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Numerosos voluntarios acuden a La Torre para colaborar en las tareas de limpieza. IVÁN ARLANDIS

La ola de voluntarios, imparable pese a las restricciones

Miles de ciudadanos hallan la forma de llegar a los municipios afectados mientras se desinfla el dispositivo oficial de autobuses

Domingo, 3 de noviembre 2024

El voluntariado no entiende de barreras. Ni de adversidades. De ahí que ayer, pese a la alerta naranja y las restricciones de acceso anunciadas el sábado por la noche, la marea solidaria se extendiera por cuarto día consecutivo por los municipios maltratados por la DANA. La sociedad valenciana, una vez más, peregrinó para embarrarse entre los gritos de desesperación de vecinos que han perdido prácticamente todo. Pese a los controles policiales que debían limitar el acceso de los ciudadanos no residentes a once localidades de l'Horta Sud, ya fuera caminando o conduciendo, la ayuda humanitaria llegó a los diferentes rincones azotados. De una forma u otra, miles de ciudadanos equipados con herramientas, botas y corazón cruzaron los puentes de esperanza que conectan la capital del Turia con el escenario de la tragedia. El dispositivo de autobuses instalado por la Generalitat en la Ciudad de las Artes y las Ciencias se desinfló por diversos factores, pero las movilizaciones particulares no se frenaron.

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La ola de solidaridad es imparable. La marea de voluntarios alcanzó Paiporta, el epicentro de la tragedia, así como otros municipios. La mayoría de la gente accedió a pie, aunque algunos se las ingeniaron para acercarse a dos kilómetros del centro de la localidad, que, ya sí, estaba tomado por el Ejército.

Las ONG piden en este momento máquinas, que es lo necesario para limpiar las calles, retirar los cientos de vehículos siniestrados y abrir los garajes y sótanos, donde se prevé que salgan muchas más víctimas mortales. Las asociaciones avisan de que hay suficiente agua potable embotellada y que ahora lo que se necesita son productos de desinfección, como lejía, dado que empieza a pudrirse toda la suciedad acumulada. También se buscan botas, que tienen los voluntarios pero no muchos vecinos, y palas.

Desde primera hora, la gente pasó desde Valencia hasta las poblaciones del sur a través de los mismos puntos que en los últimos días: la denominada pasarela de la solidaridad de San Marcelino, o la carretera hacia Torrent desde la salida por Archiduque Carlos. Las autoridades no impidieron a los voluntarios llegar a pie hasta esas localidades. Otros aparcaron incluso en las zonas ajardinadas de las salidas desde la V-30.

En Paiporta, desde hace tres días, están Carlos y su amigo Bertran, un francés que venía de vacaciones a Valencia pero que ahora no quiere dejar de ayudar. Se pasan el día cavando en el barranco, tratando de extraer coches hundidos en el lodo. Por ejemplo, hay uno donde los Bomberos sospechan que pueda haber una víctima en el que llevan trabajando día y medio. «Hemos llegado a sitios donde aún no ha ido nadie», explica Carlos. Dice que se quedaría: «Pero es que necesito ropa interior, ducharme... Hemos hecho nuestras necesidades en bolsas. Si encuentro un lugar donde darme una ducha yo me quedo el tiempo que sea».

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Voluntarios que vuelven a casa absolutamente molidos hay a todas horas. Pero llegan muchos otros en sentido contrario. Una pareja aparece por el amasijo de ruinas que es la estación de metro de Paiporta. Han aparcado en la otra parte, casi en la carretera de Torrent. «Venimos a ayudar a lo que sea. No vamos equipados. ¿Dónde se puede conseguir alguna pala? ¿O ayudar?», preguntan. Les responden que en cualquier sitio se puede colaborar, y se adentran en el pueblo.

Las autoridades no impidieron a los voluntarios llegar a pie a las localidades en las que se había prohibido el acceso

 

Laura y David son una pareja de Alcalá de Henares que llegó a la Comunitat tras haber acabado de trabajar el pasado viernes. Están alojados en un hotel de Cullera y, voluntariosos por ayudar a la gente que lo ha perdido todo en Paiporta, llevaron a la localidad una compra de alimentos y productos de primera necesidad con un importe 400 euros. También es constante la llegada de pelotones de ciclistas que acceden al municipios con el propósito de ayudar a los afectados.

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El voluntariado no se detiene. Y en las últimas horas están surgiendo diferentes aplicaciones informáticas para que los afectados por la DANA y los ciudadanos decididos a arrimar el hombro se puedan localizar a golpe de clic. Una manera de optimizar la distribución de la ayuda, tanto material como humana. La tecnología como alternativa.

En la Ciudad de las Artes y las Ciencias, donde el pasado sábado la Generalitat puso en marcha un dispositivo para dirigir el voluntariado, el ritmo decayó ayer considerablemente. La visible mejoría en la organización y coordinación contrastó con la brusca bajada de las personas que se presentaron en el Museo Príncipe Felipe para subirse a unos de los autocares ofrecidos por la Administración.

