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SALVADOR SE LLAMA VORO

KIKE MATEU

Miércoles, 10 de mayo 2017, 00:37

Hoy lo recurrente es hablar de Marcelino. Y lo entiendo. Hemos pasado de Nuno-Neville-Pako a Prandelli primero (aunque saliera mal) a Marcelino-Berizzo-Gracia o el propio Setién. No me negarán que algo está cambiando en Lim respecto a su política de amigotes y banquillos regalados. Marcelino es un gran entrenador y si se confirma su llegada me parecerá -como con Prandelli- una gran noticia. Lógicamente esperando un mejor resultado. Pero del asturiano ya tendremos tiempo de hablar. Hoy quiero destacar al valenciano. Al de l'Alcudia. A Voro. Ya dejó claro hace una semana que no seguiría y lo anunció oficialmente antes del duelo ante Osasuna: «Ya me han comunicado que buscan entrenador» dijo con su perfil bajo habitual. Como si no pasara nada. Cuando en realidad lo que le dijeron -más allá de sus anhelos- fue «tú no. Que lo sepas». Y yo, que siempre he manifestado que Voro debía seguir en el club pero no como entrenador, no quiero olvidar los méritos contraídos. Porque una cosa es creer que este club grande debe tener un técnico acorde a su nivel y exigencia, y otra cosa es no valorar a Voro. Lo de Voro ha sido espectacular. Se marchará por la misma puerta de atrás por la que llegó porque es la que le gusta cruzar. Las puertas grandes para otros. Pero lo que ha hecho tiene una grandeza que supera sus palabras. 28 puntos en una vuelta. A los que hay que sumar los nueve ante Leganés, Alavés y Real Madrid. 9 de 12. Los números hablan por sí mismos (de Voro y de la sinvergonzonería de muchos otros). De estar en puntos de descenso cuando cogió al equipo de forma definitiva en enero a salvarse a ocho jornadas del final. De recoger un vestuario roto y lleno de jugadores pasotas e impresentables a unir voluntades con su gigantesca mano izquierda. A veces demasiado grande para lo que merecían sus protegidos futbolistas. Pero no critiquemos eso. Es parte de su éxito; evitar conflictos y tapar los existentes. Y tras todo ello ganar muchos más partidos que los perdidos. Eso ha sido Voro. Un patrimonio del club que vale su peso en oro. Un tipo tranquilo en mitad de la tormenta. Un capitán que te lleva a puerto cuando el barco zozobra. Un hombre que te abre los ojos cuando el universo se derrumba ante tu mirada. Bien hará Alemany en ubicarle donde pida. Donde, como recuerda, se sienta útil. Voro no quiere poltronas ni jubilaciones millonarias. No quiere cargos honoríficos ni cobrar por no hacer nada. Es un hombre de club. De ese club llamado Valencia. Y hay que otorgarle el lugar que merece. Y si quiere ser delegado, delegado hasta que él quiera. Diga lo que diga el nuevo entrenador, por cierto. Que el que venga se marchará algún día como pasa con todos y Voro seguirá estando. Gracias Salvador. Hiciste, una vez más, honor a tu nombre.

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