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Sr. García

ACLARACIONES A FUSET, EL CONCEJAL CONFUSO

Sala de máquinas ·

Lunes, 2 de marzo 2020, 11:29

Pere Fuset acaba de vivir su muerte política sin comprender del todo lo que le está pasando. No sabe que está muerto, como los oriundos de Comala, y es natural. En 2015 y con casi cuarenta años llegó a la cumbre de golpe y sin haber hecho hasta entonces nada de provecho; en la vida, en el trabajo, ni en los estudios (se presentó como sociólogo sin serlo). Con cuarenta años uno debiera haber cotizado quince o veinte de ellos a la Seguridad Social y haber prosperado en varios empleos y cualificaciones. No fue el caso, estaba tieso como el marido de Susana Díaz. En 2015 Fuset se encontró con un reconocimiento, un estatus, un puesto de responsabilidad, una influencia y un salario abultadísimo que no habría podido soñar ni en el mejor de los sueños imaginables. De repente, tenía dinero en la cartera. Le tocó la lotería. El azar le llegó de pronto, sin esfuerzos previos, ni logros, ni capacidades, sin haber escalado su trayectoria paso a paso, aprendiendo.

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Fue una ventolera. Por eso la fortuna no le ha durado. A su insuficiente cualificación, por otra parte común a muchos políticos, se le sumó las debilidades propias de su carácter básico; el afán por destacar, por brillar como una celebrity, por precipitarse, y esa enorme ansiedad suya a la hora de conducirse. Esa es la clave. Fuset ha caído sobre todo porque era un ansioso, un fatiguitas que dicen en Cádiz, un concejal que se desborda, que no piensa, que se tira al vacío. Fuset, desde que llegó, estaba pidiendo a gritos que un tren le pasara por lo alto, que el toro Islero le mandara a la enfermería, que le alcanzara una bala perdida en el duelo de O.K. Corral. Quería Fuset arder en la cremà como una diosa egipcia. Fuset era el Guillermo Montesinos que José Luis Cuerda recrea en 'Amanece que no es poco'. Ese tío que en mitad de la noche surge del monte, como un loco, irrumpe en la carretera, con la niebla encima y justo cuando pasa un camión se planta delante, se rasga la camisa y grita desencajado «mátame, mátame por Dios».

Fuset estaba pidiendo a gritos que lo mataran desde que fue nombrado concejal y, por tanto, era cuestión de tiempo. Se va a sentar en el banquillo por un homicidio imprudente en la feria de Viveros, después de que cambiara de su puño y letra las bases del concurso. El juez y el fiscal piden además abrirle una causa por prevaricación, al decidir entregarle la explotación de los negocios de bebida y comida en los conciertos a un proveedor conocido, sin concurrencia pública. Tiene también encima otro proceso por la masiva fragmentación de contratos en su concejalía, lo que denota no sólo un presunto amiguismo sino también un déficit contrastado para resolver las adjudicaciones en tiempo y forma. Pero esto es sólo el final. Ha habido mucho más. Encargó una macroencuesta ilegal entre los falleros donde fisgoneaba en sus gustos políticos, religiosos e identitarios. Fue reprobado por los presidentes de fallas, con oprobio. Pretendió quitar moños, subir escotes y bajar faldas a las falleras, autonominándose modisto mayor de la fiesta. Se fue de gañote a París, convidado por una empresa privada, como carabina de las falleras mayores. Impuso el valenciano que había de usarse, las canciones a reponer; su lista de injerencias, provocaciones y dirigismo resulta interminable. Y luego mintió muchísimo y sin freno, mintió con verdadera ansiedad; Fuset el de 'les troletes', le llamaba Majo Grimaldo.

Una persona que no ha entendido cómo llegó a la mamandurria tampoco puede entender la manera en que la pierde

Una persona que no ha entendido cómo llegó a la mamandurria tampoco puede comprender la manera en que la pierde o se la quitan. Se cree Fuset que ganó la concejalía de Fallas en unas oposiciones, como una jefatura de servicio. Dice que su renuncia es temporal, provisional, de un año y que luego volverá. Le da las gracias a su sucesor, Galiana, por asumir el cargo «el tiempo que sea necesario». Vamos, hasta que vuelva y quite al interino Galiana. Ni percibe el brutal sentido de patrimonialización que rezuman sus palabras. Este hombre se cree que las Fallas son suyas. Qué confusión, qué irreal, qué peligroso. Le han apartado del cargo con esa promesa, una promesa falsa a la que contribuye el propio alcalde Ribó, cuando refuerza que Fuset se aparta ocasionalmente «para hacerle un favor a las Fallas». ¡Un favor a las Fallas! Si esto no fuera una simulación, tendríamos que pensar que alguien está mal de la cabeza; por creerse que las Fallas son suyas, por interpretar que está en potestad de conceder un gracioso don a las Fallas en vez de advertir que perturba la paz de las fiestas.

Conviene también aclararle a Fuset que si está invalidado para representar a las Fallas lo está también para seguir de concejal, para mantener el acta y representar a Valencia. El me voy pero sigo cobrando resulta obsceno e indecoroso y supone en el fondo un fraude a la ciudadanía y no asumir las responsabilidades políticas. Fuset no se va a ganar en adelante los 75.000 euros que va a percibir por no hacer nada. Pero, ¿dónde iba a cobrar Fuset 75.000 euros si fuera coherente y dejara el Ayuntamiento? ¿Quién de los 150 socios de AVE, los mayores patronos de la Comunitat, cree que le convendría contratar a Fuset por 75.000 euros al año, para hacer qué? Tampoco es el único aprovechado, las cosas como son. El PSPV quiere devolverle los favores a Alexis Marí, ex de Ciudadanos, colocándolo en À Punt de la misma manera sonrojante que colocó a Carolina Punset, también ex de Ciudadanos, como asesora de Presidencia. Fuset, Punset, Marí y tantos otros; el club de los políticos pensionados. Cuando Fuset se vea reflejado en la pareja exciudadana reparará que sí, que iba a ser alcalde, sucesor de Ribó, que sí, pero su carrera política ha acabado. Tanto ha insistido que al final le atropelló el tren, le cogió el toro Islero, le tumbó un forajido del oeste, se quemó a lo bonzo, le arrolló el camión de 'Amanece que no es poco'. Le deseamos suerte, que haya aprendido de la experiencia y que sepa conducirse en adelante con más prudencia y pericia.

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