Durante la Edad Media el norte de España, concretamente parte de los condados que hoy integran Cataluña, estaban regidos por los reyes franceses en lo que se denominaba 'Marca Hispánica'. Pero parte de Francia pertenecía al Reino de Aragón. En 1258 el Rey Jaime I de Aragón, Mallorca y Valencia, firma el Tratado de Corbeil con el Rey francés Luis IX por el que se cedían a Francia los condados de Carcasona, Tolosa, Narbona y otros, en manos de Aragón, a cambio de los condados de Barcelona, Besalú, Urgel y otros en manos del rey francés. Desmonta este tratado el que los catalanes conquistasen el Reino de Valencia, que se había producido 20 años antes, y 29 el de Mallorca. En los condados citados, pertenecientes a Francia, no existía una lengua común, se hablaban distintos dialectos procedentes del provenzal influenciados por la cercanía a Aragón. En 1137, como consecuencia del casamiento del Conde Berenguer IV con Petronila de Aragón, el condado de Barcelona quedó incorporado a la Corona de Aragón pero sin variar su condición de condado. Los condados de Besalú, Vallespir, Peralada, Ausona, Ampurias, Urgel y Cerdanya mantuvieron su independencia hasta 1521 cuando Carlos I de España los incorporó a lo que en la actualidad es la Cataluña de hoy, no existiendo como región hasta esa fecha.
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Es un invento, y una falta de ética, el que alguien trate de hablar de una corona catalano-aragonesa que nunca existió.
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