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Los americanos tienen sus cosas. Y unas cuantas pegas. Conviven como si nada con la extraña tendencia de acumular armas de fuego en sus hogares. ... Parece que les gusta excederse con el consumo de comida basura alérgicos a la dieta mediterránea. Son reincidentes en eso de votar por la experiencia de presidentes de edad avanzada como Reagan, Trump o Biden. Su sanidad universal es una quimera imposible y un privilegio inalcanzable para la mayoría. Su demostrada tendencia a expandirse -como lo hace el universo- es una obviedad que ilustra páginas completas de los libros de historia. Pero si me encontrara ante la tesitura de tener que elegir, con un nuevo orden mundial al acecho, me quedaría con ellos. Afortunadamente no es el caso. Pero a lo que iba.

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Mañana los americanos celebran una de sus fiestas señaladas. El día de acción de gracias. Día de atascos, compras, comilonas y familia. La palabra gracias es tan sencilla en sus formas como transcendental por su contenido. Su empleo suele ser satisfactorio tanto para el que la verbaliza como para quien la recibe. Hay sesudos estudios que aseguran que tenemos algunas palabras preferidas, fetiche, esas letras que juntas nos gusta escuchar, unas más que otras. Y 'gracias' está entre esas palabras favoritas. Por eso comprobarán que se emplea con mucha frecuencia en campañas promocionales de todo tipo. También, apuntan los expertos, ser amables es una nueva forma de terapia cada vez más empleada porque reduce el estrés, la ansiedad, la depresión y hasta rejuvenece a quien la práctica. Cosas de la química y de generar serotonina. Y es que ¿quién no tiene algo que agradecer?

A las puertas de este día tan típicamente americano me pregunto si también acabaremos celebrando esta efeméride de manera tan activa como lo hacemos ahora con Halloween. Y es que empieza a invadir peligrosamente el espacio que nuestra cultura reserva al recuerdo de los que ya nos están. Observo con sorpresa como se ha instalado entre nosotros, en un abrir y cerrar de ojos, eso de pintar calabazas, repartir caramelos entre el truco y el trato o ese ansia irrefrenable por disfrazarse tipo drácula que parece habernos invadido. Inquietante. El folclore ha trascendido la excusa de que es una fiesta pensada para el disfrute de los niños. Me temo que el pollo al ast empieza a tener los días contados y le ha surgido una seria amenaza en forma de pavo al horno. ¿Acabaremos disfrazados de colonos americanos? Quién sabe puede que sea sólo cuestión de tiempo.

Ser amables es una nueva forma de terapia porque reduce el estrés, la depresión y hasta rejuvenece

Total no somos nada. Si cayeron los romanos cómo no vamos a caer nosotros como civilización. Señales abundan. Así lo asegura el escritor Robert Harris en una reciente entrevista en El País. Leerla es como darse un higiénico baño de humildad. Asegura que de tan digitalizados como estamos no dejaremos ni siquiera ruinas que nos sucedan como recuerdo de nuestra paso por esta tierra. Así que al menos mantengámonos fieles, en la medida de lo posible, a lo auténticamente nuestro.

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