Secciones
Servicios
Destacamos
A veces no se entienden determinadas acciones promocionales, porque, a la vista de su despliegue, más parecen diseñadas por el contrincante. O sea, que si la marca de un coche elige llamar la atención con un anuncio en el que tiran un piano de cola cae desde un balcón y se estrella contra un vehículo del modelo protagonista, lo más fácil es pensar cosas por el estilo de: este coche aguante poco, el fabricante tiene poca sensibilidad cultural, quizás paga el anuncio la competencia... Si no, no se entiende.
El reciente episodio de Greenpeace en el puerto de Sagunto tampoco se entiende. Su barco 'Esperanza' bloqueó durante ocho horas la entrada y posterior descarga de un buque que traía gas natural desde Estados Unidos.
La acción del barco de militancia ecologista, que funciona con dos motores a gasóleo -«respetuoso con el medio ambiente» y con «una nueva y más eficiente propulsión diesel», según la web de la organización- se enmarcaba en la campaña de sus promotores contra los combustibles fósiles -como el gasóleo- y en el barco desplegaron una pancarta que rezaba: «El gas no es el futuro». Y tienen razón, ni el gas, ni el carbón, ni la gasolina, ni el gasóleo son el futuro; estamos de acuerdo. Pero no está el horno para bollos. De momento necesitamos todavía el gas, como los demás combustibles, para seguir funcionando, porque lo otro, las alternativas renovables, no aportan aún lo necesario para cubrir todas las necesidades que tenemos, como bien demuestra la actual crisis energética.
El ecologismo radical debería darse cuenta cuanto antes de que no puede esgrimir argumentos que van directamente contra las necesidades reales de la población, porque entonces, si los de a pie nos sentimos atacados en la línea de flotación, es fácil deducir que quienes nos atacan quizá se sientan al margen de las cuestiones mundanas u ordinarias y por encima del bien y del mal. Una idea que en lenguaje popular queda muy bien definida con este concepto: pijolandia. Los pijos se distinguen precisamente por aislarse y encumbrarse por encima de la plebe.
Pero resulta que la plebe necesita el gas para cocinar, para calentarse dentro de poco, cuando llegue el invierno, para generar la luz cara que no pueden aportar otras fuentes 'limpias', para trabajar en las fábricas de cerámica, para... Y también precisan el petróleo para desplazarse, para producir y que se transporte lo producido, lo que permite cobrar a final de mes y que siga la rueda, aunque se preferiría no tener que pagar elevadas facturas de gas, claro, y ni se sueña ya con poder ir por ahí a todo gas...óleo surcando los mares.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Una moto de competición 'made in UC'
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.