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La Ciutat de las Artes amaneció mucho más tranquila. De los más de 9.000 voluntarios del sábado a los cerca de 1.100 de ayer. El operativo de la Generalitat se redujo a 33 autocares debido a las restricciones de acceso en numerosos municipios y al aviso de temporal. Sin embargo, sólo se llenaron 19. Una imagen muy diferente a la del desbordamiento producido 24 horas antes, cuando se presentaron en el museo 15.000 personas y gran parte de ellas se quedaron sin plaza.

A las 7:53 partieron los primeros autocares. Como destino, Bugarra, Loriguilla, l'Alcúdia, Torrent, Castellar, Guardassuar, Forn d'Alcedo y La Torre. Salieron con una fluidez mucho mayor que el sábado, ya que la organización mejoró el operativo para dotarle de más agilidad después de los problemas logísticos del día anterior.

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El sábado por la noche, pese a que el plan pasaba por ampliar el dispositivo, el Consell dio un giro que condicionó completamente el dispositivo de ayer. Se prohibió el acceso de personas no residentes a once de las localidades sacudidas por la DANA. De esta forma, los voluntarios pasaban a tener cortado el acceso en Aldaia, Alaquàs, Picanya, Sedaví, Paiporta, Benetússer, Alfafar, Massanassa, Catarroja, Albal y Beniparrell. La decisión extraordinaria tenía el objetivo de garantizar la seguridad de la ciudadanía y facilitar los trabajos de emergencia.

«Teníamos dudas porque no podíamos ir a muchos municipios. Y pensamos que esta era la única manera. Mucha gente se tira abajo porque no sabe cómo acceder», comentaba Diana Benítez, mexicana afincada en Valencia, antes de montarse en uno de los 19 autocares que se desplazaron. Varios buses fueron recibidos entre aplausos en las poblaciones damnificadas.

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El operativo de autobuses instalado en el Museo Príncipe Felipe mejora su coordinación pero se suspende hasta nueva orden

«Este domingo ha ido todo mucho mejor que el sábado, más organizado, mucho más coordinado. Hemos tomado nota de los errores y los problemas. Está todo más controlado. Ha venido menos gente. Con la alerta naranja nos hemos cortado un poco por si empieza a trabajar la gente y se pone a diluviar», destacó Miguel Salvador, presidente de la Plataforma del Voluntariado de la Comunidad Valenciana.

Ayer reinó la satisfacción en la organización. «Este domingo, los autobuses que han ido lo han hecho a currar. Eso es lo que hemos mejorado», recalcó Salvador, consciente de la frustración que invadió el sábado a cientos de voluntarios equipados con palas y cepillos que se quedaron sin poder acceder a las poblaciones azotadas por las inundaciones. Al llegar a ciertos destinos, se toparon con una frase demoledora: «Ya no necesitamos más voluntarios». Una desagradable sorpresa.

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«Eso ya no depende de nosotros. Es un problema de que se articule Conselleria con los Ayuntamientos. Nosotros trabajamos bajo demanda. Si luego llegas allí y ha variado desde que nos han llamado... Hubo autobuses en los que se quedaron mirándose las caras porque Protección Civil les dijo que no hacían falta», lamenta Salvador. La avalancha de voluntarios superó las previsiones. «La situación es muy cambiante y las necesidades de los municipios también», argumentaron fuentes de la Generalitat.

Ayer, los efectivos de Protección Civil intervinieron desde la misma Ciudad de las Artes y vehículos de la Policía escoltaron a los autocares para garantizar el acceso de los voluntarios a las localidades de destino. Además, a la hora de formar los grupos que subían a cada uno de los autocares, el proceso se aceleró.

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Joan, de La Llosa de Camatxo, fue uno de los ciudadanos que se presentó en el museo para cooperar. Llegó cargado con una caja con 2.000 de mascarillas: «Tengo más en mi casa, pero como voy yo solo, he traído las que podía. Teníamos almacenadas miles y miles en mi Ayuntamiento desde la época del Covid. Las he traído porque ahora hacen falta. Las aguas empiezan a tener mala pinta, el fango lleva muchos días».

Otro joven como Jorge llegó ayer mismo desde Albacete. «He venido yo solo. He cogido un autobús a las 4 de la mañana y he llegado a Valencia a las 7», cuenta. Vive con su abuela, pero no le no le ha avisado de su plan para evitar que se preocupe: «Vengo para ayudar en lo que se pueda. No estamos capacitados porque hay profesionales que avanzan mucho más que nosotros. ¿Pero si hay gente con mucha más edad y en peores condiciones que los jóvenes y están ayudando, cómo te quedas en tu casa?».

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Ayer, la Administración confirmó a la Plataforma del Voluntariado de la Comunidad Valenciana que el operativo queda suspendido hasta nuevo aviso. Como mínimo, hasta el próximo fin de semana. El motivo es que se va a dar prioridad a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, al Ejército, a la Unidad Militar de Emergencias (UME) y a toda la maquinaria necesaria para despejar los espacios, recuperar infraestructuras y continuar con la búsqueda de desaparecidos.

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