Borrar

Abusos y penitencias

ROSEBUD ·

Es tendencioso que la lacra derive en un proceso contra la Iglesia

Antonio Badillo

Valencia

Miércoles, 9 de febrero 2022, 00:09

Vamos a jugar a los médicos, me dijo el viejo verde mientras se tendía en el sofá, abría la camisa y aflojaba el cinturón, ladeando obsceno su ridículo bigotillo de Errol Flynn ante mi mirada ingenua, que entonces lo veneraba. Medio siglo ha transcurrido desde ... aquello y aún tengo fresco el pasaje, junto con alguna imagen escabrosa que me reservo y la posterior de mi padre tratando de matarlo cuando avergonzado dejé escapar la confesión. Nadie ha de contarme pues lo que es un abuso infantil y sus secuelas. Junto con la violencia machista, el más execrable de los delitos, por la fragilidad de la víctima y la posición de poder del criminal. Pese a que nada de lo que yo diga ahora sacará a aquel miserable de las entrañas de la tierra para que siga pudriéndose en la cárcel, perseguir a todos los de su calaña más allá de los límites del tiempo es la obligación de una sociedad decente. Pero no lo es menos afinar el tiro para que ningún prejuicio contamine el objetivo común. Aunque en mi caso ese tipo no era cura ni nada que se le parezca, simplemente un malnacido, otro de tantos, sería mezquino ocultar que la pederastia se aferró a la Iglesia como la lapa a su roca. Sin embargo, el ajuste de cuentas con quienes delinquieron y los encubridores no puede aprovecharse para abrir un proceso contra la institución, arrastrados por la inquina, y confundir la parte, por muy grande que ésta sea, con el todo. La Iglesia no merece menos respeto y prudencia que los que aplicaríamos en cualquier otro ámbito de la vida, porque de lo que aquí se trata es de buscar malhechores, ya se oculten tras el púlpito, en un vestuario deportivo o dentro de alguna residencia de menores, tan manchadas que incluso este Gobierno que sólo investiga lo que le interesa se ha visto obligado a activar un plan de choque. El odio une, destaca Luis Landero. Genera un placer salvaje, subraya Arturo Pérez-Reverte. Y es mal socio, añadiría yo, al zancadillearnos en el intento de proteger a los justos sin relajar por ello el cerco sobre los pecadores. No ha habido abusos de la Iglesia, sino abusos en la Iglesia, tengámoslo claro, pese al interés de muchos por reventar sus costuras como si los intocables de Eliot Ness entraran en la cueva de Alí Babá, disfrutando con Robert Duvall del delicioso olor del napalm cada mañana. Dumas destripó en 'El conde de Montecristo' lo peor de una obsesión, que teniendo gran parte de la razón puedes llegar a perderla consumido por la venganza. Antes de que te confundas conmigo te aclararé que será difícil que me encuentres un domingo en misa, pero más todavía participando en un linchamiento. Y si al leer esto piensas que soy un mojigato o, mucho peor, que blanqueo y no comparto tu asco es que no has entendido nada.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Abusos y penitencias