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d. torres
Aguas negras en la Albufera

Aguas negras en la Albufera

EL ESTADO DEL MEDIO AMBIENTE ·

Los agricultores reclaman tomar parte en la solución al problema de la paja del arroz y que se tenga en cuenta sus intereses para evitar que se repita la crisis de este año

Juan Sanchis

Valencia

Sábado, 27 de febrero 2021, 08:08

Lo que nadie quería que sucediera ha vuelto a ocurrir. Las aguas negras han hecho de nuevo aparición en la Albufera como ya ocurriera el pasado noviembre. Entonces un fuerte temporal humedeció la paja del arroz que aún no se habia recogido y arrastró grandes cantidades hasta las acequias y la laguna. Se produjo la tan temida anoxia y la mortandad de peces.

A primera vista la situación pudo controlarse. La Conselleria de Emergencia Climática contrató de forma urgente la retirada estos restos. Al poco tiempo la inundación invernal cubrió los campos.

Pero el repliegue de las aguas en estas últimas semanas ha dejado al descubierto que gran parte de la paja del arroz no se llegó a retirar. Balas con restos de la cosecha continúan en los campos y en las acequias de forma que el agua no puede correr y se estanca. Además, estos desechos se están pudriendo con las graves consecuencias medioambientales para el hábitat del parque.

Pese al anuncio de la conselleria de que en 2020 se recogió una cantidad histórica (2.000 toneladas) parece que el sistema para la retirada de la paja no funciona. Los agricultores ya advirtieron de que en 2019 tan sólo se sacó de los campos un 2% del total, un porcentaje que según los datos que maneja Emergencia Climática equivaldría a mil toneladas.

Los hechos son elocuentes. La mayor parte de la paja del arroz en la zona en la que no se ha permitido la quema ha quedado en los campos y evidencia que algo no funciona como debiera. Pero no para los agricultores, sino para el parque.

Los arroceros lo han advertido una y mil veces. La retirada en determinadas zonas es muy compleja. Las máquinas no pueden acceder y la paja queda abandonada en los cultivos con las nefastas consecuencias ambientales que estamos viendo estos días.

Esta situación se repite año tras año, pero en esta ocasión con mucha mayor intensidad. La putrefacción de la paja en los campos provoca malos olores, los restos evitan el paso del agua que se estanca, se queda sin oxígeno y aniquila la vida animal ni vegetal. Son aguas negras que no hacen más que agravar la situación en la que se encuentra la Albufera.

Ha pasado un año desde que LAS PROVINCIAS pusiera en marcha una iniciativa en defensa del parque natural. En estos meses las promesas han sido muchas pero las realidades muy pocas.

La Albufera es el primer parque natural que se declaró en la Comunitat y ahora, cuando se cumplen 35 años, es uno de los parajes protegidos sobre el que se ciernen más amenazas.

El diagnostico de los expertos y agentes que participan en la gestión del parque es coincidente. La necesidad de incrementar los aportes de agua de calidad, el freno a los vertidos o la aprobación de instrumentos de gobernanza adecuados a la situación actual son algunas de las necesidades que se han puesto sobre la mesa.

Hasta el momento muy pocas de ellas se han hecho realidad. Y aún peor es que no parece que vayan a poner en marcha en el corto plazo.

La solución al problema de la paja del arroz es una de ellas. La administración prepara un nuevo sistema de recogida pero sin tener en cuenta a los principales afectados, los arroceros.

La Albufera es un sistema muy complejo con muchos actores. No parece que dejar de lado a los arroceros, uno de los agentes con mayor importancia, sea la mejor manera de ofrecer una solución definitiva a un problema que tiene numerosos matices. La imposición sólo conduce a la confrontación y al enquistamiento y el parque no puede esperar más.

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