El verano sirve para pasar página en todos los sentidos: dejar atrás meses difíciles y aventurarse en historias ajenas a 40 grados a la sombra. Se aproximan días para desprenderse de las fajas del cuerpo, de la mente y de los libros. Éstas sólo deberían ... utilizarse bajo prescripción médica; en el resto de los casos, suelen decepcionar. Lo que constriñe no funciona; lo que enmascara, tampoco. La riqueza, dicen, va por barrios (¿o es la felicidad?) pero la calidad de la litetaria es algo más personal y ceñido a la misteriosa relación que tejen entre sí lectores y escritores. La identidad de la editorial contribuye a estrechar el margen para acertar con el título y las recomendaciones de los leídos libreros también dirigen el tino. Aún así todo es falible y las vacaciones demasiado cortas para desperdiciar el tiempo con una mala novela, un mal vino o una mala compañía. Dicho todo esto, hay libros que son mejores cerrados que abiertos.
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