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El agua hace flotar el barco, pero también puede hundirlo. Es un proverbio chino que se refiere a la armonía entre las energías del yin y el yang para alcanzar el equilibrio. Recuerda que cualquier mínima injerencia puede desestabilizar la ecuanimidad de un sistema y destruirlo. También incide en la importancia de un elemento indispensable en la supervivencia de la Tierra sin el que ésta, sencillamente, es imposible: el agua. Tanto es así que en 1992 Naciones Unidas determinó que toda la población debía poder acceder a este recurso a un «precio asequible» y hace justo una década reconoció oficialmente en una resolución específica que es un derecho humano irremplazable siendo a su vez condición sine qua non para la realización de otros derechos. Pero pese a esta prerrogativa internacional, actualmente la ONU calcula que cerca de 2.200 millones de personas carecen de acceso a este medio. Una escasez que, según sus previsiones, sufrirán dos tercios del planeta en los próximos años. Si su distribución y abastecimiento en igualdad de condiciones se percibía inalcanzable hasta este momento, a partir de ahora el asunto se complica todavía más. Porque el agua, ese derecho fundamental consustancial al ser humano, ya cotiza en bolsa. Se ha estrenado en el mercado de futuros de Wall Street abriendo un territorio inexplorado en el tablero internacional. El precio del agua se fijará como el del petróleo, el oro, el gas natural o los cereales. Esa cifra, que dependerá de lo que ocurra en la cosecha y las cuencas fluviales de California desde donde se registran estos contratos de compraventa, podría exportarse al resto del mundo. Con este movimiento California, azotada por la sequía y los incendios forestales, se adelanta para disponer de recursos hídricos que le permitan seguir explotando sus millones de hectáreas dedicadas a la agricultura, motor económico que la ha convertido en el huerto de Estados Unidos y que junto a Silicon Valley hacen que sea el lugar más próspero de ese país tal como reflejan los datos de su PIB. De manera que California va a ser una especie de laboratorio de pruebas de algo que para algunos evitará el abuso y para otros alterará el orden mundial favoreciendo oligopolios e incluso provocando desplazamientos forzosos y conflictos bélicos en un contexto de agudización del calentamiento global. El Relator Especial de Naciones Unidas, Pedro Arrojo-Agudo, se ha pronunciado al respecto en una carta en la que advierte de que «el agua tiene un conjunto de valores vitales para nuestras sociedades que la lógica del mercado no reconoce y que, por lo tanto, no puede gestionar adecuadamente, y mucho menos en un espacio financiero tan propenso a la especulación».
Lo que es un hecho es que un bien, escaso y necesario a la vez, entra a formar parte del juego bursátil en un periodo de máxima incertidumbre económica. Con el tiempo comprobaremos si, con su incursión en el parqué, el planeta sigue a flote como lo conocemos.
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