Debate en Ciudadanos
PABLO SALAZAR
Miércoles, 7 de diciembre 2016, 08:52
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PABLO SALAZAR
Miércoles, 7 de diciembre 2016, 08:52
Ciudadanos ha evolucionado de regional (catalán) a nacional (español), se ha hecho grande, ha pasado a ser decisivo en la política española y como consecuencia de todo ello han surgido las primeras discrepancias internas por el tipo de partido que se quiere construir, no tanto por la ideología como por el modelo territorial que debe defender. El liderazgo de Albert Rivera parece incuestionable en un partido que es casi de autor, y hasta cuesta esfuerzo tomarse en serio el supuesto interés de Carolina Punset por disputarle el puesto. Pero es evidente que hay dos sensibilidades que se están situando una frente a la otra de cara al congreso de la formación naranja. Por una parte, la que representa Inés Arrimadas, portavoz en el Parlament de Cataluña, que pretende hacer compatible el discurso en clave nacional con las particularidades locales, en su caso con un catalanismo completamente alejado no ya de las tentaciones soberanistas sino de la ortodoxia nacionalista, que siempre necesita a un enemigo exterior para reafirmarse. Y por otra, la de los cargos y cuadros del partido que creen que estas singularidades regionales no son posibles y que su fuerza está en apostar por la recentralización tras lo que consideran un experimento fracasado, la España autonómica. Punset forma parte de esta corriente, lo cual no significa que vaya a encabezarla y mucho menos que sea capaz de arrebatar a Rivera la dirección de Ciudadanos. Pero el debate, más allá de las personas que lo protagonizan, es muy interesante. ¿Ha fracasado la España autonómica? El desarrollo que se ha vivido en las regiones parece desmentirlo y aunque no podemos saber cómo hubiera sido con un modelo centralizado sí que tenemos constancia del retraso, el despoblamiento y la ausencia de inversiones en amplias zonas de la geografía nacional durante el franquismo, un proceso que seguramente se hubiera acelerado sin un Estado descentralizado como el que surgió de la Constitución de 1978. Se han cometido errores, es cierto, se han duplicado servicios y nunca debió transferirse la competencia sobre la educación, que ha sido utilizada por los nacionalismos catalán y vasco (ahora pretende imitarles el valenciano) para crear un relato propio -inventado en la mayoría de las ocasiones- que han colocado a todas las generaciones que han estudiado a partir de la década de los ochenta del siglo pasado. Desandar lo andado es imposible y volver al punto de partida del 78, una quimera, el sentimiento regional en unos casos y nacional en otros es muy acusado en muchas de las comunidades autónomas. El reto para Ciudadanos, y también para España, es saber conjugar con armonía lo nacional con lo regional, sin egoísmos excluyentes, con la solidaridad como principio básico.
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