comunitat.
«Lo que estamos viviendo en los últimos días, con tormentas localmente fuertes sobre todo en el interior, es una situación típica de finales de agosto», comenta Samuel Biener, investigador del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. «Con la llegada de septiembre empiezan a darse cambios en las dinámicas atmosféricas, con entradas de ondas, lenguas de aire frío, que con toda la energía acumulada en la superficie y el mar tras un verano tan cálido encuentran un elevado aporte de energía. Se puede decir que hace que las tormentas estén dopadas», explica de modo gráfico.
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«El aire que se desliza de mar a tierra pasa por un Mediterráneo muy caliente y tiene más capacidad de arrastre de humedad. Ese aporte hacia el interior, cuando coincide con la entrada de aire frío en altura -ondas o vaguadas- facilita que las tormentas crezcan con fuerza», comenta el también experto de Meteored.
Además, coincide en las características de los episodios estivales. «Son irregulares, con diferencias muy importantes en distancias cortas: en una zona llueve torrencialmente y al lado no cae ni una gota. Son típicas, pero potenciadas por ese plus de energía por la temperatura ambiental y del mar», concluye, antes de explicar que el episodio de Beneixama pudo deberse a un reventón húmedo, con lluvia intensa y rachas de viento que según la red de Avamet alcanzaron los 84 kilómetros por hora, con precipitaciones de 39 litros por metro cuadrado en cuatro horas.
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La tormenta obligó a los bomberos del Consorcio Provincial de Alicante a realizar diferentes servicios por la caída de árboles y mobiliario, así como por desprendimientos de tejados, como sucedió en el colegio público.
Ambos expertos coinciden en diferenciar las tormentas estivales de los episodios de gota fría, más propios del otoño, que afectan a áreas más extensas y tienen una mayor duración. Además, en estos casos en su formación intervienen fenómenos atmosféricos más intensos, como un embolsamiento de aire frío en altura (DANA). Eso sí, la temperatura del mar, que durante agosto ha rozado durante varios días los 30 grados, un valor especialmente elevado, también puede provocar una mayor intensidad, aunque por sí sola no desencadena una lluvia torrencial.
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