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Trump, ¿agente sionista?

Si el nuevo presidente de EE UU cambia la embajada a Jerusalén hará inevitable la vuelta a la violencia

ENRIQUE VÁZQUEZ

Jueves, 12 de enero 2017, 00:02

De entrada, sería útil que el lector no vea en el adjetivo sionista afán peyorativo o énfasis polémico. Corresponde a un sustantivo, sionismo, descrito por el diccionario de la Real Academia Española con su habitual sobriedad: «Aspiración de los judíos a recobrar Palestina como patria». Pero Palestina fue dividida en noviembre de 1947 mediante la resolución 181 de la Asamblea General, que creó sobre el papel dos estados. Lo que en ese tiempo ofendió a los árabes de la vecindad puede ser visto como la única fórmula disponible entonces... y ahora. Prácticamente el mundo entero, salvo ciertos movimientos árabes muy minoritarios, la acepta y la tiene por el cimiento de todos los intentos de cancelar la cuestión y terminar la sangría.

Pero en esto... llegó Donald Trump, quien ha elegido para embajador norteamericano en Israel a un norteamericano judío y ultranacionalista, ha indicado su voluntad de cambiar la embajada de Tel-Aviv (donde la tiene todo el mundo) a Jerusalén y, ante el estupor general, parece resuelto a meter en el corazón del equipo de gobierno de la Casa Blanca a su yerno, Jared Kushner, de vieja familia judía militante ultra de la causa sionista radical y conocida como donante de fondos a ciertos grupos radicales que fundan y mantienen las colonias en territorio palestino.

Jared goza de la admirada estima del nuevo presidente, quien no ve nada inconveniente que se integre en lo que parece el gobierno político de la nueva Casa Blanca, al lado de quienes serán sus dos hombres fuertes, el jefe de gabinete, Reince Priebus, y el estratega-jefe, Stephen Bannion. Un trío, en fin, de fieles que no están en el gobierno formal, ni falta que hace. Otra cosa es qué opinarán algunos elementos racionales, si vale decirlo así, de la nueva administración, como Rex Tillerson, secretario de Estado, o el teniente general James Mattis, secretario de Defensa.

Todo esto sucede después de que, en una decisión histórica que Washington permitió salir adelante con su abstención, el Consejo de Seguridad de la ONU, con todas las grandes potencias representadas, emitiera el 23 de diciembre la resolución 2334, que declara de nuevo ilegales los asentimientos judíos, recuerda que las fronteras son las de 1947 y que Jerusalén no está «reunificada», como quiere la versión israelí, sino reunificada por la fuerza. Trump prometió trasladar la embajada USA a Jerusalén, lo que, si se lleva a efecto -lo que está por ver- hará ya literalmente inevitable la vuelta a la violencia generalizada con un masivo apoyo árabe y musulmán. Y todo esto a cinco días de que una cincuentena de países, incluyendo todos los grandes, se reúnan en París el próximo domingo para dejar claro de nuevo que las colonias son suelo palestino y la actitud israelí, inaceptable. ¿O habrá que decir, la actitud americano-israelí... bajo la voluntarista, amateur y perniciosa actitud de Donald Trump y su prometedor yerno?

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