Adiós a la medianoche

La fiesta avanza y se adapta a las circunstancias actuales, por eso la asamblea de presidentes decidió en su última reunión adelantar la hora de la cremà de las fallas en dos horas, al igual que se hizo el pasado mes de septiembre por cuestiones obvias. Toda una gran decisión que marca un hito en la historia de nuestro festejo.

Al margen de posiciones más o menos nostálgicas, lo importante es que las fallas den pasos para adaptarse a las necesidades de un nuevo siglo. No hay más que bucear en la historia de nuestro festejo para comprobar los cambios adaptándose a las exigencias del momento. La propia cremà soportó cambios, al igual que la permanencia de las fallas en la calle, que de un día pasó a tres. Algo parecido sucedió con la ofrenda de flores desde sus inicios y los cambios que soportó como consecuencia de la abrumadora asistencia de falleros. En esta línea de cambios históricos, cabe recordar el traslado de los castillos de fuegos artificiales y Nit del Foc de la plaza del Ayuntamiento al cauce del río Turia, aunque en este último caso fuese por una mayor seguridad; cambios que hay que situarlos en su contexto ciudadano.

Sea como fuere, las Fallas necesitan cambios de futuro. Las resoluciones del Reglamento General Fallero que vendrá podrían ser uno de los trampolines para adecuar la fiesta a las necesidades actuales, sin perder su capacidad organizativa e independiente. Las fallas han sido y son ejemplo envidiable de democracia, en cuyo seno se han respetado todas las ideologías personales, y así han de continuar. Eso no admite cambio.