Vivencia dos. No recuerdo por qué tuve que llamarla. Fue por un tema sobrevenido, no algo planeado. Era un día a las cuatro y pico de la tarde. Entonces me dijo que podía atenderme por teléfono, tras pedírselo por la mañana. Y me devolvió la llamada pese a las horas. «Dime, voy a ver si como, pero cuéntame, cuéntame...», me soltó con esa voz ronca y potente que la caracterizaba. La tuve no pocos minutos al aparato. Y demostró una cercanía y una humanidad nada parecidas al endiosamiento y caricaturización con los que muchos han pretendido que pase a la historia.
De justicia. Casi calco para este análisis el titular que la pasada semana plasmó Pablo Salazar en una de sus acertadas columnas. 'Rita Barberá, alcaldesa honoraria', era el encabezado de aquel artículo en el que defendía la imperiosa justicia de que la que fuera primera edil de la ciudad recibiera la distinción de alcaldesa honoraria de Valencia. Algo con lo que Ribó y Gómez están jugando al gato y al ratón. Postergando todo lo que pueden la decisión. Liando la madeja con que Catalá no sacó el tema durante la primera reunión en el Consistorio para tratar el tema de las distinciones y ocultando torticeramente a la opinión pública que hay un documento perfectamente presentado en el que el PP plantea la cuestión. Tratando de dilatar algo que es de justicia y una soberana obviedad: que Barberá merece ese reconocimiento de la ciudad que dirigió durante 20 años, con cinco mayorías absolutas consecutivas. Un Ayuntamiento que tanto endiosa los ignorados presupuestos participativos debería entenderlo, pero ni por esas...
Nadie en la historia municipal ha logrado un respaldo popular tan masivo y notable. Jamás. Sólo eso debería ser un dato suficiente para otorgar el titulo honorario a Rita Barberá. Se la coloca en la historia negra de la urbe y de la corrupción con una implicación en el caso del 'pitufeo' (la supuesta financiación irregular del PP) que ningún juez jamás ha probado. Rita falleció antes.
Durante su mandato, aunque obra autonómica, se construyó la Ciudad de las Artes. Sus detractores no cesan de repetir los muchos sobrecostes. Cierto. No se subraya tanto que ha sido uno de las razones de que Valencia esté en el mapa turístico. En España, sólo la Alhambra es más visitada. También en su época se alzó el Palacio de Congresos, hito internacional hoy en el turismo de convenciones. De buena parte de su empeño salió que Valencia acogiera la Copa América y que hoy tenga una perla como la Marina Real (pese al abandono del gobierno municipal). Como mejoró el viejo cauce. O el Puerto. Rita merece ser alcaldesa honoraria. Como persona y como política.
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